viernes, 15 de febrero de 2013

Todo lo que puede ocurrir, termina ocurriendo



Lo posible y anunciado suele terminar ocurriendo. Sobre todo si se agrava la situación. Peter dixit. La primera semana de febrero se recordará por la sumisa agitación laboral que contuvo: Iberia, Mientras la luz y Bankia, han planteado, y llevado a cabo, los eres más radicales que se conocen. Mas es el caso que muchos trabajadores se han incorporado a ellos de forma voluntaria y alegre. Lo que viene después, aseguran, es peor, vayámonos ya. Además, dicen, el paro es sosiego estético, ocio liberado para la creación artística. Mientras la luz consta ahora de este único redactor, que se queda porque no tiene a donde ir, si no es a los espectáculos gratuitos que las tertulias ofrecen. El jefe le ha propuesto un finiquito de 400 a 1000 euros, pagadero en años. Al tiempo que, aprovechando alguna de sus montañías, la posibilidad de custodia helvética. Tentaciones. Veremos. En estos tiempos delicados, este único redactor sabe, con otros, que alguien debe ignorar la palabra claudicación. Que los poetas deben resistir, vocear, ofrecer, ofrecerse. Ser rebelde refugio. Voz. Altavoces de espera. Y alguien debe contarlo.

Esperando a Luis Luna

Miguel Ángel Curiel
(De la red)
Vino Miguel Ángel Curiel la mañana amenazante del lunes 11. Vino desde Galicia hasta La Marabunta de Lavapiés. Vino a presentar su Hacer hielo que acaba de ser señalado con el premio José Hierro. Curiel es nacido en Alemania. Tostado por lo que Talavera tenga de Mancha, ha recalado en Lugo, donde habita. Nada de eso le ha impedido seguir escribiendo un mundo cercado. Hacer hielo es un episodio más en ese hacer expresionista, en ese aire atravesado por tórtolas con los vientres abiertos que no podemos o sabemos leer. Vuelos, aires negados. Sus distintos poemas son maneras distintas y dramáticas de escribir la incomunicación. G. Ben, G. Trakl. Miguel Ángel había convocado a Ángel Guinda y a Luis Luna para que le aliviasen su timidez en las lecturas. Guinda, alegre y serio, cumplió. Leyó sabiamente cuatro poemas, señaló las tensiones del libro: tiempo, naturaleza, muerte. Pero Luis Luna no aparecía y el autor se impacientaba. Ni la presencia de Juan Carlos Mestre, apreciado y discreto, lo calmó. Luna no aparecía y el autor debía leer. Leyó, y en su voz los poemas crecieron en sus significados. Como nadar de noche, dijo en algún instante. Entre los que le escuchaban, Francisco Jiménez Carretero, venido desde Albacete, Alfonso González Calero, su anterior editor, Paco Gómez Porro, poeta y montañero, Raúl Nieto de la Torre, padre próximo y feliz, Cecilia Quilez, casi con novedad, Agustín Porras, de El Alambique. Esperando a Luna, leyó Raúl Campoy algún otro poema. Umbral callado. Nada bajo el dintel. Nadie llegaba. Curiel dijo que odiaba leer a Machado (D. Antonio), que retorcía para aparentar lo recto, que si la nieve le hubiera impedido… ¿y Luis? Sin rastro, contestaban a coro los 40 presentes. Un pequeño coloquio: pintoresco, provocador. La cosa se dio por concluida. Vino tiempo a las conversaciones. A las interminables despedidas. Al exilio fumador. Cuando todo parecía consumarse, hizo Luis Luna presencia.  

