lunes, 28 de septiembre de 2020

Consejo de Redacción de octubre: El jefe preocupado

 




El jefe está preocupado. Seriamente, como todos. La cosa no pinta bien para la salud, para la cultura, para la poesía. Asuntos de los que suele, solía, hablar. Ojalá y el otoño sea mejor de lo que esperamos, dice por saludo. No tiene ganas de hablar de poesía, se le nota. A pesar de ello nos contó: Estuve en la presentación –Café Comercial, lunes 21– de La luz de lo perdido, una nueva antología de Javier Lostalé. Javier es un poeta de toque alexandrino, de la sublimación del deseo, y ni lo ha perdido ni lo quiere perder. Para qué. Dijo que su poesía actual está tutelada por Pureza Canelo. El sabrá. Traigo esto a cuento porque recuerdo una frase de Pureza: Hay que tener mucho cuidado en no editar un libro malo, siempre seremos reconocidos en la tribu por ese nivel, no importa lo que hayamos escrito antes o después. Habló entonces, a más de dos metros, manos limpias, la becaria: Me parece haberlo oído ¿A qué viene volverlo a traer? Tenemos otros problemas más inmediatos, el miedo a lo colectivo, por ejemplo. Por cierto, qué espléndida la edición que Chamán y Esther Peña han preparado para Lostalé. Respondió el tirano: Hablo del dicho de Pureza porque hay un autor cercano a esta casa que prepara una edición de poemas cordiales, elegíacos tal vez, conmiserativos; sé que duda de la oportunidad y el acierto de hacerlos públicos, algunos son añejos, y sin embargo parece que lo hará por lo que sostiene a los amigos más cercanos. Levantó la mano el colmillo-redactor desde telecasa: La libertad más excelsa es la de equivocarse solo, en caso de que se equivoque. Los poemas deudas de situaciones, recordatorios, sólo serán poemas si son capaces de imponerse a las anécdotas que los provocaron. De eso vive Margarit. No descartemos nada hasta ver. La verdad es que hay que tener coraje para editar en estos tiempos. Dele de mi parte al empecinado unos golpecitos en la espalda. Así lo haré –dijo el Jefe sin demasiados ánimos– el tal sujeto suele decir que lleva tiempo escuchando a la realidad discutir con la ruina, y que a veces se abandona al reto y, aturdido por los tiempos, suele dar testimonio por cualquiera de las dos. Faltaba el novato, que siempre habla el último. Y se queja: Tal vez se debata entre lo conveniente e innecesario frente a lo inconveniente y necesario, que nos decían en la Facultad. ¿Para cuándo en los kioskos, Jefe? El jefe zanjó: está de siete meses, no hay quien lo pare. Y nada más hubo.

domingo, 27 de septiembre de 2020

10 de América / 1 / Eliseo Diego

,

 


     Cien estíos desde que naciera en La Habana Eliseo Diego

Padre asturiano, madre  cubana, como tantos. Escribió luego con la mirada puesta en los que defienden que la poesía es temblor y lenguaje, tensión y ternura, sabias maneras de ordenar lo perdido, aquello que buscado se encuentra. No importa si dañado o ileso. También para aquellos que esperan que alguno diga lo que ellos aún no saben que sienten. Poeta de vanguardia íntima y barroco mostrar. Su decir amaba con idéntico afán lo sencillo y la esbelta discordia. 14 libros de poemas, algunos póstumos. El tiempo ha sido piadoso con él. Él fue piadoso con los calendarios, humilde con las sílabas y los espejos. Capaz de hacer presente del pasado y vivencia los futuros. La vida le cercaba y él rodeaba a la vida.  Eliseo Diego, este ebanista, murió en 1994. Nos quedan los dones es el título de una antología que para celebrar el centenario ha publicado Cátedra, a cargo de Yannelys Aparicio y Ángel Esteban. 15 euros.

Ofrecemos dos de sus poemas más nombrados No es más y Comienza un lunes. Y un tercero, el fragmento 4 de Cuadernillo de bella.  

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 No es más

Un poema no es más
que una conversación en la penumbra
del horno viejo, cuando ya
todos se han ido, y cruje
afuera el hondo bosque; un poema
 
no es más que unas palabras
que uno ha querido, y cambian
de sitio con el tiempo, y ya
no son más que una mancha,
una esperanza indecible;
 
un poema no es más
que la felicidad, que una conversación
en la penumbra, que todo
cuanto se ha ido, y ya
es silencio.

