Poetas (en el centro) y colaboradores Foto: Javier I. Sanchís |
Ocurrió por segunda vez. Y alguien apuntó que en esta ocasión aparecieron gotas de magia atropellándose. Otros dijeron que se parece poco, o nada, a los actos de costumbre, que hay cierto toque. Alguien señaló que la Sala Trovador tiene un aire distinto, un algo, con sus negros solemnes, su cercanía, su buen escuchar. Paco Marquina ha escrito que nadie se sintió espectador. Y lo ha clavado. Toda la redacción de Mientras la luz se activó para celebrar por segunda vez su quinto aniversario y sus lectores y amigos presentes y futuros aprovecharon para saber que la becaria es alguien real, no un ente de ficción escrita.
MªÁngeles Pérez López Foto Javier I. Sánchis |
Ocurrió según lo anunciado. Si el año pasado dos enormes poetas: Vicente Gallego y Federico Gallego Ripoll llenaron la sala, en esta ocasión lo han sido dos No madrileños que habitan el occidente solar, Basilio Sánchez, cacereño, y Mª Ángeles Pérez López, salmantina de profesión, cuidados con mimo hasta ese instante por Rafa Soler. Y a quienes agradecemos. Dos poetas distintos en la concreción y parejos en sus mundos sensibles, lo dijo Antonio Crespo Massieu en el coloquio final.
Basilio Sánchez Foto Javier I. Sánchis |
La palabra de los poetas invitados fue introducida por los textos de José Luis Morales que ofrecemos ut supra. Y que hablan por ellos mismos. Luego, las lecturas, plenas de sensaciones cómplices, consiguieron la densidad de un silencio doloroso, la sensación de sentir la poesía como una garra. Hirieron extensamente en forma e intención. Los más de 80 asistentes fueron despojados así de su comodidad, de la distancia de ser espectadores. Y ya no pudieron volver a ella. Dos poetas intensos que ejercieron su condición de tales. Emocionados, emocionantes.
En tal estado se entró en el segundo territorio de la convocatoria, el de la conversación degustada, es decir en los haceres gastronómicos- libatorios, en la distancia corta. El frío patio y el cálido salón sirvieron de territorios para fumadores y no, para disminuir la tensión soportada, para alegrarse, para el proyecto, para los ánimos, para el vino de Rueda y el delicioso tinto de Socuéllamos, para pedir que todo continúe como exigía Jaime Gil en Formentor: tertulia, noche, quesos y compañía. Hubo capítulo especial para la pálida redondez de las tortillas. Porque sepan que muchos de los amigos/as de Mientras la luz aportan a un caudal que no por recrecido deja de aspirar a su consumación.
Público final durante las actuaciones Foto Juanjo Alcolea |
Ya
es habitual que la reunión termine con el alma de los artistas alzada en los
aires. Momento de comunión final que hace entendible todo: el
prodigio de que siempre que nos encontremos estemos juntos. Quiso José Sacris
ser el primero en actuar con monólogos y canciones donde el humor y el cómic rompían
máscaras, traducían la nocturnidad en ida y vuelta. Deseó Ana Bella que la
redacción se conmoviera con un hermosísimo regalo sin sospecha, y su interpretación lo
consiguió, como lo consiguió con todos su unánime Alfonsina y el mar. Pretendió
Carmen Bermejo conciliar cuerpo y voz en sugerencia para decir maravillosamente
un texto suyo que hablaba de metro, deseo, vida y soledades, qué gran actriz, entregada y nuestra. Violeta y su Volver a los 17, a dos voces de voluntad, pusieron el punto
final antes de los gin-tonics.
La vida, la poesía. Gracias
a todos. Os sé, os sabéis, nos sabemos.
(Imposible nombrar a todos los asistentes, poetas o no, pero creo recordar a los colaboradores: Javier I. Sanchís, Antonio M. Mansilla, Hortensia Higuero, Lucía Comba, Ana Garrido, Pedro A. González Moreno, Carmen Bermejo, Davina Pazos, Fermín. F. Belloso, Juanjo Alcolea)
(Imposible nombrar a todos los asistentes, poetas o no, pero creo recordar a los colaboradores: Javier I. Sanchís, Antonio M. Mansilla, Hortensia Higuero, Lucía Comba, Ana Garrido, Pedro A. González Moreno, Carmen Bermejo, Davina Pazos, Fermín. F. Belloso, Juanjo Alcolea)