martes, 24 de abril de 2012

Del Día a la Noche



Ayer vivimos en Madrid la noche de los libros. Ayer 23. Por la mañana el nieto de Nicanor dijo que su abuelo todavía espera escribir el libro que justifique el premio Cervantes. Buena ironía, buen desprecio del premio si no fuera por que sabemos cómo le gustan los premios antes de obtenerlos y despreciarlos. La noche de los libros. Cada vez más oscura. Más cerrada. En Madrid las cifras de ventas parecen ridículas ante los 17 millones de euros que compró Barcelona. Allí celebran el día del libro. Y la rosa. Aquí la noche. Más bien un desahogo de actos que un compromiso con la industria editorial. Digamos rápido algo de la edición poética: dispersa, voluntarista, económicamente raquítica, sin referencias claras, múltiple, timorata, sin apuestas fuertes por poetas no traducidos, y sobre todo sin distribución ni presencia en librerías. Salvo Tusquets y GG, todo de amigo a amigo. Todo fantasma. Todo noche de los libros.


Javier Díaz Gil
Algo de esto sabe Javier Días Gil, poeta de la esencia, de la exacta mirada. Nos es pródiga su voluntad editora, apenas dos libros, excelentes, eso sí, en estos diez últimos años. Poeta siempre. Siempre extramuros de la ciudad caliente de lo señalado. Coordina una de las tertulias más conocidas de Madrid. Y leyó el pasado martes 17 en la casa de Castilla-La Mancha. Tuvo el buen gusto de la elección. A poemas cocnocidos, añadió inéditos que guarda en inéditos libros. Esperando, puliendo. Me asombra de él como cuida la unidad del poema por encima de versos, ritmos o palabras. Un poema es siempre la expresión de una emoción intencionada. Lo presentó Esther Jiménez con un texto abierto y lírico.

El jueves 19, en los sótanos del Cervantes, se dio el disparo de salida al Año Hierro 2012. Se cumple una décadacentenario de la muerte. Afortunadamente las declaraciones devotas y obligadas de las personas institucionales -¿existen las personas institucionales?- fueron pronto olvidadas. Tacha Romero inició pronto la humanización del acto, prosiguió con Fernando Rodríguez Lafuente y aquello de “Agua nunca”, la furiosa respuesta del santanderino al ofrecerle un vaso ante un golpe de tos, y llegó a su culminación con el testimonio de Paca Aguirre. Leonor Watling leyó poemas. La fotografía de Schommer, de las mariposas, presidió el acto.

Mucho más sencillo fue todo en A Punto, una librería gastronómica de la calle Pelayo. Sentados en un sofá, un viernes 20, David Morello y Antonio Daganzo leyeron poesía alternativamente. Nosotros con una copa de vino en la mano, escuchábamos. Dos formas distintas, más táctil David, más pensamiento Antonio. Lo mejor fue la conversación final. Fuerte, clara, decidida, todo lo más alejado del viciado coloquio. Estuvo por allí la sonrisa de Raúl Nieto de la Torre.

Carolina Barreiro y Antonio Daganzo en la Embajada da Chile
La jornada laboral del lunes, se presentaba teñida de fiesta. De compras por la mañana. Más frescos los libros. La tarde en la Embajada de Chile, Carolina Barreiro y Antonio Daganzo estuvieron magistrales, guión, dicción, puesta en escena, con su Poesía de Oidas dedicado a Nicanor Parra, el hombre,97 años, del día. El poeta de la revuelta contra los poetas floridos. El hombre imaginario.
Luego en el Ateneo, los poetas nietos de Pepe Hierro, glosaron sus experiencias con la persona o con la poesía. Y  leyeron. Miguel Losada y Julieta Valero los habían convocado. Lleno el salón. Por la ciudad, miles de actos, de lecturas, de abrazos pero... sobre los libros, la noche. La noche de Apple, la noche Amazon.    

jueves, 19 de abril de 2012

Astenia primaveral


Anda estas semanas el blogero algo sin alas. Alejado de la trifulca madrileña, ha pasado y pasa días respirando astenia. Aquella enfermedad adolescente, aquella desgana primorosa, aquella languidez de miel y cera. Casi sin fuerzas, espabilaba sus pasos sin destinos entusiastas. Hasta que llegó Aurora, la jovencita que juega con él.

