Hay curiosidad y expectación por
Fiebre y compasión de los metales, el nuevo libro de
María Ángeles Pérez López, poeta de enorme potencia en su decir y de comprobada capacidad de provocación en sus temas. Poeta en la cual la acción de escribir halla sentido, fundamento, vida. Mujer que tiene la piel abierta. Piel por la que se cuela el viento sin permiso, los colores en desbandada, la caridad del sol, el estallido de lo humano. Piel sajada. Grietas y ascuas de las que mana tinta enrojecida de violencia y ternura, a un mismo tiempo. Urgencias. Si su anterior entrega,
Atavío y puñal, que editó Olifante, fue un reguero caudaloso del dolor -cómo olvidar las mujeres abrazadas al verde, al añil, al bermellón del sufrimiento y de las sanaciones- el nuevo libro que aparece bajo el sello de Vaso Roto (bien por
Jordi Doce) habla de los instrumentos de la herida. Habla del acero y sus variantes. Habla de sus posibilidades para la seducción, para la miseria.
Estamos atentos. Y como no podremos dar noticia presencial del acto anunciado en la Alberti para el próximo 16 de marzo, adelantamos para los lectores de
Mientras la luz este poema con nombre africano y propio.
[LA CUCHILLA]
La cuchilla se eleva
en el insomnio.
Parece un animal inofensivo
pero en la noche sueña con cristales,
con vallas levantadas para el miedo.
La que rasura al hombre lentamente
y recorre su rostro, cicatriz
de la mañana abierta en diminutas
flores de sangre roja y perfumada.
La que duerme en silencio en su cajón
como un verbo desnudo e inocente
pero luego destroza la sintaxis,
las manos cuando intentan alcanzar
la valla que prospera en la estrechez.
Siete metros de lava y de ceniza
izaron en Pompeya la desgracia.
Son seis los que atormentan esas manos
cuando en Melilla sangran las vocales,
falanges que fracturan el presente
y lloran rojas letras de papel.
Su tinta azuza el agua y la envenena.