jueves, 31 de enero de 2013

La bramadera, la zoadeira

             Con Luz Pichel,
             tras su lectura de
             Cativa en su lughar/Casa pechada

Atas la voz que esconde la madera,
esa forma raíz, que ya es palabra,
a ese cabo y le pones
en su final rizados colores de papel,
el azar de algún naipe.

Coges fuerte el extremo
de la cuerda, del cáñamo y rodeas
tu mano y haces
que voltee, voltee, vigoroso,
y voltee, tenaz su giro, el verso,
el aire alrededor de tu cabeza, gozas
de su vuelo sujeto, gozas, zzsum, zzsum…
ahora su vibrar, oyes, pronuncias
la fricción y su hueco

zoas, cativa, su dormido volar, 
escribes, buscas
que rumie el aire, 
alzas
tu temblor renovado, revelado,
y le añades el grito de tu victoria alegre,
todo
huye y queda, tu monólogo zumba, zumbas, 
rozas, rizas,  lees, lees, zzsum, zzsum… guardas
todavía niñez, su planetario acorde,
todavía su brama, su zoar,
sus invencidos círculos, tu asombro,
por los deshabitados
lughares y la fábula de casa mal cerrada, 
pechada dices,
mal.

lunes, 28 de enero de 2013

El elixir de lo prohibido poético


 Qué envidia –le digo al jefe- yo quiero ser Amy. 3000 euros por artículo. O Pedrojota, que, aunque se escandaliza, cobra muchísimo más. Te mereces lo que tienes –me replica- eres débil hasta para pedir. Te harían falta 7340 artículos para alcanzar a Bárcenas. Mejor ser Bárcenas directamente, ahorraríamos papel, impresoras, agentes literarios, fundaciones, periódicos, tapaderas... Como siempre. Lleva razón. Ponte a lo tuyo y ya veremos –continúa- y esmérate porque nos faltan lectores y publicidad. Si seguimos así deberemos cerrar y dedicarnos directamente a la poesía, y en exclusividad, es lo único que da dinero. Aprovechemos que ahora tenemos el elixir.

Posta 1

Presentación de la La Hoja Azuel en Blanco
Fotografía de Lidia López Miguel

 Otra vez es 22 y martes, Juanjo Alcolea y Ana Garrido presentaron en Madrid su revista La Hoja Azul en Blanco, un prodigio económico-poético, porque no demasiada gente sabe cómo es posible que siga funcionando. Lo dijo Cristina Cocca: gracias al esfuerzo personal y de divulgación que los citados procuran. Parece que seguirá autogestionándose, autofinanciándose: el éxito que tanto envidia el jefe. Leyeron sus poemas en la Casa de la Mancha, Luz Pichel, Hortensia Higuero, Isidro Sánchez, Rafael Soler, Cristina Cocca, Davina Pazos, Fernando Fiestas, Isabel Miguel, Rocío Ordóñez. Eva Barro hizo lo propio con su cuento. Este número 17 está dedicado a la obra en vidrio de Marina Lange. Y a la memoria de Vicente Martín. Luego la alegría compartida de la pospresentación. Seguirán, seguiremos.

Posta 2

Luz Pichel en el Matadero
Fotografía de MCBarri
Fue miércoles el día 23 en las instalaciones del Matadero. Allí funciona la tertulia Euracas que mantienen las poetas Eva Chinchilla y María Salgado. Tienen interminables sesiones, dijeron, que tratan sobre el lenguaje, sus manifestaciones, su transversalidad social, sus murmuraciones. Por las maneras como se expresaron sus componentes, lo creo. Inacabables. Para romper el esquema invitaron a la poeta Luz Pichel y optaron por una sesión abierta. Gentileza que aprovechamos. Es dueña Luz Pichel de un lenguaje de frontera, el castrapo, mixtura que surge cuando el gallego procura el habla castellana. Algo, dijo, propio de aldeanos. Habla no de poder, por tanto. Asunto que parece obsesionar a los del seminario. A este redactor le interesó la lectura de Luz. Es el asunto que el intento de traducir al castellano Casa pechada, su anterior poemario, se tornó imposible, y que solamente el castrapo le sirvió. Así surgió Cativa en su lughar. Una reescritura, años después, de Casa Pechada. Las variaciones lo hacen fiel a su intención original. Esfuerzo que muchos poetas deberían realizar. Porque el poeta cambia con el tiempo y los libros con él. Unos 80 oyentes asistieron a una lectura mágica. La zumbaeira, explicó, es un artefacto infantil que consiste en hacer girar sobre la cabeza algún objeto al final de una cuerda, y disfrutar su fricción. Zoar, llama Luz a esa acción en castrapo. Y con ese roce ingenuo, con ese volteado susurro transcurrió una lectura fascinante, nueva. Cálida y fresca al tiempo. Ambos libros se han editado, en solo volumen, por Progresele en su colección Diminutos salvamentos. Búsquenlo.

