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Un verso de Basho, salvo el crepúsculo, sirvió a Cortázar para titular el conjunto expurgado de su obra poética. Una amalgama de tiempos y maneras. Sonetos. Pruebas, Homenajes. ¿Tomó en serio a la poesía? Tal vez al principio, tal vez después. Algunos de sus poemas -invencible su inclinación al juego- podrían ser llamados meopas, pameos, como a veces proponía. Según.
En un cuaderno de papel japonés, que le azoraba, escribió, durante una sola noche, un ensueño de amigas por su apartamento parisino. Discos y tragos, vivas o muertas, haschisch y alfombras, burlas acres o caricias, ¿desdenes?; un sí lésbico y un no siendo. Cuando el gris arañaba los cristales llegó el cansancio. El último poema. Para Bicho ¿ya ida?, para Alejandra Pizarnik. Almohadones, ventanas. Convocándola.
Éste.
Aquí Alejandra
Bicho aquí,
aquí contra esto
pegada a las palabras
te reclamo.
Ya es la noche, vení,
no hay nadie en casa
sabes que ya están todas
como vos, como vos,
intercesoras,
llueve en la rue de l´Eperon
y Janis Joplin.
Alejandra, mi bicho,
vení a estas líneas, a este papel de arroz
dale abad a la zorra,
a este fieltro que juega con tu pelo
(Amabas, esas cosas nimias
aboli bibelot d´inanité sonore
las gomas y los sobres
una papelería de juguete
el estuche de lápices
los cuadernos rayados)
Vení, quedate,
tomá este trago, llueve,
te mojarás en la rue Dauphine,
no hay nadie en los cafés repletos,
no te miento, no hay nadie.
Ya sé, es difícil,
es tan difícil encontrarse
este verso es difícil,
este fósforo,
y no te gusta verme en lo que es mío,
en mi ropa en mis libros
y no te gusta esta predilección
por Garry Mulligan,
quisieras insultarme sin que duela,
decir cómo estás vivo, cómo
se puede estar cuando no hay nada
más que la niebla de los cigarrillos,
cómo vivís, de qué manera
abrís los ojos cada día.
No puede ser, decís, no puede ser.
Bicho, de acuerdo,
vaya si sé pero es así, Alejandra,
acurrucate aquí, bebé conmigo,
mirá, las he llamado,
y vendrán seguro las intercesoras,
el party para vos, la fiesta entera,
Erszebet,
Karen Blixen
ya van cayendo, saben
que es nuestra noche, con el pelo mojado
suben los cuatro pisos, y las viejas
de los departamentos las espían
Leonora Carrington, mirala,
Unica Zorn con un murciélago
Clarice Lispector, aguaviva
burbujas deslizándose desnudas
frotándose a la luz, Remedios Varo
con un reloj de arena donde se agita un laser
y la chica uruguaya que fue buena con vos
sin que jamás supieras
su verdadero nombre,
qué rejunta, que húmedo ajedrez
qué maison close de telarañas, de Thelonions,
qué larga hermosa puede ser la noche
con vos y Joni Mitchell
con vos y Hélène Martin
con las intercesoras
animula el tabaco
vagula Anais Nin
blandula vodka tónic
No te vayas, ausente, no te vayas,
jugaremos, verás, que están llegando
con Ezra Pound y marihuana
con los sobres de sopa y un pescado
que sobrenadará olvidado, eso es seguro,
en una palangana con esponjas
entre supositorios y jamás contestados telegramas.
Olga es un árbol de humo, cómo fuma
esa morucha herida de pebreles,
y Natalía Ginyburg, que desteje
el ramo de gladiolos que no trajo.
¿Ves, bicho? Así. Tan bien y ya. El scotch,
Max Ronch, Silvina Ocampo,
alguien en la cocina hace café
su culebra cantando,
dos terrones, un beso,
Leo Ferré.
No pienses más en las ventanas
el detrás el afuera
Llueve en Rangoon –
Y qué.
Aquí los juegos. El murmullo.
(Consonantes de pájaros
vocales de heliotropo)
Aquí bichito. Quieta. No hay ventanas ni afuera
y no llueve en Rangoon. Aquí los juegos.
