jueves, 28 de marzo de 2019

Rafaeles en la Alberti: Morales y Soler

       Sin apreturas que distorsionen, sin sofocos extraños, la primavera y la poesía siguen recorriendo Madrid. Tras la avalancha del Museo del Prado, donde Ada Salas congregó a 200 personas para leer su Descendimiento, la cueva de la Alberti impone su sosiego y su fuerza como lugar en donde reconocerse. Como bóveda de peregrinación desde todas las españas, que se decía. Dos editoriales, cántabra y valenciana, y dos rafaeles acudieron estos días pasados.

1
Foto: Jaco Liuva

      Difícil saber cuantas versiones existen del Libro del desasosiego si no eres el profesor Rafael Morales Barba. Seguramente tantas como lectores, como traductores, como investigadores haya. Como pessoanos en el mundo son y vendrán. Y será imposible conciliar una para todos. Porque ese es el truco sádico del baúl. Pasa con sus folios como con las palabras, que ninguna significa lo mismo para todos. Y esa es la voluntad del arte: lo voluble como firmeza, lo diverso como vocación. Lo que sí sabemos es que el profesor Morales Barba termina de dar a luz Fernando Pessoa. El misántropo desdeñoso o el Libro del desasosiego, con Libros del Aire como partera, la editorial que ahora sostiene Carlos Alcorta, con quien charlamos. También sabemos que hay más estudios sobre Pessoa que folios contenía su baúl y casi tantos como los nombres/hombres soñados que inventó. Y todos o casi todos los recoge, en una relación interminable de citas, el profesor Morales, quien apoyado en ellas y en un estudio rigu y minucioso del Libro… ha intentado definir, por aproximaciones y descartes, la personalidad del lisboeta a través de lo que sus fragmentos declaran. La búsqueda del hombre posible que fue, del verdadero que ocultó. Sabemos, porque estuvimos, que presentó el libro en la Alberti –viernes y 22­– y que lo hizo en soledad, sin el presentador acordado, que había olvidado la cita. Pero el profesor Morales estuvo continuadamente feliz y dijo. Dijo de su objeto de observación que fue un sebastianista irredento, un espíritu tocado por el virus de los elegidos, dipsómano, desdeñoso con el vulgo, desvalido, aristocrático de comportamiento, soltero con madre, lisboeta recluido, epicúreo, metafísico y bebedor de cinginha. Por un instante lo llamó eximio, pero también protofascista. El asunto más que de crítica literaria fue de retrato y psicología histórica. Sepan que por 22 euros hemos adquirido el libro, para el que ya hay en la redacción lista de espera lectora (a pesar de que advertí, a becaria y novato, que no hay lances de amoríos sino retraimientos). En el camino de vuelta abrimos por la pg. 246 y leímos en la prosa característica del profesor Morales:


La mismidad hecha literatura y diferencia, ser un mendigo existencial aislado en la misión de conseguir ese gran arte único, es la razón última y personal de quien siempre rechazó ser comprendido o conocido. “Ser comprendido es prostituirse”, mantiene muy en consonancia con su apartamiento de la existencia: “No rocemos la vida ni con la punta de los dedos. No amemos ni con el pensamiento”