Viernes 13. Llegó Aurora al Rincón de Machado, que suele decir Pablo Méndez para darse y darnos prestigio. Llegó Aurora a la planta primera del Café Comercial, el de toda la vida. Llegó Aurora Auñón, conquense de Albalate, con un libro primero, negro y grande bajo el brazo. Techo y raíces lo llama. Porque es el caso que ha logrado engañar a sus años de nieve con una poesía abierta y clara, elegíaca y gozosa, amante del temblor y presa de la Naturaleza. Aurora ama cuanto se le acerca y es auténtico. Dice que una vez intentó matricularse en la Autónoma para aprender aquello de los ritmos, tropos y medidas y salió cargada de nuevos amigos. Uno de ellos Raúl Nieto de la Torre, amigo de estos rincones, la presentó en sociedad poética. Poesía libre, dijo, de la que vuela y vuelve a recogerse en un rincón del vientre, poesía repartida que busca y halla. Es su primer libro. Aurora era poeta y ella apenas lo sabía. Fueron testigos también José María Prieto, Pepe Elgarresta, Antonio Daganzo, Eduardo Merino. Y Carmen Valcárcel. 

(Si durante el fin de semana todo acudía a su derrumbe real, hacia el choque y rotura más repetido que conocerse pueda, afortunadamente sin cristal por medio, cuando todo buscaba, con qué empeño, su final, allá en el África, la poesía y las redacciones que a ella se dedican, suspendieron el ánimo. Pero no la agenda. )

Lunes 16. David Coll espera a este blogero en el Gijón. (Chupito zumotetra de naranja: 4,80 euromerkels). Durante una hora se discutió de la necesidad de cambio en el hacer poético, del abuso de estilo, del poeta momia. Me pareció consciente. Ha editado ya tres libros con Basilio Sial. Este Coll, poeta ubérrimo, debe ser presa fácil. El blog colaboró, por última vez, en la medida de sus posibilidades. David es un magnífico.

Del Gijón a Libertad8. (Cervezaplena&palomitas: 3 euromerkels). Afanados estaban los marineros preparando la nueva Odisea. Alfredo Piquer, es Ulises redivivo. Nuevo viaje, nueva etapa en la que no pude embarcar. 

De allí al Hogar de Ávila, donde esperaba un poeta guerrillero, un truhán campesino, un nuevo arcipreste que vive del sarcasmo. Vino desde su molino atraído por el aroma erótico de la cueva del Hogar de Ávila. La verdad es que me sentí adolescente entre el público. Leyó alcarreño Paco García Marquina. Leyó unos pocos poemas antiguos y muchos nuevos. Y leyó, raramente, bien. Entonado. Subrayando con gestos lo menos evidente. Poemas abocados al verso final, lugar donde el poeta gira su muñeca. Gira, sorprende y enamora. Odia lo trascendente. Matiza lo emotivo. Provoca relatando. Fue después, e injustamente, sometido a pena de coloquio. Una poetapúblico, nueva y rubia, aprovechó para buscar sus lecciones. Vigilado, mantuvo la distancia con esmero, con salero incluso. Y le quedó tiempo para recordar la provocativa estancia en Paraguay de su amigo Rafa Soler. Hubo vino final. Al comenzar, habló Agapito. ¡Ay de los asténicos!

lunes, 16 de abril de 2012

TONELADAS DE VIDA


Al conocer el hecho, al ver la fotografía, mi buen amigo, mi buen escritor y mi buen poeta Manuel Juliá, ha vertido esta su reacción en su columna del diario manchego La Tribuna. Me la ha envíado porque quiere que más personas sepan de su vómito. (El blogero no desea poner la imagen que ya conocéis)

