viernes, 30 de mayo de 2014

Latus escribe...

Latus  escribe a su autor para advertirle
de la ciudad en que se ha convertido


Fragmento
(Maku Lara)

Ya soy un hombre solo,
cuando llegué
a estas playas me quise
una ciudad por otros, un árbol de flor viva
junto a una escuela, días, hechos y cables
de callada tensión

ser la ciudad en donde
la luz pudiera ser
partida justamente, una ciudad con otros,
una sábana roja para el viento, pasos, calles 
a punto de emergencia: que exigían

hoy conozco
el ojo injusto
de las fotografías (siguen pasando imágenes
de la ciudad que fui), digo cuerpo y no miro, 
digo mañana y abro
de par en par ventanas para que pase el tiempo,
para oír las sirenas, sé de su prisa

traduzco su pasar, soy un hombre
que camina en subsuelos, un hombre que se dice
a voz enjuta, turbiamente,
porque no se conoce:
hoy soy quien apuñala
las hojas de papel, a las que niego
el ácido albañal de la memoria, soy
una sábana rota
izada en mástil, hombre,
sola erosión,
una ciudad de barros que oscurecen,
una ciudad que teme cuanto escribe,
pero que ama la vida, pero que ama la vida.

martes, 27 de mayo de 2014

Promociones ingenuas. (Especial Feria del Libro 2014)


Chatterton. Elena Medel.
Visor
   El libro va de mujeres. Y del reloj de la vida. Dicen que recuerda lo de Maiakovski, aquello de se ha quebrado la barca de las ilusiones -del amor decía él- contra la vida cotidiana. Elena Medel, andaluza de Córdoba, ha descubierto esa circunstancia y lo cuenta en los poemas; y además apunta en uno de ellos, asustada, que lo de la madurez vital, o sea, cuando una se hace mayor, es el paso previo a la putrefacción, como pasa en la fruta. Tremendo. Y que Chatterton, joven e inglés, se suicidó muy pronto y no llegó nunca a ese estado. Ni conoció el fracaso. Y que ella quiere quitarse la espina y va a ir a visitar su tumba. No piensen que insinúa nada. El libro no es muy largo. Elena dice que ha tardado siete años en escribirlo, que ya no tiene prisas. Al libro le han dado el premio Loewe (el joven). Elena tiene publicados ya tres libros. Tiene 28 años, un dato que todos subrayan. Debe ser muy importante, seguro. 10 euros.



Nueva York después de
muerto
. Antonio Hernández.
Calambur
   A este libro, a pesar de su portada, le han concedido hace pocos días el Premio de la Crítica. Sección Poesía. Antonio Hernández es andaluz de Arcos de la Frontera, pero vive y trabaja en Madrid desde casi siempre. Antonio era muy amigo de Luis Rosales y eso ha influido y mucho para que se decidiera a escribir este libro-río. Los poemas de Nueva York después de muerto, editado sin red por Calambur, hablan de poetas. Hablan del autor, claro, y de Luis Rosales, y de Federico García Lorca, y de Nueva York. Está muy bien así porque el lector puede conocer los estilos y preocupaciones de los dos grandes poetas granadinos a través de la reflexión potente de Antonio Hernández. También puede saber las cosas que no pasaron. Es algo largo, pero no debe asustar: si los críticos lo han leído y les ha gustado, qué mejor garantía de que ustedes lo pueden leer y además les puede gustar. No suelen equivocarse cuando se reúnen. 16 euros.



Las pequeñas espinas son
pequeñas.
Raquel Lanseros.
Hiperión
   Su autora, Raquel Lanseros, es andaluza de Jerez, y está muy solicitada, pero mucho. Queremos decir que viaja. Que está lanzada y dando lecturas de sus poemas por casi toda España, el País Vasco y Cataluña. El libro ha sido publicado por Hiperión, aunque la autora tiene buenas relaciones con Visor. Esto prueba que los premios son más limpios de lo que muchos creen. Tanto en Soria como en Jaén. El título insinúa algo de microtamaños repetidos y de juego penetrante, se ve enseguida. Pero no, no es eso, es un canto a la vida. Lo dice Raquel en el índice y en el vídeo promocional: rocío (infancia), mariposas (adolescencia) y utopía (juventud) son el prólogo del resto de nuestra existencia. Hay que vivir alegres. Vivir merece la pena, qué caray. Lo de las espinas se refiere a los pesares que a uno le van apareciendo, pero si uno es valiente esos pesares se vuelven pequeñitos y los puede arrancar. Ánimo. 10 euros.  



