Solos en la
redacción, digo al Jefe: Algunos se largan a Kenia durante una semana para
descansar del ajetreo. Otros a Perú, al festival de Lima con deseos de
atiborrarse de lo que allí se cuece o germina. Alfa y omega de las reacciones.
Hay tantos poetas jóvenes como escasez de escaparates. Siempre los hubo. Y hay tantos
poetas maduros que han pasado la vida escribiendo en callado como los hubo
siempre. Y siguen sin ruido (Luis
Hervás, por ejemplo). Alfa y omega de las situaciones. Hay editoriales que
gozan de su estatus (sin pasarse ni en lo de estatus ni en lo del goce), y las hay, mayoría, que andan haciendo cuentas día y noche sin hallar equilibrio. Alfa y
omega de los emprendedores. Viene esto último a cuento por unas entradas en
Face de Javier Sánchez Menéndez, el
exitoso, parece, editor de la isla sevillana de Siltolá, y poeta. El que abre taberna de
Libros y Copas estos días para oxigenar, para oxigenarse. Está Javier tan
dudoso de la existencia de poetas jóvenes, él que tantos jóvenes ha editado, como
de que la mayoría de los críticos sean solventes. Alfa y omega de las
emociones. Él sabrá. En fin, nosotros a lo nuestro, porque el fin de tanto desfile
procesional televisado nos ha devuelto a la normalidad del día a día editor.
Tuvo la semana de regreso un alfa y un omega, un lunes y un viernes, prometedores.
Veamos.
Lunes 28
En el templo de
la Alberti, a salvo aún de las banalidades, se presentó Re-generación. Una
entusiasta y bien tramada antología de poetas jóvenes. Le ha dedicado tiempo y
ganas José Luis Morante. Hay poetas
jóvenes en España. Incluso algunos son capaces de romper barreras y vender. Y es que el lenguaje poético tiene la virtud de ser necesariamente proteico. Habita en él la
voluntad de dejarse trastornar en sus modos y formas. Tiene la piel joven
siempre, abierta al tacto de manos jóvenes que lo exciten y lo muden. Tiene el
deseo abierto. No se quedará con todos, no irá a las alamedas ni a los lechos
de plumas con todos, por supuesto. Pero se deja. Morante y la granadina Valparaíso
han querido conocer a los que aspiran y ejercen. Contarlos al día de hoy. Se han detenido en 24 de los
nacidos entre 1980 y 1995, los que inauguran, escribiendo, el siglo. A los
nombres más conocidos. Luna Miguel,
Elena Medel, Fernando Valverde, Elvira Sastre, Rubén Martín, Ben Clark,…
añade otros nacidos de su búsqueda, de sus encuentros, hasta la cifra de la doble docena. El
libro pasa de 300 páginas y se presentó el lunes 28. Introdujo el acto con
humildad y justeza el antólogo. Resaltó su deseo de construir lar habitable y
señaló la tentación de lo real y el poder de lo virtual, de las redes, en el quehacer poético actual. Todo antes de dar la palabra a los presentes. Diego Álvarez Miguel, Javier Vicedo Alós,
Paula Bozalongo, Aitor Francos, Francisco José Martínez Morán y Javier Temprado hicieron lectura de algunos de los
poemas seleccionados. Advertimos su anclaje en los modos, su frescura en los
temas, su tentación culturalista, su densidad de intenciones. Apaciguadas las
tentaciones adanistas, las veleidades de vanguardias inoperantes, olvidados de lo
que distrae, parecen saber su oficio. Y tienen temple, ganas.
Viernes 1
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Antonio Cubelo y Rafael Escobar
Foto de Mara Troublant |
Hay poetas
escondidos, humildes, que escriben como pidiendo permiso, y a los que cuesta
moverse en el mundillo. Poetas a los que sus amigos veneran, quieren. Sin duda
que Antonio Cubelo Marqués es uno de
ellos. Agobiado en sus tiempos por las obligaciones laborales, cada poema es un
milagro. Su anterior libro Julia, agosto, septiembre –qué título, por Dios-,
apenas tuvo tiempo de presentarlo y circula casi clandestinamente. Ahora
aparece Hablo contigo en la editorial Tigres de papel que codirigen Mara Troublant y Paco Moral. Y esta vez sí se presentó. Ocurrió el viernes 1 de
abril en el recinto de Casa del Lector. Vino desde Cuenca a presentarlo Rafael
Escobar, poeta raíz. Habló –serenidad de voz culta– de la concisión esbelta del
lenguaje, de su alejamiento del coloquialismo y la anécdota, de la capacidad
de apresar el instante, (paisaje y sensaciones), de su voluntad comunicativa,
del amor como difuso escenario, de la fusión celebrativa con la Naturaleza. Pero
habló sobre todo de la apuesta, a todo o nada del poeta, por el poder de la
palabra sobre el discurso. Una impecable, por certera y respetuosa, presentación.
Luego hablaría el poeta, voz de pausa plomada, para confirmar lo anunciado. Y
lograr lo que parece un imposible: extender la emoción con unos textos tan
esenciales, tan enjutos, tan en sí, tan alejados de los adjetivos y los trucos
sensoriales. Poesía grande, humilde y honesta la de Antonio Cubelo. Poemas que él entiende sin título, para no condicionar al lector. O con una propuesta
entre paréntesis como mucho. Así en este que adjuntamos.
(estar herido)
Las huellas
que te cruzan,
ojalá,
ojalá
que dibujen un árbol:
para tenderte
a la sombra
desnudo como un
pájaro
en la tierra.