    Apagaría mi corazón, o lo escondería en la penumbra del silencio antes que apretar el gatillo y segar una vida que respira el oxígeno libre, que se mueve bajo las nubes rojas de un atardecer o rumia su placidez en una pradera llena de verdes pastos y árboles silenciosos. Y jamás sentiría placer por ver cómo se disuelve en el viento el humo de la pólvora, y un trozo de metal avaricioso se dirige hacia la piel de la pieza y la destroza por dentro, la desordena, la amarga, la vuelve hielo que apaga el calor de los latidos. Jamás sentiría gozo por ver cómo se extingue el oxígeno, cómo toneladas o kilos o gramos de pulmones se van apagando y una mente y unos ojos que vieron la luz del sol, o se durmieron en un refugio en la noche, o se llenaron del vaho refrescante de la lluvia, se cierran para siempre. Ya no podrán ver los ojos tiernos de la madre, el latido del compañero de juegos, el ronquido o grito del celo en el otoño y no sé cómo se puede sentir placer por producir esa oscuridad donde antes reinaba la luz, ese dolor donde había serenidad silenciosa, esa sangre donde antes el latido de las venas se asomaba a la epidermis.
    
Toda la vida que Dios entregó se sentía dichosa sólo por ser, por cumplir los dictados de la naturaleza. Gozar de la luz, aspirar el viento, aparearse, llevar dentro otra vida, abrir la placenta para que salga, proteger, alimentar, enseñar a las crías a sobrevivir, sufrir, alegrarse hasta que un día, una vez concluida la enseñanza, lanzarlas al mundo para que continúen con el proceso biológico. Una vida que nace de una vida. Qué maravilloso. Cuerpos que respiran, sufren, huyen, miran, se esconden, y no puedo entender, y sólo escribo para aquellos a los que no tengo que explicar lo que escribo, que alguien encuentre placer en guiñar el ojo, apretar el gatillo, disparar una bala que deje al animal deshaciéndose, muriendo en cualquier agonía, no puedo entender a esa gente que mata por vicio, por placer, por aburrimiento. Y tampoco a los que dejan luego el espectáculo de unos galgos famélicos, esqueléticos, con sus tristes ojos humanos, perdidos por las carreteras o por las calles o ahorcados en olivos porque ya son viejos y no sirven para correr por el campo.
   
Veo a este rey en una fotografía con la escopeta abrazada. Está delante de la gran masa de vida de un elefante muerto. El animal dobla su trompa en la corteza de un árbol. Tanta vida majestad, vértebras, vísceras, neuronas muertas. Sabed que me repugna vuestra hazaña. Y que me gustaría vomitar sobre vuestra corona la rabia que tengo. Porque si no tenéis sensibilidad por esa mole de existencia, no quiero que me representéis. Sois, majestad, un completo hipócrita insensible

miércoles, 11 de abril de 2012

Pregunta

A los lectores de Mientras la luz.

Bien hallados. La cosa, dicha con urgencia, es que el jefe quiere saber si este texto es prosa prosa o prosa poética. Frente al mar alicantino, hemos mantenido opiniones distintas. Discusiones nocturnas, con daniels, no violentas. Dicho de otra forma. Uno opina que sí y otro que no está escrito con la tensión que la poesía exige. Este blogero solicita la opinión de los lectores. Sin refugios. No vale el clásico de “es poesía aquello que yo digo que es poesía”. Y sin trucos. No vale aquel tan viejo de intentarlo con renglones segmentos.
Hemos acordado mantener en secreto el nombre del autor para no influir en opiniones. ¿Os atrevéis? Basta decir Sí o No (bien para vosotros mismos -sin hacerlo público- o bien para todos).
También se admite no decir.