Nota: Los libreros y los editores que patrocinan estas Promociones Ingenuas en busca de nuevo público para la poesía advierten que los precios anunciados sufren, durante la Feria del Libro, una reducción del 10 por ciento. También que deben ustedes aprovechar esta oportunidad inmejorable de leer a poetas actuales por poco dinero. 


jueves, 22 de mayo de 2014

Manuel Mantero estuvo por aquí


Manuel Mantero en el Ateneo (Foto de Maxi Rey)
    Estuvo por aquí, miércoles 21, Manuel Mantero, con más años, 83, pero con los mismos labios afilados y su envidiable sevillano acento, inconfundible. Desde 1969 reside en USA, ahora en Athens (Georgia), a donde debe estar regresando. Tuvimos ocasión de hablar con él primero y luego el disfrute de escucharlo. Se agradecen tardes así, tardes con poetas que han vivido y saben contarlo. Vino de la mano de Pilar Gómez Bedate, que gestionó el encuentro para el Ateneo de Madrid. A cambio, el auditorio, paciente, escuchó unos folios del trabajo que está realizando sobre la obra de sevillano. Pero Manuel no se deja reducir a folios. Y conserva buena memoria


     Habló del ambiente asfixiante de la Sevilla de los 50, jesuitas incluidos. Dijo de su amistad con Julia Uceda para la creación de Rocío, revista que intentaba vapulear la siesta poética de su ciudad. Recordó el ciprés y los labios, muerte y amor, de su primer libro. Y su traslado a Madrid en 1960. El fulgor repentino de su fama y nombre, y el éxito de obtener ese mismo año el Premio Nacional de Poesía. En la sala estaba Antonio Hernández, estudioso de su obra, que asentía. Hubo un instante en que se despertó la hidra personal: recordó a los poetas sociales, a los afamados del 50 con una retahila que trajo preparada. Con una suma de declaraciones a favor de la poesía como útil social y de la responsabilidad del poeta, que, dichas así, seguidas, cargando tintas irónicas, y con nombres propios (de Castellet a Claudio, de Blas a Gil de Biedma) parecía que los citados pretendían a los poetas como predicadores sindicales. Alguien me dijo luego que es un lugar común en Mantero, el cual siempre se ha negado a formar parte de la cohorte del 50 y de cualquier otra, y ese mismo alguien me filtró luego un recorte con un poema que reproducimos abajo.

Manuel Mantero (Foto Maxi Rey)
     Organizó Manuel la lectura de manera curiosa, escogiendo poemas inéditos del tiempo de sus libros, poemas que por razones que no recuerda fueron apartados a la hora de la selección. Es poeta exigente en la forma; remarcó con énfasis que el lenguaje poético está basado en el ritmo, que es la musicalidad el elemento diferenciador entre poesía y prosa. Las digresiones entre poema y poema se imponían a su lectura de estos. Habló de su experiencia universitaria en Atlanta, de su relación con Ángel Crespo y con Jorge Guillen. También con Alexandre (visita dominical). De aquellas conversaciones se le escapó una anécdota que no resisto. Tiene que ver con Luis Cernuda, de quien dijo que era tan buen poeta como raro ciudadano, parafraseando a Primo sobre Valle-Inclán. Parece que Vicente y Luis no se eran muy devotos. Que ya en 1934 cuando Aleixandre se acercó al Ministerio a presentar su manuscrito de La destrucción o el amor para optar al Nacional de Poesía, se encontró allí a Luis Cernuda. Mantero reprodujo para nosotros aquella charla, traída de los labios de Vicente más o menos en estos términos
A: Hombre, Luis, ¿qué haces tú por aquí?
C: Pues nada, aquí que estoy.
A: ¿No habrás venido también a presentar un libro para el premio?
C: ¡Yo! En absoluto.
A: ¡Cómo que no! Ahora mismo se lo pregunto al secretario.
C: ¡Pero cómo! No irás a creer más al secretario que a mí.  
A: ¡…!   
Mantero era devoto de Vicente Aleixandre, de quien aseguró haberlo visto alguna vez de pie, quiero decir en posición vertical.