Posta 3

Rafael, Alejandro, Ana,  Zhivka, Pablo y Paco
Fotografía obenida de FB
También tuvo jueves la semana. 24. Desde el día 7 venía siendo anunciada en FB la presentación de 55 minutos. El segundo poemario de Ana Ares. Y al fin llegó la fecha. Expectación. Llenas las mesas de la primera planta del Café Comercial con casi 90 pobladores. Se notaba el aroma de lo esperado. Y la fiesta. No estuvo original Pablo Méndez: Es un libro que la editorial deseaba publicar desde tiempo… pero sí cierto. Luego habló Rafael Soler. Renovado cada día en el oficio de las palabras previas, recordó la responsabilidad del segundo libro para fijar la valía de un autor, al tiempo que señalaba la estructura y los valores poéticos de estos minutos amorosos de Ana Ares. Porque nada menos que eso es el libro: la crónica de una mutua seducción, de una mutua y arrobada entrega, de la capacidad de los amantes para sobrevivirse. O para explosionar. Hizo Ana un intento de explicar el título, asunto que excitó a la concurrencia. 55 minutos no son pocos. Aunque prefirió reflejar el contento que la embargaba, los agradecimientos, hacer explícita la dedicatoria a Paco Moral, su compañero y destinatario. Magnífica en todo. Como en la decisión de ser acompañada en la lectura por la excelencia de Alejandro Céspedes, de quien nadie sabe si es mejor lector o mejor poeta. Bueno, nadie no, esta redacción sí lo sabe. Cerraron Paco Moral y Zhivka Baltadzhieva (en búlgaro) leyendo uno de los poemas. La firma de ejemplares duró casi 55 minutos. Luego, con tal multitud de poetas y amigos, se formaron dos corros. Los fumadores, fuera. Los bebedores, dentro. Hay un vídeo (aquí) de todo el acto.  


  
Alfredo Piquer, Adela Ferrer, Francisco Caro, Ivonne Sánchez,
Alejandro Torres y José Miguel Arranz
Fotografía de MCBarri
Posta 4




La existencia del viernes 25 parecía necesaria. Hubo sesión de Odisea Poética. El ciclo que lidera Alfredo “Ulises” Piquer. Del acto nos han llegado estas dos fotografías. Una hecha en su final, con los participantes, y otra en la que el poeta Paco García Marquina entrega a este redactor el frasquito que contiene lo prohibido poético. Hay discusiones sobre las propiedades confesas de tal elixir. ¿Las conoce el risueño testigo? Lo único que se puede asegurar es que, tras su posesión, este redactor no fue consciente de nada de lo que allí ocurrió. Y el jefe lo sabe.  

Momento de entrega del elixir de lo prohibido poético
  

jueves, 24 de enero de 2013

Escribir tras Oliverio Girondo



Fragmento
de
una
fotografía
de
Miguel ¨Ángel
García

Los versos

a veces, muy despacio, 
una mosca camina sobre un verso,
a veces viceversa

a veces son tan sólo una cuerda muy larga
donde tiendo vacía la ropa que abandonas

algunos son cerezas mordidas, apetitos
de gatas que bostezan

en cubos amarillos los arrojo
si contienen caducos deseos alineados que desfilan

otra mosca

minucioso reciclo
aquellos que escaparon, los indemnes, de tus escaparates

otra mosca camina tras la pluma que escribe

hay versos entre tinta y entre carne
que preparan el tajo
al audaz que maneja con destreza cuchillos

cortitos me derriten (han de tener lunares, rizos, pecas)

en el borde -la mosca- de la piel,
del papel

cuánto amo los versos que son valijas viejas y moradas
para llevar callados los instantes

y hay versos como sexos:
húmedos, calcetines, muy calientes.

lunes, 21 de enero de 2013

En semanas como la que pasó



Dice el jefe que, salvando Chile y Portugal, aquí se juntan todos los poetas que pueden soñarse. Tiene razón desde Lope de Vega. Madrid es así. La acumulación de actos, leedores y lugares continúa creciendo. Un nuevo lugar para las Jam´s, El Dinosaurio de Lavapiés8, y otro nuevo espacio:; un subterráneo en calle Reina37, se unen al Palacio de Cibeles. Hay poetas para todo, para todos. Veamos. Este año tampoco habrá rescate para la poesía. Goza de mejor salud que la banca. Y no necesita caja B. Por cierto, qué buen nombre sería Bárcenas para un buen poeta.