Tres poetas extremeños

(Fotografía de Rafael C. Montesinos)
Abrieron la temporada en Tertulia Montesinos. Forman parte de una antología de poetas ¿jóvenes? extremeños, cuyos responsables son los profesores Mario Martín Gijón y Rafael Morales Barba, que los apadrinaron. Matriz desposeída la titulan, no sé si desacertadamente. Pocos asistentes, no más de quince, para atender a unas voces nuevas con toques. dijeron, valentianos.
Leyó José Antonio Llera, profesor y crítico, poemas de sus editados y algún anticipo. Su poesía escarba entre los despojos, hurga en los suelos sucios de la realidad, y sobre ella camina con los talones mutilados. Hay una fragilidad del cuerpo, parece que consentida, ante la turbia rotundidad del mundo. La única verdad es el suburbio y su amenaza. Dijo que su próxima entrega llevará como título Transporte de animales vivos. Después de escucharle, lo creo acertado. Su atinadísima exquisitez formal conduce hasta los vertederos de lo desasosegante. Es poeta de extraordinaria personalidad. Leyó  Elena García de Paredes una poesía de toque minimalista, de apuntes, de sugerencias que ayudan a circular entre los iconos recientes de nuestra posmodernidad virtual. Poesía al hilo de los haceres jóvenes cotidianos, de su ironía, de la búsqueda de la sorpresa lingüística, aunque lejos siempre de la ocurrencia. Poesía de la comunicación cómplice, de la vida como acción compartida y contemplada. Todo leído, teñido, con un cierto temblor temeroso que acentuó la sensación de autenticidad. Y leyó Luis Darío un solo poema. Uno de los cantos que forman su próximo poemario en proceso de edición. Un solo poema que le ocupó 28 folios (sic). Que nos ocupó 28 folios. Nunca había sucedido, pero todo lo que puede ser termina en ser. Canto muy del tiempo a vivir. Canto que habla de las razones indignadas de tantos, de las nuevas tensiones a que se ven sometidos los individuos. Y que deciden escondidos poderes. Canto que habla de las razones para oponerse, de las emociones para oponerse. Canto que habla de la necesaria postura personal, estética y social ante el conflicto. Luis Darío, que sopesó la oportunidad de tal lectura, y aceptó su riesgo, mantuvo intacta su apuesta poética a lo largo de tanto papel. Lo que no es poco. Lo dicho, tres poetas extremeños, lo que está muy bien para un martes y 12 de febrero. ¿O no?  

La emoción sostenida

 Parece que Pepa Nieto ha decidido remover su tertulia Arco Poético. Al torbellino gallego de enero, ha sucedió la emoción desbordada de febrero. El anuncio de la lectura de Rafael Soler consiguió el repleto milagro de una sala desbordada. Pudo, convino, luego se hizo.
Paco García Marquina
Y es que a veces ocurre lo que debe ocurrir. Y algo más. Porque la presentación del seductor poeta y ferroviario alcarreño, Paco García Marquina, se instaló en la frontera del buen hacer. Fresca, atrevida, conocedora, picante, capaz. Con la sabiduría del perfecto aperitivo, aquel que deja al apetito alegre y deseoso. Dijo que el presentado es grande y diáfano, que no es gente de avería (de disimulo), sino que siente y escribe bajo palabra auténtica. Tras su decir, un horizonte extenso de público-poetas rugía por las gradas del anfiteatro. Tiempo para el poeta anunciado.
Pepa Nieto y Rafael Soler
Rafael quiso que ser a la vez voz y escucha para sus nuevos textos. A los éditos, añadió unos doce textos que inauguraba. La emoción tomó camino en las dos direcciones, se hacía densa, permanente. Sus nuevos poemas parecieron, si cabe, más potentes, directos, con más intención elaborados. Hábil para explorar las antinomias lingüísticas con las que resalta lo que tienen nuestros hábitos de anhelo y de contradicción. Rafael anima a caminar a las palabras hacia la paradoja que más sorprenda, que más sugiera, que más provoque. Ha ceñido los títulos nuevos a la relación de acciones automáticas, cotidianas, (andar pasillos, sacar al perro) para después construir, tras su parapeto, escenarios no previstos, que golpean. Sus versos, siempre rebeldes, aceptan a regañadientes la sumisión al camino del poema, pero cuando son convencidos se produce la explosión cegadora que hace de este poeta un lugar único. Hay demasiados testigos de ello. Mostró Rafael Soler ser observador lapidario de hombres y mujeres, de cuyos asuntos conoce las costumbres, los modos, los aromas. Es poeta que sabe de la atracción que la inteligencia levanta. Calló a su justo tiempo y hubo insofocado aplauso. Prieto. Un amago de coloquio no pudo con la emoción sostenida. Solamente las cervezas posteriores lograron mitigarla en parte. A veces ocurren estas cosas.
Lucía, Manuel y Elvira
Fotografía de Julio Castelló
Buen jueves, este 14 que media marzo, para las más de 80 personas que colmaron la sala, en su mayor parte poetas. No es posible su relación, salvo indicar que Pepe Elgarresta, Emilio Porta y José Cereijo llegaron algo tarde. Lo que se señala para su corrección pública.  

La sala.
Fotografía de MC Barri

1 comentario:

La Solateras dijo...

No estuve. Y lo siento. Mis disculpas para Rafa, para Paco y para Pepa. Yo fui la que más perdí, eso seguro; pero en mi vida, sin yo proponérmelo, hay más cosas que la poesía. Hijos, nietos, problemas... No me da el ancho.