     En fin, salpimentada con chismes y reflexiones, siguió la lectura, que incluyó un soneto amoroso. Y siempre la profesión de libertad personal y poética como viento necesario, sin capillas ni escuelas. Negó la existencia de generaciones, aunque aceptó la de promociones ligadas a un espacio temporal, cultural y social vivido en común. 50 años después volvió a contestar lo que ya contestó a los señoritos (Barral, Costafreda, Ferrater´s…) de Barcelona que le acusaban de señorito andaluz: señorito por señorito prefiero lo andaluz. No recuerdo bien lo que dijo de los celos irremediables de Valente, excitado siempre por ser el líder del Tour, pero sí cuando contó su relación en USA con una hija de Ezra Pound, la cual, preocupada porque no entendía los poemas de su padre, oía como este le gritaba: En poesía, entender es lo último.

     Terminó leyendo algo de lo que está elaborando. Lo titulará El olor de la azalea, aclarando que las azaleas no huelen. Son poemas-coplas de tres o cuatro versos con sabor a sentencias. (Deslizó algo sobre la Cábala y su pasión por estos números). Quedó por el aire una vuelta al origen, a su sentir andaluz. Hubo humor en muchas de ellas. Tomé al oído esta. Como un hotel es la vida/ nada es tuyo, duermes, pasas/ y pagas a la salida. Habló luego de la necesidad de corregir los poemas, de que hay poetas obsesivos con ello (Juan Ramón, claro) y de otros que negaban (Valente, Blas de Otero) y juraban no hacerlo jamás. Entonces recordó la sentencia de Platón: Los poetas mienten mucho.  

     En fin, que se agradeció el aire fresco, desenfadado y libre, culto y pendenciero a un tiempo, de alguien que vuelve todavía a su tierra una o dos veces al año, y que va a cumplir 84. Al salir del Ateneo otro alguien se me acercó con otro recorte de poema y con el siguiente sucedido: el padre de Manuel, militar, le consiguió, para que viniera a Madrid, un puesto en el Servicio de Meteorología, así que cuando obtuvo el Nacional de 1960 con Tiempo del hombre, en la Tertulia con mayúsculas se comentó aquello de Mira, el Tiempo del hombre escrito por el Hombre del tiempo.  Años después, Mantero respondió con el poema llamado Delante del café de los escritores  que dedicó a los poetas del Gijón. Se despedía, se marchaba cansado de aquella España en la que Franco terminaba de entronizar a Juan Carlos. Mantero, hijo de un requeté, era fiel a D. Juan y no entendió su renuncia, el pasteleo. 

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GENERACIÓN POÉTICA DEL 50 (O DEL 60)

Míos son vuestra edad, nación, idioma,
no vuestro tema. No os entiendo,
oh aburrida asamblea monocorde
a los pies de los ídolos abuelos.
Me indago
como una espina penetrando un cuerpo,
lloro en Dios porque lloro lo que borro,
excavo mitos y en sus atrios duermo,
mi muerte tiene forma esbelta de ángel
no sé si de la guarda o del tormento,
mi palabra se afirma entre mis manos
golpeada y vertical (Colón y el huevo)
y es mi poesía contingencia mágica,
moderno aroma, juventud del hueso.
Esta mañana, al levantarme,
en vosotros pensé. No os pertenezco.
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DELANTE DEL CAFÉ DE LOS ESCRITORES 
(Fragmento)

Usados nombres y borrosos nombres
tras el helado ventanal diario,
república cansada de las letras
jugando a monumento tan temprano,
coro de piedra, prehistoria inútil,
lloradero común de los fracasos,
adiós.
Me voy, perdón, a mis asombros.
Yo soy de carne, yo camino y paso
como el tiempo, delante de vosotros:
estampas de álbum, simulacros
de eternidad, masa amarilla
de atrición, peces muertos en su acuario.

lunes, 19 de mayo de 2014

Un poema de Antonio Praena: Comebolsas

    

