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el encrespado
mar
de las sierras
que llenan el oeste
-mar de cumbres lo llaman los geógrafos-
se ofrece en mi camino
busco entonces
las dos
viejas encinas
que guardan la
dehesa,
contemplo desde allí
la luz naranja
donde tiembla,
futuro, el aire frío
humildes,
asustadas,
imagino las
aguas que penetran
a interrogar
los valles, el misterio
pronto
vendrán las brumas, pronto,
y será el
horizonte
sólo concepto,
como ya es el
amor.
Tengo a veces
la intención
de internarse,
de entrar en
ese enigma, el deseo
de escribir la
espesura o el vacío
que lo
distante oculta.
Dos pastores
que guían un rebaño:
nosotros
vamos ya de recogida,
me dicen, con
afecto
respondo a su
saludo, van despacio,
como llega la
sombra sobre el mar de los montes.
Anochece.
2 comentarios:
¡Qué maravilla, Paco! Cómo me dejo llevar por ese paisaje de anochecida!
Un beso
Eres una lectora de buen corazón, Ana.
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