Un hombre feliz

Un amigo mío era el más listo de la pandilla en cuestiones de dinero. No hacía planteamientos sofisticados. Simplemente, su sentido común le permitía prever los acontecimientos tal como en realidad sucedían e interpretarlos correctamente. Con este sencillo procedimiento amasó una buena fortuna y ayudó a que otros lo hicieran, pues la amistad era una de sus grandes debilidades. Sin embargo, era austero, decía que le gustaba el dinero en abstracto, pero sus gustos eran económicos. Sentía curiosidad por todo, también por la cultura, pero no deseaba profundizar más allá de ciertos límites, pues, según comentó en cierta ocasión, “la muerte es una tragedia tan grande que, si pensamos en ello, la vida se convierte en algo inaceptable”. Creo que concebía la existencia como un viaje que uno debía realizar rodeado de buenos amigos, por ello, cuando observaba que los viejos se quedaban solos y perdían sus puntos de referencia, no hacía el menor comentario, pero su silencio era el discurso más elocuente. También consideraba que todo era un juego y uno debía participar en él de la mejor manera posible. ¿Por qué había que hacerlo? Era otro tema prohibido. En resumen: organizó su vida de forma tan perfecta que era la envidia de cuantos lo rodeaban y tal vez fue así feliz, pero cuando se lo pregunté respondió que naturalmente esa era otra pregunta sin respuesta.



miércoles, 4 de abril de 2012

El vaho del recuerdo

Llamada intempestiva. El jefe advierte que he comenzado las vacaciones de pasión sin haber dado cuenta de los últimos aconteceres. Que la centralita de la redacción está colapsada con las reclamaciones de los lectores. Es cierto. Y cuando alguien lleva razón hay que dársela. Lo que pasa es que aquí, en la playa y sin el bloc de apuntes reporteriles apenas si puedo cumplir acogiéndome el vaho del recuerdo.


Creo recordar que asistí el miércoles 28 de marzo a un pretendido homenaje a Jesús Hilario Tundidor, poeta enorme de la generación de los 60. Fue en Libertad8 y lo recuerdo desvaído y prescindible, impropio de su persona. La imagen de Sol de Diego leyendo su poemita se me impone sobre otras más reconocibles. Eso sí, recuerdo a Jesús Hilario feliz entre el afecto.   

Laura Gómez Recas y Carmen Feito
presentando la revista de creación
Álora, la bien cercada

Recuerdo el viernes 30. A los 19 horas, mi amigo Nicolás del Hierro dirigía su última tertulia Juan Alcaide en la Casa de Castilla-La Mancha. Lo hacía por renuncia voluntaria y tuvo la gentileza de invitar para dicha lectura al alcarreño Alfredo Villaverde Gil, ultimísimo premio de poesía mística Fernando Rielo. Alfredo se va a hacer cargo de la Tertulia a partir de abril. Recuerdo la emotividad del traspaso, los abrazos y los deseos mutuos de ventura.


Recuerdo luego una cañas en La oreja de Jaime y la caminata al Ateneo. Que en la puerta me esperaba la alegría de Arantxa Oteo y sus amigos. En el salón central, Isabel Miguel y José María Lopera presentaban su revista: Álora, la bien cercada. Carmen Feito y Laura Gómez Recas, mantenedoras del acto, guiaron las lecturas de algunos de los poetas colaboradores que se encontraban en la sala. Juanjo Alcolea se encargó de la fotografía.
Atentos poetas en el salón central del Ateneo
Recuerdo que la cosa quedó bien, como siempre que leen Juanjo Alcolea, Ana Garrido, Antonio Capilla, Alejandro Céspedes, Ángeles Fernangómez, Laura Gómez Recas, Óscar Martín Centeno, Isabel Miguel, Alejandro Céspedes, Pepa Nieto, Emilio Porta, Maria Antonia Ortega, Arantxa Oteo y Rafael Soler.

El blogero ha cumplido, pero no el tiempo. Comienza a chispear en la costa alicantina.