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Comienza un lunes

La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, al abolido.

Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro qua amábamos se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.

La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.

Nombre y fecha tú grabas en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo de amargura deja.

Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido.

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Cuadernillo de bella / 4

Quién sabe cómo fue ni cuándo y dónde
me dijiste que sí, que me entregabas
el huerto de ti misma, paraíso
de magias y delicias y qué glorias.
Y yo ciego de mí te acepto a ciegas
del esplendor terrible de tu llama
tan frágil y menuda entre mis brazos.
Pues tú eres tú y eras la vida y todo
cuanto va desde el júbilo a lo trágico,
desde el alba a las fiestas de la tarde.

martes, 22 de septiembre de 2020

Un poema: Árbol, niño, bisonte

(para Raúl Nieto de la Torre, poeta, 
y su aventura íntima de El retrato del uranio)

Como aquel que pretende
construir el poema a que se ve abocado
y en aparte procura      
convocar junto a él a unas cuantas palabras
que no existen aún,
pero son,
porque desea fuerte
salvarlas de la broza,
de la obviedad,
de los tristes adornos y añadidos,
y al fin consigue
escuchar su rumor al escribirlas,
y camina después
por la calle empedrada con ellas de la mano,
y respira su aroma, su voluntad de juego,
y las deja alejarse para poder llamarlas,
porque todo
–piensa– poema es verbo y para
que nazca y viva debe pronunciarse,
darse al aire,
que nos decía Claudio, y atender, con qué mimo,
si regresa canción,
árbol, niño, bisonte,
metal, piedra, bolsillo… por si así pretendiera
ser, quedarse
en nuestro alrededor
                                                y buscara refugio.

jueves, 17 de septiembre de 2020

En 100 palabras / 2 / Texto público de Joan de la Vega, responsable único de La Garúa Editorial












          Tras el confinamiento ha aumentado la recepción de originales. Ahora llegamos a diez manuscritos por semana, cifra que supera el número de títulos que editamos en todo un año. No podemos decir lo mismo del número de ventas, lo que obliga a reflexionar mucho sobre lo que esperamos o cómo nos relacionamos en este medio (más autopublicitario que lector). Nosotros hemos llegado al límite en lo económico y vital. Por eso os vamos a invitar a la lectura y profundizar en los 17 títulos que hemos editado este 2020 durante las próximas 8 semanas. ¡Buen inicio de curso a tod@s!

martes, 15 de septiembre de 2020

Un poema: Confesión de fortuna

 


Con la misma fortuna
que a algunos les ocurre –Colinas y Rosillo
lo tienen declarado, por ejemplo–
también yo
he sentido en el patio y a la tarde
cómo el sol acudía tan sólo para verme
 
lector sentado, aunque
distraídos los ojos de la página, observo cómo
él se ocupa y recrea
en el revoloteo ágil
de las hojas en sombra que mueven la pared
 
hay un instante breve
en que su luz se ablanda,
en el que nos reconocemos solos
los dos y juntos
 
sabe de mí desde perdidos tiempos
y aunque yo ya soy otro,
ajeno él a esas minucias,
sobre el atardecer que nos importa
alguna vez me habla, se detiene y me habla
 
dice serio:
no cedas tu mirada ni abandones,
cuida la casa, cierne
con tiento tus vocales, y porque a veces dudas 
sobre lo necesario
en el poema elige
primero ser verdad, después estilo.

                                                                                                                               
                                                                                                                (Foto: Pepe J. Galanes)


viernes, 11 de septiembre de 2020

En 100 palabras / 1 / LA Cuenca


      LA de Cuenca, poeta valorado, hombre culto y pulcro, persona respetada y querida, ha sido miembro del jurado que otorgó el premio EspasaEsPoesía a Rafael Cabaliere, categoría “Veinte mil. Poesía blandita”. Asistió también a la presentación del VisorMelilla que obtuvo Loreto Sesma. Yo le he visto -cuántas veces- presentando a poetas de distintas cualidades. Siempre atento y afectuoso. Tengo, leídos, varios libros suyos, de haikus y de poemas sardónico-cordiales. Me gustaría escuchar su opinión sobre estos sucesos que nos conmueven y remueven. Digo sobre el boom de la “poesía” adolescente que tanto parece conocer y proteger. Trendrá mil razones. Seguro.

