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sábado, 23 de junio de 2018

Un poema de Jesús del Real: Yace un Ícaro...




      Tal vez lo fuera siempre, no puedo asegurarlo, pero para el Jesús del Real que yo conozco, el de estos últimos años, la poesía es una necesidad. Una permanente insatisfacción provocadora. La entiende como un desafío dialogado, como reto que no abandona, que mantiene. Hemos hablado, caminando, muchas veces de Poesía. Es junto al Arte, en especial la Pintura, su mayor pasión intelectual y estética. El dominio del vértigo, aparecido recién en Huerga y Fierro, es su tercer poemario. Raíz y brote, el anterior, y ya queda lejos aquel Solaz de caricias de 2007. La portada actúa de manifiesto. Ha querido que sea obra de Daniel Canogar, de su montaje Ícaros, tema que pasea el libro. Y que refleja su modo de acercarse a las realidades y los abismos. El dominio del vértigo es un poemario sensual. La belleza –del mar, del cuerpo esperado, de la cultura clásica– desborda lo intelectual para asediar los sentidos. El poeta atiende a plenitudes de goce, que asume y celebra. Un libro rico en insinuaciones cómplices.  Y hay, por contraste, un lenguaje enjuto, comedido (salvo excepciones), escaso en adjetivaciones coloristas. Castellano, diríamos, como la naturaleza del autor. Jesús del Real, va dejando de ser observador atento para convertirse en agente del poema, en ara del poema. Velado a veces por ciertas transparencias, pero dueño de sí para el poema: de su infancia y sus gentes, de su huerto, de su pasión, de sus lecturas, de sus aguas y atardeceres, de sus esperas y culminaciones. No es poesía débil la suya, esa al uso que domina los principios del siglo, sino densa en el decir, una poesía que recorre los difíciles caminos que van desde los sentidos al concepto, desde los accidentes a la idea, desde el existir al ser.  Pero es la poesía que necesitan los avisados lectores. La que nos hace volver..    
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Yace un Ícaro en el acero y hormigón de cada
                                                                             [puente,
pero en su luz se trazan los sueños de las cimas:
lanzarse y deshacer la trayectoria del calendario
o esperar y aureolarse con nubes,
volar a pie firme sobre el tablero
sin mirar a las estrellas, como advirtió Dédalo:
solo batir alas al justo medio.
Rememora la hybris por si el orgullo
puede más que la ilusión y lleno de entusiasmo
te adentras en el tiempo del Olimpo.
La esperanza es una necesidad de la cordura,
aprende las artes de la pintura o del vino
desde aquel oscuro Pramnio de Icaria o de Lesbos.
En la memoria de esta isla llegarás a amar
y acercarte al vuelo de lo que un instante la belleza fue.



jueves, 1 de octubre de 2015

No tan friki y otras notas

Jesús del Real y Lola de la Serna

Lola de la Serna
Foto: Móvil
A veces hay que viajar hasta Vallecas, hasta una librería que se pretende alternativa, La esquina del zorro, y estar en familia de cinco con editores y libreros para presenciar una lectura comme il faut. Sucedió el jueves 24 con Jesús del Real. En la naturalidad del que sabe, sazonó la lectura de cinco o seis de sus textos, no más, con disquisiciones sobre el poema, la poesía, su función en el mundo actual y la naturaleza del mismo. Me agradó sobremanera el selecto uso de las citas y la sabia medida. Leyó de Brote y raíz, libro reciente de Huerga y Fierro.
  Hay otras ocasiones en que es preciso caminar bajo el verde triste del que gozan ahora los árboles del Retiro madrileño, viernes 25, para gozar del milagro de la emoción. Porque si algo se derramó en el piso de arriba de la Casa de Fieras, fue comunión y pálpito. Por nada del mundo me lo hubiera perdido. Lola de la Serna presentaba el corpus completo de su obra (tres poemarios) reunido el solo volumen al que titula El solo del espejo. Lo ha editado Vitruvio, como casi toda su obra. Manuel López Azorín tuvo el gesto magistral de unir calidad poética y personal en el retrato que hizo de la protagonista. Con suave elegancia, con la tranquilidad que nace de una amistad antigua y fecunda. Lola estuvo espléndida, trasmitiendo a la sala la importancia íntima del momento, y recibiendo el abrazo de los asistentes. Leyó mucho más de lo que ella suponía. Es poeta de sutiles silencios y de insinuaciones. Dueña de una poesía humanizada, hunde su verso en el enigma del hombre, barquero en un piélago de obstáculos y vacilaciones. Y aunque López Azorín y Pablo Méndez ayudaron en la lectura de poemas, se notó la ausencia de Carmina Casala, maestra en tales lides. Dos actos de los que confortan: al cerebro, al corazón.   

