martes, 10 de diciembre de 2024

TOMÁS RIVERO: autoedición consciente




 

TOMÁS RIVERO es un paseante discontinuo de esta calle travesía a la llamamos Face, donde a veces nos saludamos con un gesto, a veces alzando la mano y una sonrisa y en ocasiones nos paramos a charlar si no caminamos apresurados. Nos vemos, nos sabemos, llegamos a conocernos a base de contactos múltiples. Tomás Rivero es poeta desde cuando tecleaba la Olivetti y después grapaba los folios sospechando ser editado. Desde hace... , desde cuando creía en Trotsky y lo permanente. Que a lo mejor. Siempre ha dudado de la edición reglada, aunque esta no frecuente los márgenes de la maquinaria empresarial sino de la aventura. No obstante, se puso a prueba con Cámara de Humos, resistió con De un libro que no pienso escribir nunca, y cedió a la amistad curielense con Ceses, en Amargord. Escéptico como sigue, se ha dado a a la autoedición consciente y exigente: pura. Sin ISBN ni depósito legal. Por el simple goce de verse y repartirse entre los amigos y lectores que pretendan. Un acto de valentía. Tiene el proyecto de seguir. Llama a sus productos con el nombre genérico de “Folios grapados”, como antaño. Porque la vida cambia y al tiempo permanece. Tiene la fábrica en Lugo. Es buen poeta cuando está en Cádiz, a quien dedica el ejemplar que tengo, es buen poeta cuando pasea Madrid y buen poeta cuando se refugia junto a la muralla romana. Y escribe, y le quema lo escrito. Le revienta. Pedile un ejemplar y enviómelo a prueba y cata. Habla de ciudades del Sur recreadas a lo Borges. Ciudades ocultas salvo para los que poseen don de lenguas, ciudades con murallas de acuarela que se llaman Grimen o Cánsemo, ciudades que se derriten al paso de los jinetes:

Bajo la lluvia triste las ruinas son plásticas,

tienen la textura de un temblor,

el escorzo gris de la piedra rota,

el paso mordido del tiempo mordido […]

tal anota cuando visita la ciudad cuyo nombre es Arrasada. A veces se detiene, a veces huye urgente tras las primeras fotografías. Son ciudades en donde la cal derrota a los amaneceres. Orgullosas y terribles. Ares: a la que ve con ojos entrecerrados, Madera: una gota de miedo a la deriva.

Digo, por cierta deformación, que el libro respira, que el papel se ofrece liberado, que abundan los jardines claros que tanto agradece la edición, que los materiales son exquisitos, que la edición es escasa, que la hubiera preferido numerada; y que estoy feliz como lector y como comprador de libros, aún.

Como el autor-editor, Tomás Rivero no fija precio, se lo he fijado yo, como se lo fijas tú si le pides uno. Por el importe decidido haré el bizum. Y animo.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Un poema. Puños










Entro
en temblor a esta tierra
hace días labrada, entro
y escucho el alboroto en sus heridas, llagas
por donde el aire acude hasta lo hondo.
 
Entro y miro
estos puños en furia
que jalonan las cumbres de los surcos,
que tras el desespero
de lo que estaba oculto se levantan,
que se yerguen rebeldes
desde su dignidad
para la dignidad de todos;
estos puños curtidos
con que grita el secano, tierra unida
que apretada resiste a la rotura
criminal del acero;
estos puños en ira, testigos bajo el sol,
 ... estos terrones.
 
Su resistir, su tierra junta
nos salvan todavía.


jueves, 12 de septiembre de 2024

Carta pública a y un poema de ANTONIO DAGANZO

 




         La barca parte ya. / Que sea suave el viento, benigna la memoria. / Y que en la luz vivamos. Con este deseo kavafiano, pleno de consoladora calma, se tiñe este tu décimo libro de poemas, Antonio Daganzo. Después del impresionante La sangre Música, no era fácil acudir al nuevo encuentro con tus lectores. El viaje, la nueva ruta a Ítaca, aprovecha los aires ya explorados y añade audacia y riesgo a la aventura. No hay otra llegada sino a uno mismo. Desde Mientras viva el doliente, que tuve la fortuna de poder presentar hace unos años, tu riquísimo mundo interior, forjado tanto en adversidades como sacudido por la atravesada noche del amor, no hace sino enriquecerse a través de los senderos de la introspección. Y del despliegue. Una indagación que va contigo siempre en busca de los otros, de ser compartida y trascendida en compañía. No otra propuesta eres sino un corazón en desvelo que escucha. Que teme porque se ofrece, que espera porque da. El murciélago entre fuegos de artificios —quién el murciélago— no es otra cosa sino la intimidad del poeta rodeada por los ruidos de mundo, por los ritmos del mundo, y que solo un oído tenso y delicado como el tuyo es capaz de cerner y discernir; y que solamente una mano certera y delicada, la que te conoce, es capaz de dejarlos huella en papel. El libro no es otro asunto que una declaración expresa y calma de la voluntad de resistir, de la tensión que supone continuar en el riesgo de la certeza, la auténtica, la que consuela. Tu libro no es otra cuestión que la sabiduría del amor, como jácena que sostiene el edifico de la existencia. El amor por, con, en. No importa si el pasado, el presente, el sostenido, el que se espera. A veces sucesivos, a veces confundidos, pero sostenedor siempre del poema. Lugar donde reside el deseo de belleza que contienes y te contiene Y que para el imaginario transitivo que comporta la dualidad autor-lector, ofreces en la palabra Occitania, tan génesis: No podían saber / que la mujer que amo / resucita en mi pecho a cada instante / la Occitania.