martes, 8 de septiembre de 2020

Dos poemas de Juana Pinés

 


         Ahora que el nombre y la obra de Ángela Figuera vuelven a ser acto y presencia -gracias demos- vengo en sus aromas al nombre y a la obra de mi poeta manchega Juana Pinés. Nacida en Manzanares, reside desde la juventud en Ciudad Real. Suele confesar que desde muy niña sintió la obligación de escribir y escribirse. Y lo hizo hasta completar una obra amplia, profunda y decididamente humanizadora. Es autora de más de diez poemarios, casi todos reconocidos en certámenes, y ha sido presidenta exitosa del Grupo Literario Guadiana de Ciudad Real. Como en Ángela Figuera, sus poemas conocen el arbol de la vida. De las ramas aprenden el valor del sol, el canto y la armonía, las audacias del juego con la brisa, pero es en la raíz donde encuentran su sazón, y es que es allí donde les hace beber. Del manadero donde los hombres y la mujeres guardan los azares cotidianos del existir. Ajena a lo que unos llaman lo puro y otros el silencio, su decir es existencial y denunciador, sin aspavientos, sin fuegos fatuos. Su voz tiene la fortaleza decidida de la serenidad, de la avisada conciencia, de las territorios en ascuas que llamamos vivir con otros, resistir. Escribe atravesando fronteras: las del dolor y el éxtasis, las del deseo y la justicia, las del amor frente a la finitud. Termina de publicar en Lastura, en nuestra Lastura, Es tuya la palabra. Hace referencia el título, advierto, a la provocación que versos de otros poetas han ejercido sobre ella. No se trata de citas convencionales. Cada poema suyo es un compromiso con el verso ajeno que lo ha hecho brotar. En alguna ocasión me habló de él. También sé que el libro es enjuto y que se ha ido forjando con lentitud. Como se debe.

Ofrecemos dos poemas. Los que surgen de dos poetas manchegos Sagrario Torres y Pedro A. González Moreno.
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NUNCA UNA HOGUERA
 
                    Hijo mío, no te incineraría
                          SAGRARIO TORRES
 
 
Yo tampoco querría tu cuerpo en una hoguera
ni el alabastro en llamas de tus rotos cristales
ni dejaría nunca que el fuego consumiera
tu limpia arquitectura de huesos minerales.
 
No quisiera las brasas lamiendo tu estatura
ni otras ascuas distintas que mi tacto sediento
ni saber en cenizas tantísima hermosura
propicio enjambre acaso en los labios del viento.
 
Antes de ser quien eres fuiste en mí una simiente
creciendo en el asombro vertical de mis venas,
el gozo tembloroso de una espera impaciente
un clamor encendido de núbiles colmenas.
 
Y si la luz te entraba a través de mis ojos
y mi sangre fue tinta de tus primeros trazos
y la tierra en mi vientre, antes de ti en abrojos
se pobló del milagro de soñarte en mis brazos
 
(que, ungida en ti, te ansiaba tras la última amapola
que derramó mi savia de mujer renacida
y fuimos cuerpo a cuerpo, tú en mi y en ti yo sola,
una frutal presencia absorta y encendida),
 
sé bien que si la lumbre mordiera tu cintura
y la flor de tu carne, tronchada de la mía,
yo sería ascua viva como tú, estoy segura,
porque toda mi carne en ti se abrasaría.
 
Por eso si te fueras antes de mi partida
clavándome en la sangre el alfanje de un grito,
tomaría el desmayo de tu cuerpo sin vida
para tenderlo encima de mi vientre marchito.
 
Y en ese altar en sombras darte mi último arrullo
y desbrozar a besos tu piel, distante y fría,
vaciándote la fiebre de mi cuerpo en el tuyo
y abriéndome las venas, pues ya no las querría.
 
Y en el pozo salobre que ahora son mis senos,
que olvidaron su oficio de estarte amamantando,
dormiríamos juntos, abrazados, serenos,
hasta que el fin la nada me fuera desmigando.
 
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 OJOS
 
            …es tiempo todavía 
              de abrazarnos al vuelo de los últimos pájaros.
                        PEDRO A. GONZÁLEZ MORENO

 
Tú nunca me miraste
con los ojos de un puma,
ni acechaste mi paso
con aliento carnívoro.
Y, sin embargo,
deseé tantas veces
sentir cómo crujían
los huesos de mi pobre corazón
entre tus dientes…!
 
