Por eso –respondió Margarit a la argentina Marisa M. Pérsico, reciente antologadora– un poeta debe leer poco el diccionario, debe llevar, ya, dentro, el suyo propio. Contestaba así a su pregunta de si era más certero emplear en un poema duermevela o entresueño. Estoy con el catalán. Las palabras del poeta, sobre todo las hastiales, deben ofrecerse a nuevos y múltiples significados. Deben permitirle caminar por senderos más allá de los que dibujan el lápiz del diccionario. No se trata de escogerlas cotidianas o exquisitas, se trata de que, al igual que las mujeres de Girondo, puedan y sepan volar.
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viernes, 4 de diciembre de 2020
En 100 palabras / 8 / Margarit a Marisa
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