Agustín Fernández Mallo

 
Fernández Mallo, la penumbra y Rodríguez Marcos
 Foto: Móvil
 No tan friki
, pero tampoco metro. Contenido, sin ánimo de epatar. Incluso con cierto recogimiento estuvo Agustín Fernández Mallo en La Central de Callao. Ante 40 y público no habitual para quien escribe. Citado como estaba para presentar Ya nadie se llamará como yo + Poesía Reunida, abultado volumen que ha editado Seix Barral. Miércoles y 30. Ante él y para entrevistarlo Javier Rodríguez Marcos, extremeño, poeta y de El País. Hablaron de muchas provocaciones. Algunas del libro. Tras analizar lo posible de ser postmoderno y gallego, supimos que era su libro más íntimo, más biográfico, nacido tras la muerte de una persona cercana. Que es el libro más rural de alguien al que se tiene por urbanita, de alguien que no supo de Walt Diney hasta la pubertad, de alguien a quien el hallazgo de una tarjeta de crédito medio roída en la profundidad de unas montañas supuso una epifanía brutal (sic). Luego, la cosa derivó en lateralidades múltiples, en preguntas elaboradas y en respuestas teñidas de ingenuidad, cuando sospechábamos viceversa. Sobre la pugna entre la palabra y lo audiovisual, sobre las juveniles incomprensiones motivadoras, sobre si el poema (y esto se repitió) debe ser una máquina perfecta de producir emociones y se citaba a WC Williams, sobre panegíricos a Las Vegas y su verdad, sobre las taxonomías de su famosa postpoética. Pero todo con un comedimiento reñido con la informalidad que le suponía la juventud oyente. Por supuesto, se recordó continuamente que es físico de estudios.Tres perlas finales. Una: No salgo, me acuesto tarde, sobre las tres, pero siempre acompañado de una idea sorprendente, escudo que me libra de la muerte nocturna. Dos: La poesía debe problematizar la realidad, en cuanto a la herramienta ni papel, ni tablet, el próximo poema lo grabaré en piedra. Tres: Agustín, a petición de Javier, se atrevió a leer un poema. Logró terminarlo.      

viernes, 19 de junio de 2015

Junio de libros: "Raíz y brote", de Jesús del Real

   
Directamente del autor, de su mano, llegó Raíz y brote a Mientras la luz. Corto trecho para una carga tan profundamente sentida. Editado por Huerga y Fierro, este es el primer libro de poemas del que se responsabiliza Jesús del Real Amado. Hubo otro perdido en lejanías. Digamos pronto que viene guarnecido con delicadeza. Un prólogo de Francisco Calvo Serraller y una portada de Carlos León. Ahí es nada. Una enorme exigencia, escuché decir al autor, que bien conoce a ambos en su calidad de doctor de Historia del Arte.

   Los poemas de Raíz y brote, atienden a la intención del titulo y la sobrepasan. Vienen dorados por cierto halo metafísico, por el enigma de la vida, por el misterio que vela al tiempo que incita al individuo hacia el conocimiento de lo real a través de sus manifestaciones. Durante la tarde de presentación en el Ateneo, dijo el maestro José Cereijo que en el vaho de solipsimo que lo transita se proclama la insatisfacción. Porque el autor participa con aquellos que piensan que la porción de vida que nos es concedida no es suficiente para aclarar las dudas del existir. ¿Celebración desolada del mundo? Tal vez. Pero celebración. Ya que en Raíz y brote, los poemas oscilan entre la contemplación reflexiva de los momento y paisajes y la voluntad del amor como anhelo y zozobra, como inseguridad necesaria. Es por tanto un libro de compleja voluntad. Escrito seguramente a lo largo de un tiempo dilatado, es posible encontrar en él diversas provocaciones y asideros, tanto en los motivos y las causas como en las herramientas formales con que se auxilia. Y a las que otorga unidad una voz consciente de sus necesidades e inquietudes, aunque aún en periodo de travesía estilística.