 

viernes, 4 de septiembre de 2020

Un poema: Septiembre es el color

 
Foto: McBarri

 
Oxidado,
sé que ofrece septiembre su color 
a las vencidas pámpanas,
a los rastrojos 
últimos, al oro
de la golden frutal  y el membrillero
 
septiembre entre los verbos y encinares

distraído,
sin odios, 
vagabundo 

su luz es el contagio, una
proteica deidad 
que deshace y conforma

por su amarillo dúctil me devuelvo
a las sedas del folio,
a lo que fue fortuna,
a las lejanas
caricias de las gentes que más amo
 
y a esta pared reciente
de mi casa vestida
con el rubor de nombres
que al abrir de sus carnes me parieron.



martes, 1 de septiembre de 2020

Consejo de Redacción: Un sol fructidor


Con pasión indecisa
 llega el Jefe al nuevo curso. Y van once aperturas. Se le nota en los gestos, en un rictus sin fuego ni acidez.  Casi ambizurdo. Que cavila más en dolorido que en aparente deriva. Buenos y tempranos días, dice, la verdad es que no sé si desdecirme de lo que se dijo en junio o si mantener aquello de “lo benigno y la dicha/ del regreso que trae/ cada septiembre”. Volver a estar juntos de esta manera, separadamente y enmascarados, dota a esta redacción de un aire a clandestinidad conspirativa que tiene un aquel cursi, un aire decimonónico. Conocemos que la poesía dota a sus adeptos de una tentación de logia, de secta a lo fraterno, eso es sabido, pero no sé si tanto. La becaria, sentada frente al Jefe, quiso matizar, proteger, con prontitud: Se podrá comprobar que estamos todos, nadie en Covid y nadie huido. La redacción tiene los cuerpos sanos y las conciencias tranquilas. Lo que no sabemos es la calidad del trabajo que nos espera en estas condiciones de apaciguamiento, de timidez pública. Levantó la mano el redactor colmillo: Soy grupo de riesgo, declino asistir a actos multitudinarios, me pido por edad y pillería leer y comentar en domicilio, luego si eso… En fin, siguió el Jefe, así estamos todos, con las esperanzas y los prados de fin de junio desbaratados, pero en aguante, nunca en doma. Sepan que los poetas –nuestra materia de trabajo­– se resisten a no ser. Y sobre todo a no publicar. Miren con qué fe y con qué caridad han aguantado la semana de Exposía en Soria: disfrutando, comprándose unos a otros –incluso los propios editores- avariciosamente­. Viendo tal ¿podemos nosotros enmudecer, dejarlos solos? El novato quiso y consiguió hablar en su turno de las presentaciones virtuales. Esas zarandajas no pueden mitigar el dolor de una Feria del Libro ya en suspenso, decía. Luego añadió:  Lo que sí me consta es que han aumentado algo las ventas por correo, bien desde las editoriales, bien por Amazon. Recomiendo y animo a lo primero por razones obvias, dicen que el gran enviador ha aumentado en miles de millones su cuenta particular durante la pandemia y ya no necesita nuestra bien probada generosidad. Volvió el jefe a la carga, ahora enérgico: Escuchen esta exigencia, y es importante, no quiero que participen en ningún escrache a poetas que no sean de su gusto: militen en valentes o en marwuanes. Y mucho menos acudan ante la casa de los asmáticos. Añadan a la orden este ruego: pidan a Manitú con danzas y coros sollozantes que puedan regresar los actos y las presentaciones, hagámoslas reguladas y con garantías, seguras, pero que vuelvan. Sería la señal de salud pública y poética que nuestro bienestar necesita. Precisamos llenar de sentido el verbo volver. Y dicho esto, quiero que miren la ventana. Quiero que gocen este sol fructidor., este sol que presiente el membrillo, que nos espera en la calle: cálido, indiferente a las pequeñas miserias que revuelven y aturden. Sepan que seguirá luciendo para todos, que vencerá a lo guardado, que volveremos más pronto que tarde a sentir su roce en nuestra piel. Y el roce de otra piel. Y la alegría.

Por vez primera, nadie hizo intención pronta de abandonar la sala.