2
Foto Lucía Comba

   
   El poeta Rafael Soler está siempre de estreno. Haga lo que haga y escriba lo que escriba. Tal es su manera de estar en el mundo. Todo le sigue sorprendiendo, en todo halla. Tras la negritud de tantas portadas, la albura que le corresponde. Una editorial valenciana, OléLibros, le ha obsequiado con uno que le entiende y le contiene. Se trata de la antología Leer después de quemar. Una primera versión apareció en Ecuador –sepan que el poeta Rafael Soler es muy americanista, donde tiene tan numerosos lectores como amigos– y ahora se amplia y renueva con la versión española. La presentó, Alberti y miércoles 27, en un encuentro que quiso íntimo, pero que agotó las sillas y las existencias del mostrador de Lola Larumbe. 14 euros. Al editor, Toni Alcolea, tímido en su estreno en la Alberti, le pareció bien. Dijo Joaquín P. Azaústre que no es una compilación al uso, sino un libro nuevo levantado alrededor del hombre que soporta al poeta por la persona que más de cerca le vive, Lucía Comba Y que los poemas resuenan con nueva intención porque hablan, a gritos o susurros, con los vecinos, y se aprovechan unos de otros para las confesiones del pasado o para decirse asuntos todavía bajo sospecha. Son 99 poemas vivos como látigos, que se revuelven. Para quienes conocen su obra, para quienes no la conocen. El poeta Rafael Soler estrenaba como protagonista el recinto de la Alberti y la emoción del día. Sanado ya de los devaneos con la prosa, acude al decir que lo determina, al estallido sonoro del poema. Lugar que ama por encima de todas las cosas y al que dedica las madrugadas, los ventanales al sur. Para apoyar su discurso leyó dos textos de un poeta finlandés que siento no recordar (ay, esos nombres raros) y otro recogido de Mientras la luz. Eso estuvo bien. Sepan que hizo lectura corta, buscando lo esencial, que comenzó por el autorretrato que cierra el libro para regresar a los orígenes, uno de sus motores. Tiene otros y potentes, que diría él. El amor y el picotazo del deseo, lo inexorable de los desencuentros, la necesidad de la ternura y de los otros, el azar de naipes que habita en lo vibido, en lo bevido, el existir como descubierta y posibilidad. Y la negación de la muerte como silencio. Contenido y sereno, no pudo ocultar su gusto raíz por escribir libre de causas y motivos. Ya en la puerta, alguno de los poetas asistentes se encargó de recordar lo apuntado por Joaquín, que el poeta Rafael Soler es persona de abrazo envolvente. Cualidad de la que también informé a la redacción, donde leyeron este poema después de haberlo quemado.  

Desde tu corazón de ayer

Así cruzamos juntos
las solemnes avenidas y los campos
los anchos días plenos y los años miserables
la fiebre y sus salones

sin caer en la cuenta de tus cuentas
y el futuro más cerca del pasado
cuando entiendes que la vida que te falta
es entera la vida que me has dado.

lunes, 25 de marzo de 2019

Seis haikus de Carlos Alcorta








Estuve allí
solo una vez. Dos horas.
Toda una vida. 

***
Cambió tu vida
ese golpe de mar 
que no esperabas.

***
La ansiosa meta
que nunca alcanzarás
es el futuro.






En la piscina
vacía amarillean
los flotadores.
                  ***
Nadan sin agua
las alegres bañistas
en la memoria.

***
¿Durante cuánto
tiempo recordarás
su piel rendida?








CARLOS ALCORTA  (Torrelavega y 1959) poeta y editor.  Crítico e impulsor poético en su tierra cántabra. Sus diecisiete silabas son herramientas útiles para la introspección. El mar y el tiempo. el juego inacabado de lo fugaz y lo que permanece.  Escribir es también andar la vida. Ahora es la noche (2015) es su último libro publicado.

viernes, 22 de marzo de 2019

Poética tras el día mundial




      En este momento, tras el día de ayer, 21 de marzo, y según las últimas estadísticas, unas 17.234 personas de la Comunidad de Madrid están escribiendo un poema. Una de ellas ha parado un instante, tras el cuarto verso, su emocionada labor. Y se ha escuchado decir, preguntarse.

Escribir, escribir un poema, por qué insisto en escribir otro poema, para quién escribirlo, por qué hoy, de qué escribir sin que se altere el aire, es este el tablero adecuado, la voluntad adecuada, cómo escribir, desde qué vientre escribir un poema, a qué agresión exterior culpar de la escritura de este poema, de qué óxido se alimenta un poema, cuál será la función del poema que escribo en una sociedad que amasa lo transparente, qué poetas leerán el poema que escribo o me escriba, si escribo pan comeré, aún no sé si debo escribir un poema para que crezca un árbol en el otro extremo del mundo o preguntar a los pájaros si ven volar poemas entre nubes, si escribir un poema con vértices obtusos o para que oculte andamios, escribir desde la alegría, hacia el futuro ocioso, escribir como se habla, como se anda, como se come, no sé si me gustaría escribir un poema que entiendan hasta los perros sordos que dice Simic, si escribir en subjuntivo o desde lo consuetudinario, si deseo escribir un poema elegante para ganar un certamen sideral o para decorar pasos de cebra, tal vez mejor escribir sobre el vino y la uva airén antes que sobre la luz indefinida... si escribirnos poemas y numerarlos, si alentar la escritura de poemas recíprocos...