Martes 15

Ricardo Fernández Moyano, es de Albacete, reside en Zaragoza y vino a leer a Madrid. Estuvieron sus editores A. Huerga y C. Fierro. Escribe delgado y corto, algunos poemas se reducen a un verso. Sirva éste de ejemplo: Es larga la noche sin luna. Ricardo apenas leyó. Leyeron  por él María Monjas, Laura G. Recas y Marisa Peña. También Ángel Guinda. En la presentación, dijo Pepe Cereijo a los 30 oidores: el libro es el testimonio de que el poeta ha descubierto que la vida iba en serio. La poesía también debe ir. Estuvo animado el coloquio. El poeta José Luis Morales insistió en la lateralidad frugal del yo poético, Manolo López Azorín defendió el valor del poema independiente de la persona desde donde se aborda. Cereijo recordó el viejo tema del poema como objeto, como producto distinto al poeta y el recurso del tú autorreferencial para establecer una cierta distancia. Luego, entre vinos, y más socarronamente, se abordó el tema de los poetas de tracción y los poetas de madriguera, tema sobre el que tiempo habrá.

Miércoles 15

Miguel A. Yusta, Marisa Peña, Laura Gómez Recas y Rafael Soler
La FNAC se vistió de fiesta, de guirnaldas, de alegría. Este redactor entró al ajetreo con Jesús Arroyo y formaron parte del centenar de personas que se agolparon, sedentes y erectos, para concelebrar la presentación de dos libros. Quadrivium, una editorial catalana e iniciática, lanzaba los libros de dos madrileñas, de Marisa Peña y de Laura Gómez Recas. Dos poetas orales, que han roto sus horas leyendo en locales y convocatorias por toda España y en Bruselas. Para Marisa es su tercer libro, para Laura el primero. En la mesa estuvieron flanqueadas por el aragonés Miguel A. Yusta y por Rafael Soler. Dos primeros espadas, sin duda. Me conmovió Marisa al citar a Ángela Figuera para presentar su libro. Leyó maravillosamente. Yusta dijo de ella que es una poesía de lo inconforme, de lo vital, del afán y las ansias, de la necesidad. Soler dijo de Laura que entiende el lenguaje como lugar de encuentro, como emoción. Habló de la tensión perfeccionista que la anima. Y Laura, que leyó maravillosamente, habló de la concepción del libro como un conjunto de poemas que la explican, donde lo rojo, donde la amapola, roja y débil, es el símbolo del existir. Algo dijo de sus dudas para dar el sí a la edición. Ambas, cosa curiosa, dieron las gracias a sus familias, desde abuelos a hijas fotógrafas, por haberles permitido el hacer poético. La sala llena. Un inmenso murmullo. Una enorme fila esperando la firma. Ana Montojo, María Sigüenza, Isabel Miguel, José María Garrido, Juana Vázquez, Hilario M. Nebreda, José Miguel Arranz, Ana Galán, Antonio Capilla, José Cereijo, Ángel Guinda, Ana Garrido, Fernando Fiestas, Jesús Arroyo, Ángeles Fernangómez, Rosa Jimena, José Luis Gracia Mosteo, Gonzalo Melgar, Guadalupe Covadonga, Silvia Cuevas, Rosa Silveiro… llenaban los corrillos de las conversaciones. Una fiesta.

Jueves 16

Concha García
No termina de arrancar lo del ciclo Favorables en el Palacio de Cibeles Y es un ciclo ambicioso. Escaso público, unas 27 personas, en la lectura de una de las primeras damas de la poesía en España, la barcelonesa, la cordobesa, Concha García. Causas: ¿falta divulgación? ¿el formato? ¿el conductor? Juan Carlos Suñén presenta al invitado/a por medio de una larga entrevista no siempre entretenida ni afortunada. En esta ocasión, con poco fruto y extendida en el tiempo. 45 minutos son demasiados. Cuando la poeta comienza a leer la atención está agarrotada, si no muerta. Leyó Concha de sus últimos libros. Me interesaron los inéditos, donde su poesía discursiva y observadora se acerca a la descripción del instante: intuición, rapidez de registros. Fugacidad en fondo y forma. Me sorprendió la presencia de la ventana en tantos de sus poemas. La insistencia de la mirada escrutadora sobre la calle, la presencia de la poeta como testigo oculto de la vida, de la sorpresa de la vida. Y la mujer siempre. El ciclo, que se ocupa de poetas nacidos en los 50, anuncia para febrero la presencia de María Antonia Ortega. Entrevista y lectura. Tiempo más tiempo.