 Tal vez resulte ocioso presentar a Antonio Praena, poeta granadino con residencia valenciana. Conozco obra suya desde su Actos de amor con el que obtuvo el premio José Hierro en 2011, el libro más turbador y heterodoxo de cuantos han llegado al premio. Es poeta, dominico y profesor de Teología. Ama la vida, ama el mundo, ama a Dios en la huella de Dios en el mundo. Ama el amor. Es hombre activísimo, volcado en la escritura, en el abrazo de los actos poéticos, generoso. Su obra sabe del rigor formal como cauce imprescindible para la creación. Sabe que en poesía la forma también es fondo. Su verso busca la cadencia, su verso es hijo del mejor Vicente Gallego, hermano del salmantino González Iglesias y se baña en el color y la luz sorollesca del maestro Brines. Viene a Mientras la luz por el poema, algo canalla, que ha publicado en el nº 1 de la novedosa La Galla Ciencia, revista murciana de mucho cuido y rompedora.  Con la autorización (de él) lo transcribimos.



Comebolsas




Tampoco en estas cosas es lo mismo:
los ricos, sola y buena;
los pobres con alcohol y muy mezclada.
Las comebolsas lo saben:
te miran el reloj y los zapatos
y, si encima conduces un buen coche,
se te pegan al cuerpo y no te dejan
hasta que las invitas a unas rayas.
De pasta andan muy cortas,
por eso dejan a los tíos 
más chulos en la pista
y se vienen contigo.
Las he visto muy jóvenes
montarse con un viejo en un Mercedes
camino de una noche más oscura.
A mí, concretamente,
las que visten peor me ponen mucho.
Un hotel de extrarradio les parece gran cosa.
Jamás se han visto en otra y es la tuya;
medio gramo y ya vuelan
dos gramos y te dejan medio muerto.
Las puedes encontrar siempre los viernes.
El sábado en la noche y el domingo
lo pasan en el barrio, con su novio,
curándose la culpa y la tristeza. 

lunes, 12 de mayo de 2014

Sucedió: Mayo de Versos 2014

En Piedrabuena (Ciudad Real), durante la tarde del pasado sábado 10 de mayo, tuvo lugar el encuentro poético Mayo de Versos que organiza la "Asociación Amigos de Piedrabuena". A los poetas locales, Félix Ortega, Felipe Moreno, Antonio Sánchez y Gora Casero, se unieron las voces de los madrileños Paco Moral, Ana Ares y Ana Montojo y la de los manchegos Manuel Juliá, Pedro A. González Moreno y Nicolás del Hierro. Aquí, algunas imágenes de estos últimos. Más de 200 personas llenaron el local para vibrar con la poesía y con la música de Ana Isabel y Lucía Fernández, la guitarra de David Delgado y el dúo formado por Adolfo Sánchez y José María Galán.
Al comienzo se proyectó un vídeo elaborado por Habitación Desdoblada.
Desde Madrid acudieron como espectadores poetas como Rafael Soler y Davina Pazos; desde Ciudad Real los poetas Eugenio Arce, Elisabeth Porrero, Diana Rodrigo y Mari Carmen Matute. Fotos de MCBarri 
Ana Ares en Mayo de Versos 2014

Paco Moral en Mayo de Versos 2014

Ana Montojo en Mayo de Versos 2014

Manuel Juliá en Mayo de Versos 2014

Nicolás del Hierro en Mayo de Versos 2014

Pedro A. González Moreno en Mayo de Versos 2014

lunes, 5 de mayo de 2014

Parece que abril....

    Parece que abril quiere morir con dignidad, me comentó el jefe cuando le comuniqué la agenda de sus días finales. La redacción estaba alborotada con la cercanía del puente. Que luego no ha sido para tanto. Cumple, me dijo, tráeme noticia de lo que tienes subrayado y puedes irte. Durante cuatro días callan los poetas. El ocio culto cambia sus formas. El sol ya calienta, nos calienta. Treinta horas después tenía mis folios sobre la mesa. Los retiene. Resulta que ahora quiere corregirlos, visionar dice, porque últimamente ha sonado su teléfono en demasiadas ocasiones. Y bastante airado. Dice que por cositas, que por gratuidades que se podían haber evitado. Me dice: De lo esencial no he de tocarte nada. Vale, le concedo. Pero yo sé que no sabe qué es lo esencial. Lo digo porque a veces lo esencial suele esconderse, sin que yo lo pretenda, en lo que él llama pasajes gratuitos.

