Era un cine, sin más, al aire libre,
un viejo
corralón enjalbegado
de cal y una
pantalla que a las once
ardía sobre el
tedio castellano.
Confieso
que no sé
los años que ha
cerraron
sus divergentes haces y las sombras
que habitaran
el serio y solitario
sentido del
deber en Gary Cooper,
las sillas de madera, y asombrado
las sillas de madera, y asombrado
del arte de
expulsar en Lauren Bacall
el humo del
tabaco,
el olor de
dondiegos en la noche
sobre el suelo
de un tímido empedrado,
un escéptico Bogart
que dispara,
que gruñe
masticando,
dos roncos
altavoces, Brigadoom
y Duelo al
Sol, los limpios puñetazos
de un Eddie
Constatine insuperable,
un Gassman
desgarbado,
Marabuntas feroces de recuerdos,
o de
hormigas...
de
un tiempo que he guardado
cerca del corazón,
como si fueran
a volver los
amigos y el milagro
de una
infancia feliz, al aire libre,
y a las once
en el cine de un verano.
1 comentario:
Los cines de mi infancia...
Carmina
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