Un verso de Basho, salvo el crepúsculo, sirvió a Cortázar para titular el conjunto expurgado de su obra poética. Una amalgama de tiempos y maneras. Sonetos. Pruebas, Homenajes. ¿Tomó en serio a la poesía? Tal vez al principio, tal vez después. Algunos de sus poemas -invencible su inclinación al juego- podrían ser llamados meopas, pameos, como a veces proponía. Según.
En un cuaderno de papel japonés, que le azoraba, escribió, durante una sola noche, un ensueño de amigas por su apartamento parisino. Discos y tragos, vivas o muertas, haschisch y alfombras, burlas acres o caricias, ¿desdenes?; un sí lésbico y un no siendo. Cuando el gris arañaba los cristales llegó el cansancio. El último poema. Para Bicho ¿ya ida?, para Alejandra Pizarnik. Almohadones, ventanas. Convocándola.
Éste.
Aquí Alejandra
Bicho aquí,
aquí contra esto
pegada a las palabras
te reclamo.
Ya es la noche, vení,
no hay nadie en casa
sabes que ya están todas
como vos, como vos,
intercesoras,
llueve en la rue de l´Eperon
y Janis Joplin.
Alejandra, mi bicho,
vení a estas líneas, a este papel de arroz
dale abad a la zorra,
a este fieltro que juega con tu pelo
(Amabas, esas cosas nimias
aboli bibelot d´inanité sonore
las gomas y los sobres
una papelería de juguete
el estuche de lápices
los cuadernos rayados)
Vení, quedate,
tomá este trago, llueve,
te mojarás en la rue Dauphine,
no hay nadie en los cafés repletos,
no te miento, no hay nadie.
Ya sé, es difícil,
es tan difícil encontrarse
este verso es difícil,
este fósforo,
y no te gusta verme en lo que es mío,
en mi ropa en mis libros
y no te gusta esta predilección
por Garry Mulligan,
quisieras insultarme sin que duela,
decir cómo estás vivo, cómo
se puede estar cuando no hay nada
más que la niebla de los cigarrillos,
cómo vivís, de qué manera
abrís los ojos cada día.
No puede ser, decís, no puede ser.
Bicho, de acuerdo,
vaya si sé pero es así, Alejandra,
acurrucate aquí, bebé conmigo,
mirá, las he llamado,
y vendrán seguro las intercesoras,
el party para vos, la fiesta entera,
Erszebet,
Karen Blixen
ya van cayendo, saben
que es nuestra noche, con el pelo mojado
suben los cuatro pisos, y las viejas
de los departamentos las espían
Leonora Carrington, mirala,
Unica Zorn con un murciélago
Clarice Lispector, aguaviva
burbujas deslizándose desnudas
frotándose a la luz, Remedios Varo
con un reloj de arena donde se agita un laser
y la chica uruguaya que fue buena con vos
sin que jamás supieras
su verdadero nombre,
qué rejunta, que húmedo ajedrez
qué maison close de telarañas, de Thelonions,
qué larga hermosa puede ser la noche
con vos y Joni Mitchell
con vos y Hélène Martin
con las intercesoras
animula el tabaco
vagula Anais Nin
blandula vodka tónic
No te vayas, ausente, no te vayas,
jugaremos, verás, que están llegando
con Ezra Pound y marihuana
con los sobres de sopa y un pescado
que sobrenadará olvidado, eso es seguro,
en una palangana con esponjas
entre supositorios y jamás contestados telegramas.
Olga es un árbol de humo, cómo fuma
esa morucha herida de pebreles,
y Natalía Ginyburg, que desteje
el ramo de gladiolos que no trajo.
¿Ves, bicho? Así. Tan bien y ya. El scotch,
Max Ronch, Silvina Ocampo,
alguien en la cocina hace café
su culebra cantando,
dos terrones, un beso,
Leo Ferré.
No pienses más en las ventanas
el detrás el afuera
Llueve en Rangoon –
Y qué.
Aquí los juegos. El murmullo.
(Consonantes de pájaros
vocales de heliotropo)
Aquí bichito. Quieta. No hay ventanas ni afuera
y no llueve en Rangoon. Aquí los juegos.