Alfredo y Cristina en el Círculo
(Foto: MCBarri)
    Leyeron el martes 29 en la Casa de Castilla-La Mancha dos poetas a los que une una gran amistad: Cristina Cocca y Alfredo Piquer, miembros activos del grupo Aula de Encuentros. Tienen su sede en el Círculo de Bellas Artes madrileño. Allí cultivan la poesía. Realizaron lectura conjunta y alternativa, en general de poemas de largo aliento, característica que también los une. Cristina, poeta de las emociones, modificó en parte su tono melódico para dotarlos de mayor contundencia, Alfredo, poeta del mar y de lo heleno, buscó en su decir la suavidad y el rumor del oleaje. Si bien es cierto que no introdujeron demasiadas novedades en la elección de sus poemas, si la encontraron en el presentador, Francisco G. Marquina, el cual anduvo por el hacer de ambos con envidiable habilidad y finura de análisis. Lo que se agradeció. Como el regalo de los comentarios finales de Juan Pedro Carrasco y de Manuel Cortijo, responsables de la tertulia, que todos cinco estuvieron en la mesa. Numerosos amigos poblaban la sala.

Elvira Daudet y Paloma Corrales en el Comercial
(Foto Andrea Andreu)
    El aire se alteró el miércoles 30. En la terraza del Comercial esperaban la hora Elvira DaudetPaloma Corrales. Elvira presentaba a Paloma y un libro de Paloma: El runrún de las palabras. Lo ha editado La Baragaña, editorial que lleva Jorge Espina, y que suele acoger autores de conciencia crítica, poetas que se piensan no asimilados, denunciadores sociales. Esto podía prevenir sobre la poesía de Paloma. Nada más lejos. Elvira lo dejó claro desde el principio. Si es un primer libro tardío, lo es porque la autora ha querido apurar la destilación de su lenguaje, la decantación de sus emociones y estar conforme con la concreción de cada uno de los poemas. Estoy con ella. Paloma es poeta volcada a la poesía, suya y ajena. Son muy conocidas y valoradas sus entrevistas televisivas a poetas con fuerza y actualidad. Pero ella es otra, única, su poesía tiene valor en sí. Es personal, cuidada, íntima, de estilo hallado, potente, transitiva, nueva. Halla, dice, conmueve, hace volver sobre ella. Leyó con temblor y segura esos poemas tan suyos que parecen fragmentos de una suite, abiertos en sus principios y en sus finales. Leyó mientras sonaba la guitarra de Chema Abascal. Tuvo serenidad para introducir algún poema y la gentileza de dedicar dos de ellos a Rafa Soler y a Paco Moral, presentes. Como presentes estuvieron Gsús Bonilla y Roberto Menéndez. Luisa Navarrete, activísima Alacena Roja y emocionada, vino desde Murcia. El acto, 35 minutos, limpio y emotivo, fue grabado y puede verse aquí.   

Eduardo Merino y Víctor M. Carrascal (leyendo)
(Foto MCBarri)
    Un poquito más tarde, en La Tapa de Era, Fuencarral abajo, leían Eduardo Merino y Victor M. Carrascal. No sabíamos que el local tendría vida efímera y con él el ciclo Bájate al sótano que conducía David Morello. Este, hoy lo sabemos, fue el último acto poético. El pequeño local estaba repleto como nunca. Eduardo, dueño de una poesía de construcción clara, nacida de la experiencia y crecida sobre la reflexión, leyó poemas primeros, otros éditos y algunos en espera de serlo. Curiosamente, él, que no se prodiga, fue padrino bautismal de Victor M. Carrascal, poeta oculto a la luz pública, que duda, pero que emocionó con alguno de sus poemas y sobre todo en el último, leído a petición de Esperanza, que es un cántico sereno a la muerte de su padre. A la salida, José Luis Torrego, Ana Ares, Paco Moral, Francisco Castañón, Carmen Bermejo, José Luis Fernández Hernán…, dicharacheros, ocuparon la calle.