Ana Bella y Alfredo Ulises Piquer. Fotografías de JJ Alcolea |
Bien sabe Alfredo Ulises Piquer que nada hay que temer de cíclopes ni lestrigones. Ya dijo Konstantin que no existen si tú no los llevas. Y él, que tiene el alma limpia de gigantes, tampoco teme al feroz Poseídón. Por eso continúa navegando en Libertad8 sin prisa alguna por llegar a la isla. Su empeño es la belleza conocida de la navegación, del viaje. Por eso busca poetas que le ayuden a levantar los aparejos, voces que reten al aire con sus canciones. Por eso, mensualmente, convoca a los helenos aburridos a contemplar el paso de su nave. Alfredo Ulises Piquer lo llama Odisea Poética. Tiene forma de ciclo. Y ocurrió por vez última el pasado viernes, 17 y febrero.
Davina Pazos |
Ojalá que sean muchas las tardes en que arribe con el mismo contento. Porque fue un gozo escuchar los poemas de José María Garrido recitados por la voz de Dori. José María es marinero delicado, feliz entre la duda y la esperanza de las cosas, del viento cotidiano.
Y aconteció que tras él surgió una negra sirena, ecuatoriana, una voz temible en su atracción. Los poemas del vino dulce y del deseo dulce, presentido y fugaz, de Davina Pazos hicieron necesarias las cuerdas y los mástiles. En ellos se ató Juana Pinés para poder salvarse del desatado huracán, y sensible, que llenó la sala de de un sísmico temblor. Pero le fue imposible, como a todos.
Fue precisa después la serenidad culpable de José María Herranz, leída en largos tragos. Marinero de distancias, José María es poeta atraído por la forma clásica y la provocación de la sensualidad. El sexo es un cuchillo que reflexiona en su voz. A veces queja, victoria en otras. Siempre afán de perfección serena.
Elena Peralta, a quien desconocía, es marinera en tierra de volcanes. De ella vierten los poemas como vierte la lava. Poderosa, roja, caliente. Vibra, interpreta, discute con las olas. Navega sin vientos a favor. La sala de Libertad8, es decir, el mar, hervía.
Ana Garrido |
Ulises Piquer anunció, por último, a Ana Garrido. Hay un momento en que el viento amaina, hay momentos en que es precisa la armonía. Así leyó Ana, sabiendo que la nave necesitaba su trazo suave para llegar a puertos nunca visitados. Versos nacidos del coral para el coral, del ébano para el ébano, del ámbar para el ámbar. Música que vibra, que se extiende, que calma y acomoda las aguas. Y así fue, con Ana Garrido, como la tarde se tornó del color de los tesoros.
Y entre todos, con aromas de sal mística, una voz que cantaba, una voz que era el escalofrío, la de Ana Bella López Biedma. Cuatro entregas de exquisita emoción. Voz que amenaza de forma permanente con quebrar su hilo. Voz tintada con el timbre del dolor actual, del amor verdadero. Voz capaz de la tensión, de conseguir el espeso silencio de la complicidad. Oír, escucharla, era estar al borde de los límites.
Ana Bella López Biedma |
Parece que la nave de Alfredo Ulises Piquer seguirá navegando. Ojalá tarde en llegar a la isla, ojalá sea larga su estela. Que ni los cíclopes de la rutina ni los lestrigones del cansancio hagan corto su camino. Que Nieves Álvarez y Miguel, dos almas artistas, poeta ella y fotógrafo él, santanderinos ellos, que nos acompañaron, puedan asistir, de nuevo y con nosotros, a otro paso de la nave. Y hacerse algo más ricos en otro puerto que, como el de este pasado viernes, ignorábamos antes.
Un hallazgo
Entre los espectadores de la Odisea estaba el poeta y pintor Fernando Fiestas. Y con él, su hija Alicia, de nueve años. Al terminar, y mientras los mayores conversaban naderías, la niña se acercó con una hoja de papel escolar y en él este poema, producto de su imaginación y sus lecturas aprovechadas:
Tic, tac, tic, tac ¿qué hora es?
El reloj marca la hora
nunca es antes ni es después.
Tic, tac, tic, tac ¿qué hora es?
¿Cuánto tiempo es un ratito?
¿Cuánto falta para ayer?
.
Un hallazgo
Entre los espectadores de la Odisea estaba el poeta y pintor Fernando Fiestas. Y con él, su hija Alicia, de nueve años. Al terminar, y mientras los mayores conversaban naderías, la niña se acercó con una hoja de papel escolar y en él este poema, producto de su imaginación y sus lecturas aprovechadas:
Tic, tac, tic, tac ¿qué hora es?
El reloj marca la hora
nunca es antes ni es después.
Tic, tac, tic, tac ¿qué hora es?
¿Cuánto tiempo es un ratito?
¿Cuánto falta para ayer?
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