Pasado el instante, continúa haciendo versos, Bien feliz, bien del oficio. Feliz o del oficio, tal es la cuestión de cualquier poética, de esta también.

jueves, 14 de marzo de 2019

Seis haikus de Luis Alberto de Cuenca


JAUFRÉ RUDEL (1972)

Talle de viento.
Un jazmín se desploma.
Llanto del agua.

CONTIGO (2006)

Viajar a Marte
o al cuarto de la plancha.
Pero contigo.

RUMOR DE MIEL (2006)

Rumor de abejas
en la piel de tus ojos
cuando me miras.



EL HÉROE (2006)

Vivió. Murió.
Supo ser nadie y todos
al mismo tiempo.

ABSTINENCIA (2010)

El dinosaurio
de tus sueños se ha vuelto
vegetariano.

DEL MYTHOS AL LOGOS (2018)

Desilusión:
es un avión o un pájaro,
no es Supermán.


LUIS ALBERTO DE CUENCA (Madrid y 1950) termina de publicar sus Haikus completos con Libros del Mississippi que dirige Antonio Benicio Huerga. Dice no creer que los occidentales podamos trasladar los haikus japoneses, por ello se concede libertad hasta para titularlos. O asonantarlos. Declara que escribe pocos, por lo que anota fecha. También hacerlos participar del humor paradójico que caracteriza su última producción.


lunes, 11 de marzo de 2019

Crónica primaveral: Raquel y Corredor-Matheos


      Puede que no orbital, pero sí atmosférica y poética: estamos en primavera. Y dos poetas una joven, y otro también lo celebraron la semana pasada en Madrid. En lugares que son ahora centros ciertos de atención primaria: Café Comercial y Librería Alberti. Madrid está agitado y hay praderas de hierba tras cualquier esquina.


Joaquín P. Azaústre y Raquel Lanseros
(Foto: L. Comba)
1
      Está que arde el Café Comercial en esta primavera de 19. A los llenos de la planta baja añaden las llamas que se prende a media tarde en el “piso de arriba”. Rafael Soler, sabedor de la dejación de otros foros, es responsable de tales calores. Si mañana martes está prevenida una sesión conmemorativa de los 66 años de la Tertulia Montesinos, el lunes 4 tuvimos un acto de alta temperatura. Raquel Lanseros leyó y vivió de Matria, libro que recoge poemas urgidos por su reciente maternidad. Estuvo acompañada en conversación por Joaquín P. Azaústre, que hurgó en sus quehaceres actuales. Y lo hizo con la habilidad suficiente para que además de su sonrisa, de su buen ser, brillaran sus nuevos poemas. Estos que vienen envueltos en el estuche de lujo de la colección con que Visor pretende competir con Tusquets. Estuvo Chus, por cierto. Raquel añade aquí a sus provocaciones habituales (tiempo, historia, orígenes, lengua, los otros…) un nuevo lugar de extracción: el hecho de ser madre –qué enorme poema Todo corazón, con que obsequió. Toda Raquel es una palabra en busca de identidad, personal, poética y colectiva. No hay poema suyo en donde no se perciba la tensión de ser, el desafío de estar. Es poeta en el borde de claridades e intuiciones, en la frontera de lo celebrativo y lo significativo, en los límites de la constatación y la paradoja. Poeta de la dulce lezna y/o acerado bálsamo, vive en la elegancia de lo no fingido, y lejos, muy lejos, del acostumbrado patetismo español de cartón piedra. Poeta de una generación que pregunta desde lo joven al pasado y al futuro –poemas como Europa, el nuevo Frankenstein, como Epifanía en La Boca–, aparece también preocupada por el hacer poético: ese La loca más cuerda que abre el libro y que leyó en la tele hace unos días. Dijo de ella Joaquín que es capaz de fundir el verso claro y la exigencia, la técnica y la frescura. A lo que respondió que la poesía es un río que nace en la tradición, y corre para ser compartido. Agua y orillas para crear realidades paralelas, remarcó. Leyó con desparpajo contenido, habló de América como esperanza fecunda, agradeció a la vida. Matria (20 euros) es un paso firme que la confirma en sus lectores, esos que recuerdan sus impecables Croniria y Las pequeñas espinas son pequeñas y a los que acaso despisten poemas como el soneto incluido o los descritos en inglés (su otra lengua).