Viernes 17

Elena Medel y Sergio Gaspar
A la misma hora Sabina y García Montero presentaban, a sala repleta, Las Identidades, el libro de Benítez Reyes en la colección pija de Visor. Media sala en el Círculo para el Homenaje que Manuel Rico y Javier Lostalé habían ideado para Sergio Gaspar. Necesario. Unas 70 personas, en su mayoría poetas. En las últimas filas Juan Carlos Mestre y Julieta Valero. Mantuvo Sergio un gesto adusto (para cuando me ves tengo compuesto) durante todo el acto, que fue largo. Se trataba de glosar, valorar y agradecer el riesgo editorial de DVD, el empeño surgido a mediados de los 90 como alternativa a lo que apestaba a establecido y convenido. Se trataba de decir que era entendible el final de la apuesta, por valiente. Habló Lostalé, centrando el acto, habló Eduardo Moga sobre la identidad del proyecto clausurado, habló Jordi Doce, componiendo un centón exquisito con versos y títulos de la editorial, habló Juan Manuel Macías y habló Manuel Rico que leyó un poema de Sergio de corte gilbiedma sobre la fugacidad de los goces, sobre la vida en serio. Y habló Sergio Gaspar. Simplemente, dijo, para dar las gracias, para decir que DVD mereció la pena, para señalar que la rica creación española está herida, abandonada por los lectores, la sociedad civil y la institucional. Y que no se arrepiente de haber intentado defenderla. 
Tres checanos. Tomás, Antonio y Sergio
Se emocionó cuando vio en la sala la presencia de sus paisanos de Checa que acompañaban a este redactor, léase Antonio M. Mansilla y Tomás Mansilla Arrazola, dijo que esperaba en el acto a poetas y editores, pero no a checanos. Y señaló con fuerza que “al igual que su padre, cuando deje de ser todo lo que es, lo último que le quedará será ser de Checa”. Lo que dicho por alguien que llegó a Cataluña con un año de edad es decir mucho de su persona. Leyó luego el poema Algunos metros de infinito (ver aquí vídeo) de su libro Estancia, conmoción de la madre reducida. Y otros poemas que hablaban de ruinas, de derrumbes, y de la necesidad de reconocerse en ellos. María Fortuny, su mujer, escuchaba. Poetas de la casa pasaron luego por la mesa para agradecer y/o leer. Pablo García Casado, García Román, Martín Vega, Elena Medel, Antonio Lucas y Fernández Mallo entre ellos. No fue lo mejor, aunque sí necesario.    

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Dos poemas
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(II)

Se nos quebró la luz y la esperanza
en el último instante del abrazo.
Yo envolví tu recuerdo con silencios
para que se durmiera, sin pudor,
en mi regazo oscuro.
Allí estará por siempre,
indemne a la derrota,
a salvo de ese mundo y de esa niebla,
herida por la luz de lo perdido.

 Marisa Peña

Derrota

Demora de mis dedos en tu cuello
en tu perfil clavado en mi mejilla,
demora de mi cuerpo entre tus brazos,
de mi piel elevada a tus pupilas.

Acércame a la altura que no encuentro;
prendida estoy. Y  estoy casi vencida,
a rama de tu amor, casi hoja muerta,
en pleamar, adiós, casi ceniza.

Laura Gómez Recas

miércoles, 16 de enero de 2013

Una mujer espera, poema de Ana Garrido

Ana Garrido es poeta desde siempre, intuitiva. Escribe desde la delgadez del verbo, desde la intensidad de la emoción. Hay en ella pureza de imágenes y una acuosa sonoridad. Le da gracias al aire. Vuela cuando siente, cuando escribe. Es también poeta raíz de las que miran y ven. Una vez dije que su poesía es lo más parecido a un patio cuajado de geranios. Me reafirmo. Dirige la revista La hoja azul en blanco, es miembro del grupo Verbo Azul y amiga de esta redacción. Recientemente ha visto la luz su primer poemario, mitad liturgia, mitad misterio. Lo titula Traigo en vilo los ojos y las ganas. Doy fe. De él hemos escogido el siguiente poema para los lectores de Mientras la luz.