   Causa y consecuencia: raíz y brote: intimidad y riesgo. En la disposición de esas coordenadas quiere Jesús del Real dibujar sus fragmentos de creencias y esperanzas, sus señales y sus vientos. Poeta abierto en canal a las sensaciones, el libro entero responde al pálpito vaivén de la emoción y/o del conocimiento, del amor y del mundo. No hay en él más adherencias retóricas que las precisas; por lo general detalles que revelan su basta cultura en el mundo de las artes, incorporadas con elegante naturalidad. La exigencia, confesada por el autor, de mantener la disposición sin corte de ciertos poemas en versículos, ha forzado a componer alguna de sus páginas en apaisado, lo que da a la edición un toque de originalidad al tiempo que fuerza, por el contrario, a la elección de un tipo demasiado pequeño. Pero el libro en su conjunto es un arcón bellísimo para los 63 poemas que, sin solución de continuidad, sostienen la entrega.









































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Hoy he venido paseando por el Retiro
junto al camino ese al que debemos tantos besos.

Esta mañana el frío no embargaba el aire
una frágil geoda de amenazante nieve
cobijaba un blanco viaje a la infancia.

Hay en estos paseos siempre un momento extraño
acaso un consuelo cargado de magia
se detiene todo tránsito y se alarga
el instante de soledad
en pleno centro
en plena hora punta
en pleno caos humano
de esta huelga de esperanzas.

En ese momento imagino
que te despiertas y te envío
todos los versos de la noche
suspendidos en el vaho
espero que abran tus párpados
y los recojan tus manos
en esa primera caricia
que recorre tu cara.

Sigo andando ya impregnado de ti el día
ojos tras el cristal, cala otro silencio
la fragilidad desnuda del árbol
esas prisas por llegar, los atascos
¿adónde vamos?
seguiré viajando hacia ti
un trayecto incansable
que promete
delicias de los cuentos
sorpresas de epigramas
y tus listados épicos.

Montaré una jaima en el albero de tus ojos
donde tus párpados cobijen la deriva de mis sueños,
senda que me encarrila a los alrededores de tu cuello
asombrosa zona detonante de bocados.

Aturdido explorador seré
sobre tu pecho levante de emociones
y tu espalda poniente de despedidas,
entre tus explanadas gozosas
y tus cuencas guardabrisas.

Montaré la espera al albor de tu llegada
con ojos de tránsito cruzando de vía en vía
con ojos fulgor de lanzallamas
derritiendo el tiempo por el que te escapas.


lunes, 17 de febrero de 2014

El reportero frustrado

   Consejo bimensual de redacción. Habla el jefe: Digo yo que la poesía parece ser una actividad indescriptible preocupada por describir lo indescriptible. La poesía espera siempre ser descrita a base de comparaciones o contradicciones, de negaciones o paradojas, mas siempre al sesgo. Los que la ejercen de forma consciente se atreven menos que nadie a definirla, tampoco a limitar su campo. Y cuando se ven forzados a hacerlo lo hacen -no demasiado convencidos- por aproximación o señalando alguna de las cualidades que se supone contiene. No actúan así porque encuentren libertad en la indefinición, sino porque saben que está en la esencia de la poesía ser, de inmediato, otra cosa que aquella que se termina de definir. Siempre te deja mal, siempre huye, no es fin sino camino. Pero eso sí, senda que ni el eterno caminar agota. Andar a su lado sirve de poco. Jamás avistaron destino aquellos que de verdad la acompañaron. Ni el del amor. Ni el de la vida. Ni el de la muerte. Por eso hay tantos que siguen en la búsqueda y perdidos. No es de fiar, ni se deja describir ni describe. Es por tanto algo ajeno a la razón, a la lógica de lo físico. Un disturbio. Un trasto, a veces necesario, entre el tacto y la irracionalidad. Tras una pausa para ver el efecto en los rostros de los redactores, concluyó: Sabemos poco del asunto de la poesía, del que vivimos, y este es uno de los pocos temas que en Mientras la luz debe quedar meridianamente claro. Sed humildes, no pretendáis entender y os mantendréis con salud.
Muchos redactores salían con la extrañeza en los ojos, mas en silencio (por respeto). Sólo la becaria se atrevió, casi inaudible, ¿De quién diablos habrá aprendido eso de meridianamente claro?

