Cruz de Mayo en un patio de Piedrabuena (Foto: McBarri) |
Comenzó a bocajarro, casi atropellando pantallas: Buenos días, no tanto como Scottex, pero casi. La poesía agitada y los
supermercados son los grandes beneficiarios de esta crisis. Los bares, no. También los
diaristas, puedo dar nombres. Los que escriben diarios vivenciales, no los
periódicos, aclaro. Digo también que la oferta de poemas grabados, propios y/o
ajenos, continúa siendo atractiva y elevada. Asunto que nos ha permitido
conocer multitud de caras y casas. Y modelos convencionales de librerías de
fondo. Comienza ahora, nueva moda, a comercializarse el video en común-directo
que Face permite. Sólo echamos a faltar poetas, llegarán, que pidan subvención
con denuncia del abandono al que se les somete. Añadamos que hemos
leídos poemas escritos in illo tempore que parecían hechos desde ahora,
rescatados, claro, con precisión y un “ya lo dije yo” por sus autores. De todo
esto que nos acontece alguien tendrá que dejar vero testimonio. Digamos también
que buscando bulos o huyendo de ellos, la gente cambia de red: Whasapp, Instagram,
Twitter… pero esta casa permanece fiel a Face, donde conviven en armonía
partidarios y no, poetas y no. Así divagaba el jefe en la pantalla partida y
proletaria de Zoom. No veía caras demasiado sonrientes. ¿Qué estáis pensando?,
remató. Que hasta cuándo, Catalina mía, conjugaremos paciencia y encierro –se
destapó el redactor colmillo desde su terraza dos begonias y pasillo doce pasos–,
porque no temo lo pasado, sino lo por venir. Al obligado confi de hoy añadiremos
el voluntario de luego, no lo olviden. La gente, mucho menos la mayor, no acudirá a convocatorias ni
al abrazo con facilidad. El miedo es libre y a veces necesario. Se iluminó otro
cuadro, el de la becaria, que, como acostumbra, pasó de lo de todos y fue a lo
suyo. Rápido, así: Quiero citar a nuestro amigo Alfredo J. Ramos, dice que
el poema debe ser un barco capaz de navegar en todo tipo de aguas y corrientes,
que la poesía está en todo, Y porque todo poema es un autorretrato, sólo puede llevar
en sus bodegas aquello del todo que ya está en nosotros. Su derrota es y será
errática, sí, pero su arribo es y será siempre en nuestra verdad. Yo estoy bastante de
acuerdo con el símil; y en ese descanso miro los días, miro a la gente. Tomó el
relevo la cuadrícula del novato: Yo soy de calle saben, de estar en el jolgorio o la pena de las
presentaciones, de hablar con quienes escriben y quienes editan, a los que
quiero y deseo apoyar, de escuchar en vivo a los poetas, de tomar vinos y
regresar tarde, en tres palabras: de vivir juntos. Todo esto me aturde. Por
cierto, Jefe, gracias por no acogerse al ERTE y mantener la nómina. ¿Y usted qué
ha hecho? ¿qué hace? Volvió el Jefe al uso, a su desahogo: Aparte de pagar, mover libros y celebrar la lluvia sobre
los empedrados, escribir en renglones cortos visiones aturdidas del “cuídate” y
el “volveremos”. Y dar con veinte textos mi buena lata en Face –día sí, día no–
hasta ¿aburrir? Lo esperado, lo vulgar. Pero como la familia de la red es larga,
amparadora y de excelente calidad, hemos hallado tiempo y espacio para grageas
deleitosas de conversación. En esto no hemos hecho mudanza, como aconsejaba el
de Loyola para tiempos de peste, sólo hemos recargado la costumbre. Parpadeó
entonces la pantalla, que ya veía venir lo consabido: o bien la pregunta sobre
la posible edición del corpus o bien lo de las mascarillas y el 30%. El Zoom rotuló
defensivamente [conexión inestable]… y zas, huida general,
casi escapada por las alcantarillas, aprovechando lo que llaman fundido en negro.
En esto también se ha entretenido la redacción
En esto también se ha entretenido la redacción