Una mujer espera  II


Sólo nos pertenece la tristeza, 
lo que queda en la luz cuando se astilla 
el aire en las paredes. 
Y siempre el mismo grito, 
la misma oscuridad bajo la ropa. 

Hay un rastro de antorchas encendidas 
en mitad de la infancia 
y un puñado de naipes. 

He aprendido de Dios a despedirme, 
a volver al lugar donde comienzan 
sus ojos en los míos. 
Quizá cuando regrese 
traiga el tiempo creciéndome en las manos. 

Un tambor se hace añicos al final de la noche. 
Y una mujer espera.    

domingo, 13 de enero de 2013

Todavía, Gabriel

Branca Vilela (contenida) y Pepa Nieto (conteniéndola)

La indignación

El comienzo del año civil poético nos sorprendió con una salada explosión de furia. La trajo Pepa Nieto para su tertulia Arco Poético el jueves 10. Desde su Galicia natal. Nada sabía Mientras la luz de ella. Vino desde Finisterre una poeta desbordada por los vientos y sacudida por las injusticias de las olas humanas. Más preocupada por el grito ante los hechos que por la preceptiva lírica. Por la sala estaba el cráneo limpio y celebrado de su editor, Basilio Rodríguez Cañadas, que la descubrió para Sial, editorial alternativa donde las haya. También otros amigos como Enrique Gracia y Aarón García Peña. La furia se llama Branca Vilela. Y leyó del libro Préstame tu voz textos cargados con intenciones de denuncia social: África, abalaciones, memoria histórica, chapapote, maltrato, etc, etc, etc…  ¡cuánto podría crecer el libro con la crisis actual! Con la estafa de las preferentes de NovaGalicia, por ejemplo. Leyó con cálida prisa, trasmitiendo una emoción creíble. Ella está muy segura en lo que escribe. Lee con fuerza, golpeando. Praxis de la agitación, de lo que exige. En fin, una galerna que no para en nimiedades de estilo. Faltaría más. Poesía que se entiende, decía el público, treinta personas, a la salida. Necesaria también, como el aire que respiran trece veces por minuto. Respiramos, Gabriel.

Las formas

Antonio Carvajal fija su mirada en la cámara de Maxi Rey 
Mucho más convencional lo de Antonio Carvajal en el Ateneo, el viernes 11. Miguel Losada, el sonriente coordinador del ciclo Los viernes de la Cacharrería, estaba casi de primera comunión, exultante por tener al premio nacional de poesía en casa. Antonio nos confesó que en su vida había pisado el Ateneo, que era la primera vez que entraba en un salón que le maravilló. Estaba contento. Javier Lostalé leyó sus palabras previas -construidas con delicadeza y respeto- con el buen timbre que acostumbra. Sabe de presentaciones, practica. A Carvajal le ha llegado el premio nacional por escribir Un girasol flotante. Y por escalafón, dicen que dijo, por edad, aguardando en la sala de espera con su número en la mano. Es poeta anclado en la tradición, de lo bien dicho, de las formas. Se sabe gota de un río. Comenzó leyendo su hijo, su librito, más reciente: un juego de dos romances con el que Emilio Lledó y él continúan el de Federico: El lagarto está llorando. Dijo que lo hicieron  para su nieto, desconsolado porque los saurios perdieron el anillito de plomo. Enternecedor. Después leyó, del girasol premiado, textos que surgen provocados por la amistad y que le sirven para la reflexión. O para el simple canto por el canto. Poesía toda que busca refugio en los soportales del clasicismo más sereno, alejada del tumulto, de la galerna. Terminó con un soneto. ¿Poeta celestial, Gabriel? Unas sesenta personas le escuchamos. Y escuchamos los tres avisos que señalan el cierre inminente del Ateneo.

Entre los asistentes estaba Antonio Hernández, el poeta de Arcos, contento por la buena aceptación del adelanto que ha hecho en Cuadernos del Matemático de su próximo libro, Nueva York después de muerto, en el que su voz juega con las voces y la presencia de Federico y de Luis Rosales

Lo increíble


Hay un seguidor de Batania-Neorrabioso en los alrededores de esta redacción. O simplemente intentan provocarnos. Esta pintada ha aparecido hace poco y muy cerca. ¿Con qué malévola intención fuentealvillense? Tras la oportuna denuncia, Cristina Cifuentes, la delegada iluminada, está ya sobre la pista de los rebeldes. ¿Qué hacer con ellos? ¿Desamarlos? ¿Armarlos? ¿Amarlos? ¿Desarmarlos? El arma todavía Gabriel, el arma o el amor.