Javier Díaz Gil y Federico Monroy

 Con tal enredo –y con las horas tasadas– salimos a la descubierta de la semana. Lunes 10. Sin ánimos casi. A Libertad8, que siempre hay algo. Este es un local de conquista fácil, basta con atreverse y solicitarlo. Federico Monroy quiso estar acompañado por Javier Díaz Gil en la lectura y sus compañeros de la tertulia Rascamán en la zona de escucha. Por cierto, la tertulia ha abandonado el Café Ruiz para irse por la zona de Diego de León (La Livrería C/ Martínez Izquierdo, 9), territorio a conquistar por y para la poesía. Hubo brindis inicial, música de piano –a ver si lo arreglas, Julián– y poesía bien leída, en calma sonora. Federico con cierto riesgo, siempre al borde de… y más asentada y firme la de Javier. Mereció la pena. Alma Pagés estuvo de guardia, protegiéndome.

Javier Lostalé
   Decididos a entender, pero humildes, acudimos a la Biblioteca de la calle Azcona el martes 11, leía Javier Lostalé, que dijo extrañar el tiempo que llevaba sin una lectura individual. En Madrid, puede ser. A esta la tituló Rosa y tormenta. Javier es lord protector de los poetas madrileños, a quienes alienta y escucha con respeto, pero lee poco en público. Dijo que escribe mucho, que espera libro con Pre-Textos para el otoño, que mientras lo escribía estuvo imaginando y disfrutando una amor y una magnífica historia de amor. Y de ello trataron unos poemas que se envolvían en el disfrute de los cuerpos, y las almas, y esas cosas. Todo en un decir purísimo. Si la poesía es una forma significativa de lenguaje, aquí la hay. Tras la lectura y ante la ausencia de preguntas, el poeta mantuvo un prolongado monólogo que fue aliviándole la tensión anterior. Contó alguna anécdota táctil alrededor de su Aleixandre.

   Miércoles. Reflexión.

Jesús del Real en Arco Poético
   En la Biblioteca de Retiro continúa el ciclo 2014. A Beatriz Russo (enero) le siguió en febrero Jesús del Real. Se anuncia para marzo la de Beatriz Herranz. Parece que Pepa Nieto quiere asegurarse la presencia de Miguel Losada. Veremos como siguen las convocatorias. Jesús estuvo íntimo y reservado. Hubo palabras previas de José Cereijo, tan ajustadas y fundamentales como siempre. Se aprende con él. Debería asistir el jefe, beber de su palabra, porque el asunto de la poesía, como él dice, adquiere transparencia escuchándolo. Jesús del Real es poeta enamorado de la poesía, la busca para quedarse en ella. Bien a través del amor, bien de la naturaleza. Leyó sin levantar los ojos ni la voz, intentando trasmitir el mismo aliento con el que escribe. Son poemas basados en el temblor, aunque atravesados aún por las lecturas. Hubo bastantes poetas entre los asistentes, María Antonia Ortega y Reina Palazón entre ellos. Jueves y 13.

Jerónimo Calero en un momento de su lectura
  Rodeados de todo el siglo XIX, cantaron los poetas al amor. Otro libro colectivo de Cuadernos del Laberinto. Y van… Encabezados por una muestra antológica de LA de Cuenca, LA de Villena y de Hilario Tundidor, más de una veintena de poetas convocados reunieron sus textos para la cuestión. Era 14 de febrero en el local de la AEAE, Leganitos 10. La sala en granate tiembla y aguanta. Con la chispa que acostumbra, leyó Enrique Gracia citas en torno al amor Consiguió, horizontal, la sonrisa. Siempre lo hace. La editora justificó el fruto y el trabajo de coordinación, que no suele ser poco. 12 euros. Luego comenzaron las lecturas. Leyó un chico, joven, al que habían otorgado el premio convocado al efecto, un poema que no lo parecía, lo juro. Habían venido desde La Mancha dos amigos de Mientras la luz, Jerónimo Calero y Juana Pinés, tras leer Jerónimo su poema, ese sí, tuvimos que abandonar la sala. ¿Recuerdan lo de la horas tasadas? Una sala repleta e incomodísima para estas lecturas colectivas. Lamenté no poder escuchar a Juana, a Maxi Rey y a Ana Montojo, que aguardaban turno. No vi por allí ni a LA de Cuenca, ni a LA de Villena ni a Hilario Tundidor que tanta ilusión me hacía.  Peste de reportero frustrado.