José Corredor-Matheos dedicando
(Foto MCBarri)

2
      Sepan los que ignoran que José Corredor Matheos cumplirá dentro de poco 90 años y es un poeta en flor. En agua, en montaña, en paisaje, en pez, en vuelo, en geranio, en vida. Desde hace años, desde su Carta a Li Po. Es el asunto que la extremeña Fundación Ortega Muños ha editado, al cuidado de Álvaro Valverde y Jordi Doce, la selección El paisaje se hace en el poema (12 euros). Buen título, porque refleja la manera de entender que tiene este extraño, por singular, poeta manchego-catalán. Dicen que su poesía aspira a no ser notada, por ser fusión, contagio. Deseosa como está de ser palabra adherida al pájaro que pasa, a la hoja que cae, al son de una campana. Que procura ser de la misma naturaleza de cuanto existe y maravilla. O de cuanto es nada.  Corredor-Matheos es amigo del poema transparente. Más aún, si pudiera lo haría desaparecer. No las palabras, que venera, sino el objeto escrito que llamamos poema. Y todo para que no sea obstáculo que nos impida ver cuanto importa: léase las cosas que viven y nos dejan vivir en ellas, con ellas o en sus alrededores. Si pudiera, suprimiría al propio poeta como tal. El lector, el buen lector, percibe esa intención y se sabe con él sosiego, y se transforma con él en mirada caminante. Dijo Jordi Doce al presentarlo que es poeta de lo breve, del verso corto y decir ligero, de los instantes iluminados. Que es poeta reconciliado y reconciliador. Zen o franciscano, a elección. Dijo también que el libro se ha elaborado como una unidad y debe leerse como libro exento y único, que contiene poemas nuevos. Dejó tiempo, qué bien, para que el poeta dijera. Y Corredor dijo de su amistad con Godofredo Ortega Muñoz, el pintor de los paisajes místicos. Y dijo de sí mismo. Declaró ser moderada y felizmente apocalíptico, porque caminamos como sociedad hacia un derrumbe necesario y oportuno. Que cada poema es para él una sorpresa. Que todos nacen del no planteamiento y se levantan sin permiso. Que es también sincrético: todos somos todo. Y lo dijo varias veces. Viéndole hablar, moverse, hacerse fotos, preguntar a todos y escuchar a tantos amigos como acudieron, cualquier testigo declararía en juicio que es uno con el tiempo, que la mitad del camino no ha llegado aún para Corredor-Matheos, que su cuerpo y su mente están recientes y limpios. Y que todo sucedió en la Alberti y en la tarde del 6 de marzo.

________________________

AMOR PROPIO


Aún no la conozco, pero sé que me piensa
Me contempla también, de vez en cuando.
Tiene fotografías, vídeos, grabaciones, 
                                   quien sabe si hologramas.
Mientras yo me preocupo 
por cualquier nimiedad cuyo fin no recuerda, 
ella sueña la dicha que sería 
volver a estar un rato en mi lugar.

La anciana que seré me quiere más que yo.

                                             RAQUEL LANSEROS

_________________________

Sé que es una montaña 
porque vuela, 
porque nunca está quieta, 
indecisa 
entre el cielo y la tierra. 
Sé que es una montaña 
porque no necesita 
saber que estoy aquí, 
clavado, contemplándola.

                                 JOSÉ CORREDOR-MATHEOS