      Escrito desde un yo poético múltiple —desde el nosotros hasta el singular de la primera persona pasando por el tú autorreferencial— la voz atenta, tierna y maestra del hombre que te soporta traza poemas de suma precisión, poemas que nacen de experiencias soportadas, de emociones sentidas o futuras, del roce con las artes y la creación. Una voz que, sin la tentación de lo confesional, bordea, y cae, voluntariamente y en ocasiones, en lo testimonial. Ni un solo verso está escrito por hábito, por ser oficio, sino que vierten verdad, y acarrean vida vivida o sospechada. Una verdad con el matiz medido y con el velo tul necesario, para convertirla en decir poético, en poesía. Así comienzas el poema “Manuscrito”: Aquí te tengo, / escrito a mano, / y así te llamas manuscrito, y lodo y alma.

      Tendré la fortuna, espero, de oírtelo leer el próximo 25 de septiembre, tamizadamente o no, y será un placer. El libro ha sido editado, como el anterior, por la hispano-chilena RIL, tu casa. Con enorme cuido, lo que es destacable entre tanta dejadez.

***

Un tren cruza el crepúsculo

                         Para Nuria de Cos

Inabarcable el cosmos,
vertiginoso el cenit,
el horizonte como un dios por venir
y, sin embargo,
este tren que ya cruza
los olivos de fuego del crepúsculo
parece más veloz y transparente
que todo el universo.
 
Como un poema
en el cielo de sangre
que llamas corazón.

domingo, 1 de septiembre de 2024

 


Comienza el curso. Ojalá y los días con sus afanes me permitan dar a Mientras la luz el caudal y el cauce que tenía. Los días en Piedrabuena pasan lentos y feraces. La luz y su color toman en septiembre el lugar más hondo de mis afectos. Agosto es para mí un mes preparatorio. Lo ando deseoso de que el sol ceda en su altura y se humanice. Agosto ha sido fértil este 24. Me explico. Fuentévar, el nombre de un paraje de mi pueblo, lo es también de un cuaderno mahalta de mi autoría publicado hace casi tres años. Durante este agosto ha estado conmigo, reclamándome. Gracias a su insistencia han acudido poemas nuevos, otros tantos, al encuentro de los anteriores. Es posible que la colección Adivinos de Mahalta ediciones, recoja la fusión de ambos en un libro, allá para la primavera. De edición y difusión limitada. No es normal anunciar la posible publicación de un libro con tanto tiempo. Pero es uno de septiembre, cuando la vida empieza. Tal vez la esperanza. Un inicio de cántico en el templo.

Campos
 
 
El tiempo espera.
 
Un hombre escucha el viento,
aprende de los campos,
recorre la inquietud de los baldíos, 
conoce desde niño el dolor del arzollo,
no ha olvidado
fértiles brisas en el mar de olivos.
 
Por el valle, las densas
nubes que saltan Valmayor y cubren
de sabias sombras El Espino 
quieren hablar, preguntarle si
sigue siendo memoria, si ama todavía,
si es el mismo.
 
El hombre acude.
 
 

jueves, 8 de agosto de 2024

Un poema: Seguidillas del Postiguillo

 






La foto es de 1922. En el centro mi bisabuelo Críspulo Sierra, a su lado sus hijos: Ángel María y José (mi abuelo). Los niños son mi madre (Teresa) y mi tío (Alejandro) que sería también tejero.




Calle del Postiguillo

sabes a greda,

que a tu final estaban

las dos tejeras.

Hombres y oficio

a los que el sol curtía

su piel de siglos.

 

Dos familias de arcilla

en la faena,

forman los Sánchez una,

otra los Sierra.

Desde sus manos

nacen tejas, ladrillos,

sudor de barro.

 

Con ramilla de olivo

que la alimenta

en los vientres del horno

crece la hoguera.

La verdad dentro:

lo que empezó con agua

termina en fuego.


viernes, 21 de junio de 2024

Un poema: La diana arpillera

 

Ilustración: Pedro Castrortega


Ella, la infancia,
la que hoy juega conmigo,
es un filo sin muescas, es un nunca
oxidado punzón, es una lezna
que horada en desgobierno
 
como broca procede,
es un dardo salido para no regresar,
pero que torna, flecha
que abandonó lo terso mucho antes
de conseguir saberme
 
así urde,
y jamás se extravía, bien conoce el camino:
la diana arpillera a donde apunta
su voz nueve años
es siempre la blandura de mi pecho, y llega
para clavarse sabia, para clavarse hondo,
aguzada en las noches como está
por los herreros turbios de la melancolía
 
ella,
que sin duda conoce
al hombre en hemorragia que ahora soy
y trama su regreso en la sospecha
de que dicto —¿sin tregua?— porque busco
lo que entonces no supe ni sangré
 
y en longitud de acero se me ofrece.

domingo, 26 de mayo de 2024

 









De junto al mar trajiste
diecisiete palabras,
un vago sortilegio,
hierbas, fugas,
el azar de los barcos
 
volviste sin los mapas,
oscura, te ofrecías
en un aire enemigo,
en esa dejadez
con la que el humo
se aleja de la llama

yo lo puse a olvidar, a frío lento.


sábado, 11 de mayo de 2024

Un poema: No sabe el tiempo

 .










No sabe el tiempo

que es tiempo y no una rosa,

que no puede morir ni ser cristal

al que la luz desmaya,

ni sílaba que duda

 

en la bóveda sangre del crepúsculo,

en el encaje urgente que en el aire

de mayo traman los vencejos

—era tarde y el patio—

he sentido su ruina y su victoria

 

sentí que me miraba,

que sus ojos, dos orillas de azares,

ignoraban pasados y futuros


sospeché, casi noche,

que nunca dice la palabra nunca.


                                         

(Ilustración: Gregorio Sabariegos)