lunes, 28 de noviembre de 2022

Duermevelas 2/X

         





     Todo buen poeta es un saber indeciso, un saber levantado al hilo de los pedazos que logre reunir de cuantos Hermes aventó. Todo buen poema debe estar al borde de no entenderse. Por eso, por ser hijos de lo inestable, de las aristas y los acantilados, los poetas consiguieron de los dioses que rechazasen el ruego de Aristóteles, aquel que pedía que las palabras significasen siempre lo mismo en cualquier lugar, modo y tiempo. Hubiera representado el fin de su oficio. Hubiera abierto las puertas de la muerte a la canción, a la sugerencia. Sabemos que la poesía nació del canto, con el canto, para el canto colectivo (hubo muchos Homeros, no uno solo), pero también para la trasgresión del lenguaje, para la metamorfosis, para proporcionar nuevos caminos a los significados, a lo no definible.


(Ilustración: Magali Pezzolano)

viernes, 25 de noviembre de 2022

Duermevelas 1/X

       

(Serie)


      Todo y nada a la vez, se nos dirá luego, tal es la poesía, conciencia de lo absoluto por un lado y gozo de lo inasible por el otro. Tales son nuestras debilidades y muestras murallas. Tal el huerto en donde labran los náufragos de la melancolía. Dicen que Zeus ordenó romper en pedazos breves el libro de la vida, de lo vivido, y encargó a Hermes que repartiese sus fragmentos por caminos y fronteras del mundo. Llamamos hoy poetas a los encargados de buscarlos, de encontrarlos, de darles sentido. Llamamos hoy poetas a los que escarban, excavan en el todo o en la nada, en el lodo o en el alba. Por eso, el del poeta es un saber contradictorio, un saber que puede construir y destruir a la vez, incluso dentro del mismo poema. Depende de los fragmentos hallados

.

(Ilustración de Ricardo Ranz)

martes, 22 de noviembre de 2022

Un poema: Teresa de Ávila invoca al Amado

 











(Primer domingo de Adviento, 1579)

 
Amado, 
porque bien me conoces
y conoces las casas que me ocupan,

que has visto en las paredes
que levanto señales
de incendios o diluvios, Tú que sabes
que mi celda conserva pocos muebles,
-que jamás quise míos-, una mesa,
una silla,
pintados del color de los que aguardan,
y el seco lecho
en donde cada noche
espero tu piedad, no tu abandono.
 
Tú que siempre quisiste
que a solas nos hablásemos
de colores que ascienden,
de inquietudes y abismos
o de días granados,
y escuchaste en mis labios,
encalados de sal,
que voy muriendo mientras
se ha empeñado el temor en visitarme
igual que se visita un río seco
o se da una limosna.
Por tantos días líquidos y andados
por tantos días nublos y veredas,
por tanto desamparo como a veces sentimos
como a veces soñamos, ven,
Amado, ven
a esta luz que te nombra,
a esta voz que te alumbra,
que te invoca con ojos de crepúsculo.
 
Llégate Amado,
manda en mí, deja
que me envuelva tu sombra dulcemente
disuelta en la callada
quietud con la que vivo,
ven,
hoy que ha vuelto mi mano perezosa
al oficio y al gozo de escribirte,
háblame, quiero 
saberte en este anhelo de llanuras,
en esta labrantía
tierra de fundación donde tanto me apremia,
en estas tierras calmas donde
los inflamados oros del trigal
darán pronto su abrazo
a nuestras tapias nuevas.
 
Para buscarte ando,
atravieso los bosques,
los ríos,
los poblados,
las nieves que los mapas confundieron
con dolor, con olvido,
y hoy se llaman derrota o esperanza,
ven
a mí, Amado, vuelve
a esta celda que aún por Ti resiste,
a este patio que espera,
a sus piedras azules,
a la dulce penumbra
en donde sigue y tiembla el desafío
que mi espíritu teje.
 
Quiero
gobernar nuestros bocas
con divinas lujurias, remover de ese cielo 
que tienes prometido
las brasas nuevas, quiero saciar
esta sed que me rompe,
quiero
para esta luz manchega que levanto
rescatar –carne y leña– 
altos fuegos que limpien,
hacer vuelo mi cuerpo, contemplarte.
 
Amado, ven,
porque siga mi boca
siendo pozo de lumbre y oración,
huerto y hogar en donde crezcan ,
juntos y siempre,
                            como esposos,
tu voluntad y mi alma.


(Rescatado por el azar de la sombra de los archivos samsung ¿2010?, este poema que quiere buscar cobijo bajo el del poeta Fernando José Carretero. Y que seguro fue escrito pensando en el certamen teresiano de Malagón).

(Ilustración: M Pezzolano)