Lo posible y anunciado suele terminar ocurriendo. Sobre todo
si se agrava la situación. Peter dixit. La primera semana de febrero se recordará
por la sumisa agitación laboral que contuvo: Iberia, Mientras la luz y Bankia,
han planteado, y llevado a cabo, los eres más radicales que se conocen. Mas es
el caso que muchos trabajadores se han incorporado a ellos de forma voluntaria
y alegre. Lo que viene después, aseguran, es peor, vayámonos ya. Además, dicen, el paro es sosiego estético, ocio liberado para la creación artística. Mientras la luz consta ahora de este
único redactor, que se queda porque no tiene a donde ir, si no es a los
espectáculos gratuitos que las tertulias ofrecen. El jefe le ha propuesto un
finiquito de 400 a 1000 euros, pagadero en años. Al tiempo que, aprovechando alguna
de sus montañías, la posibilidad de custodia helvética. Tentaciones. Veremos. En
estos tiempos delicados, este único redactor sabe, con otros, que alguien debe
ignorar la palabra claudicación. Que los poetas deben resistir, vocear,
ofrecer, ofrecerse. Ser rebelde refugio. Voz. Altavoces de espera. Y alguien debe contarlo.
Esperando a Luis Luna
|
Miguel Ángel Curiel
(De la red) |
Vino
Miguel Ángel Curiel la mañana
amenazante del lunes 11. Vino desde Galicia hasta La Marabunta de Lavapiés.
Vino a presentar su
Hacer hielo que acaba de ser señalado con el premio José
Hierro. Curiel es nacido en Alemania. Tostado por lo que Talavera tenga de
Mancha, ha recalado en Lugo, donde habita. Nada de eso le ha impedido seguir
escribiendo un mundo cercado.
Hacer hielo es un episodio más en ese hacer
expresionista, en ese aire atravesado por tórtolas con los vientres abiertos
que no podemos o sabemos leer. Vuelos, aires negados. Sus distintos poemas son maneras
distintas y dramáticas de escribir la incomunicación.
G. Ben, G. Trakl. Miguel
Ángel había convocado a
Ángel Guinda y a
Luis Luna para que le aliviasen su
timidez en las lecturas. Guinda, alegre y serio, cumplió. Leyó sabiamente cuatro
poemas, señaló las tensiones del libro: tiempo, naturaleza, muerte. Pero Luis
Luna no aparecía y el autor se impacientaba. Ni la presencia de
Juan Carlos
Mestre, apreciado y discreto, lo calmó. Luna no aparecía y el autor debía leer.
Leyó, y en su voz los poemas crecieron en sus significados.
Como nadar de
noche, dijo en algún instante. Entre los que le escuchaban,
Francisco Jiménez
Carretero, venido desde Albacete,
Alfonso González Calero, su anterior editor,
Paco Gómez Porro, poeta y montañero,
Raúl Nieto de la Torre, padre próximo y
feliz,
Cecilia Quilez, casi con novedad,
Agustín Porras, de
El Alambique.
Esperando a Luna, leyó
Raúl Campoy algún otro poema. Umbral callado. Nada bajo
el dintel. Nadie llegaba. Curiel dijo que odiaba leer a
Machado (D. Antonio), que
retorcía para aparentar lo recto, que si la nieve le hubiera impedido… ¿y Luis?
Sin rastro, contestaban a coro los 40 presentes. Un pequeño coloquio:
pintoresco, provocador. La cosa se dio por concluida. Vino tiempo a las
conversaciones. A las interminables despedidas. Al exilio fumador. Cuando todo
parecía consumarse, hizo Luis Luna presencia.
Tres poetas extremeños
|
(Fotografía de Rafael C. Montesinos) |
Abrieron la temporada en Tertulia Montesinos. Forman parte
de una antología de poetas ¿jóvenes? extremeños, cuyos responsables son los
profesores
Mario Martín Gijón y
Rafael Morales Barba, que los apadrinaron.
Matriz
desposeída la titulan, no sé si desacertadamente. Pocos asistentes, no más de
quince, para atender a unas voces nuevas con toques. dijeron, valentianos.
Leyó
José
Antonio Llera, profesor y crítico, poemas de sus editados y algún anticipo. Su poesía
escarba entre los despojos, hurga en los suelos sucios de la realidad, y sobre
ella camina con los talones mutilados. Hay una fragilidad del cuerpo, parece
que consentida, ante la turbia rotundidad del mundo. La única verdad es el
suburbio y su amenaza. Dijo que su próxima entrega llevará como título
Transporte de animales vivos. Después de escucharle, lo creo acertado. Su
atinadísima exquisitez formal conduce hasta los vertederos de lo desasosegante.
Es poeta de extraordinaria personalidad. Leyó
Elena García de Paredes una poesía de toque
minimalista, de apuntes, de sugerencias que ayudan a circular entre los iconos
recientes de nuestra posmodernidad virtual. Poesía al hilo de los haceres jóvenes
cotidianos, de su ironía, de la búsqueda de la sorpresa lingüística, aunque
lejos siempre de la ocurrencia. Poesía de la comunicación cómplice, de la vida
como acción compartida y contemplada. Todo leído, teñido, con un cierto temblor
temeroso que acentuó la sensación de autenticidad. Y leyó
Luis Darío un solo
poema. Uno de los cantos que forman su próximo poemario en proceso de edición.
Un solo poema que le ocupó 28 folios
(sic). Que nos ocupó 28 folios. Nunca
había sucedido, pero todo lo que puede ser termina en ser. Canto muy del
tiempo a vivir. Canto que habla de las razones indignadas de tantos, de las
nuevas tensiones a que se ven sometidos los individuos. Y que deciden
escondidos poderes. Canto que habla de las razones para oponerse, de las
emociones para oponerse. Canto que habla de la necesaria postura personal,
estética y social ante el conflicto. Luis Darío, que sopesó la oportunidad de tal
lectura, y aceptó su riesgo, mantuvo intacta su apuesta poética a lo largo de
tanto papel. Lo que no es poco. Lo dicho, tres poetas extremeños, lo que está
muy bien para un martes y 12 de febrero. ¿O no?
La emoción sostenida
Parece que
Pepa Nieto ha decidido remover su tertulia
Arco
Poético. Al torbellino gallego de enero, ha sucedió la emoción desbordada de
febrero. El anuncio de la lectura de
Rafael Soler consiguió el repleto milagro
de una sala desbordada. Pudo, convino, luego se hizo.
|
Paco García Marquina |
Y es que a veces ocurre
lo que debe ocurrir. Y algo más. Porque la presentación del seductor poeta y
ferroviario alcarreño,
Paco García Marquina, se instaló en la frontera del buen
hacer. Fresca, atrevida, conocedora, picante, capaz. Con la sabiduría del
perfecto aperitivo, aquel que deja al apetito alegre y deseoso. Dijo que el
presentado es grande y diáfano, que no es gente de avería (de disimulo), sino
que siente y escribe bajo palabra auténtica. Tras su decir, un horizonte
extenso de público-poetas rugía por las gradas del anfiteatro. Tiempo para el
poeta anunciado.
|
Pepa Nieto y Rafael Soler |
Rafael quiso que ser a la vez voz y escucha para sus nuevos
textos. A los éditos, añadió unos doce textos que inauguraba. La emoción tomó
camino en las dos direcciones, se hacía densa, permanente. Sus nuevos poemas
parecieron, si cabe, más potentes, directos, con más intención elaborados. Hábil
para explorar las antinomias lingüísticas con las que resalta lo que tienen nuestros hábitos de anhelo y de contradicción. Rafael anima a caminar a las palabras hacia la paradoja
que más sorprenda, que más sugiera, que más provoque. Ha ceñido los títulos nuevos a
la relación de acciones automáticas, cotidianas, (andar pasillos, sacar al
perro) para después construir, tras su parapeto, escenarios no previstos, que golpean. Sus
versos, siempre rebeldes, aceptan a regañadientes la sumisión al camino del
poema, pero cuando son convencidos se produce la explosión cegadora que hace de
este poeta un lugar único. Hay demasiados testigos de ello. Mostró Rafael Soler
ser observador lapidario de hombres y mujeres, de cuyos asuntos conoce las costumbres, los modos, los aromas. Es poeta que sabe de la atracción que la
inteligencia levanta. Calló a su justo tiempo y hubo insofocado aplauso. Prieto. Un amago de coloquio no
pudo con la emoción sostenida. Solamente las cervezas posteriores lograron mitigarla
en parte. A veces ocurren estas cosas.
|
Lucía, Manuel y Elvira
Fotografía de Julio Castelló |
Buen jueves, este 14 que media marzo, para las más de 80
personas que colmaron la sala, en su mayor parte poetas. No es posible su
relación, salvo indicar que
Pepe Elgarresta, Emilio Porta y
José Cereijo
llegaron algo tarde. Lo que se señala para su corrección pública.
|
La sala.
Fotografía de MC Barri |
1 comentario:
No estuve. Y lo siento. Mis disculpas para Rafa, para Paco y para Pepa. Yo fui la que más perdí, eso seguro; pero en mi vida, sin yo proponérmelo, hay más cosas que la poesía. Hijos, nietos, problemas... No me da el ancho.
Publicar un comentario