domingo, 28 de noviembre de 2021

Un poema: Carretera en desuso (versión)

Foto: Pepe J. Galanes (fragmento)

  











Este es el territorio que temías
-te dijiste-
el futuro era sólo esta promesa, acéptalo,
acepta como tuya esta frontera,
estas
sustituidas curvas, estos
asfaltos desgarrados por el tedio
de un espacio que tuvo
alguna vez valor de tránsito, esta
carretera en desuso
 
este arrabal desde el que ya es posible
contar la vida,
aquí puedes andar lo deleznable, lo apartado,
pisar las hierbas sucias que ofrecen las grietas,
el caucho decaído, unos años que nadie
puede ya reclamar:
hay en ella un enigma, lo pasado
 
expulsa la desidia, intérnate, 
busca en ella, revuelve, no has de temer su oferta
 
anda sobre las cosas indecisas, nadie
de los otros vendrá a contar este asombro:
el plástico del tiempo, trapos sin nombre,
desperdicios lavados por la lluvia,
lagartijas que leen manuscritos,
estas curvas conocen
la erosión y sus modos, los agravios
los caminos de quienes se resignan
 
y cuenta los espasmos de cuanto fue, repasa
tanto cristal sin sueño, ordena mustias
crueldades de aluminio,
semillas, cardos, agigantadas sombras, y siéntete
libre de la abrasión de lo fugaz,
de quienes cerca pasan, de quien huye
 
detén aquí tus ansias –te pediste– aceptarás
que es la niebla morada de la fuga
y lo blanco una línea que resiste: es el recuerdo
de cuanto fue advertencia, lo visible,
la señal que separa
lo que fue necesario de lo que ya es inútil
 
si el tiempo es esa
calavera de perro que te mira
o el cieno que encadena a las cunetas, siéntate,
siéntate junto al límite de la tarde y sus gotas,
comprueba si es tu vientre alquitrán inservible,
otra piel inservible, la de un extraño
 
arquitectura estoica, todo desecho:
cuanto das y recibes,
nada de lo que fue te vale ahora,
nada de lo que es mira el futuro:
todo desecho, paraíso que pudre,
carretera cortada.


 

lunes, 22 de noviembre de 2021

Carta pública a y dos poemas de: RAFAEL ESCOBAR

 



    Rafael, ese niño
a destiempo que te vive debe haber intuido desde sus pocos años qué es la poesía. Y te araña y provoca. Dile que tú desde hace tiempo también sospechas. Dile que sabes que es un acto de lenguaje que necesita encarnarse, que necesita un cuerpo y su verdad para ser voz que diga. Y dile que Lover, lover, lover es un gesto de ternura, que el deseo es un chopo desnudo en busca de cielos, que un verso jamás puede ser simbología oscura sino trazo de silenciosa claridad. Porque así está escrito este poemario de título cohen, este tercero que levantas en Tigres de papel. Conozco tu decir y sus modos desde aquel Todo el mundo debería ser apedreado que me proporcionó Pedro A. Y tú, que nunca fuiste poeta oscuro, de abstracciones, estallas en poemas tan cuidados, tan abiertos, como devastadores en su armonía y su tensión. Por su intención. Hay además un aire nuevo en la arquitectura con que alzas: un gusto por los huecos, rincones en donde la elipsis halla refugios, asimetrías que orean, lugares ya no subordinados. Este lover, este amante, este tú que tanto te acompaña y te invita a introspecciones, este amado al que tanto cuestionas y te cuestiona, esta carne en la pureza del deseo y la entrega, este cuerpo que anhela algo más que lo deleble, vencido de tanto desistimiento, vencedor de la espera, esta mano transparente que te mira y escribe -todos- saben lo que quieren decirse. Sentados que parecen en la enea y al fresco de una noche de verano, hablan. Hablan del que busca el amor y el que teme perderlo incluso antes de encontrarlo, de la fugacidad hermosa del momento, de cómo vivir en lo amargo de las despedidas y su desequilibrio in/soportable, de lo que vuela y agoniza, de tanto aliguí con que la vida juega sin misericordia con nosotros. Hablan de poesía testimonial con displicencia, del poema como alivio, como cuarto del sirocco donde esperar el paso de la tormenta, de desórdenes frágiles y de horizontes que pueden ser habitados. Hablan de la contemplación serena del cuerpo amado, de la plenitud hallada, hollada: “lo abrazo y no pesa”. Y todos eres tú, primera o segunda persona, diciéndote, escuchándote, preguntando de vez en cuando al niño “que quería ser dolor y ser belleza” y hoy vive la dualidad de las esperanzas y las pérdidas, que viene a ser lo mismo, y se precipita en el recuerdo, y en el poema –Coney Islan baby, por ejemplo– tensa su paisaje emocional hasta la concentración de disparo de sus últimos versos. Saben todos que el amor será borrado, sea cual sea su belleza, que su épica es tan solo el instante, pero merece. Alguien pasa y les dice que han escrito un libro tierno, hermoso hasta los límites, denso de frutos, recogido y extenso, de palabras que campan entre el tiempo y la plegaria, palabras buscadoras de labios que saben de los escombros de la felicidad, pero que siguen dispuestas a internarse en los desiertos tártaros donde crece lo amado, ese estado de excepción. La lluvia como alegría. Los valientes sueños.

      He querido elegir estos poemas. Lo aprensible y lo inaprensible. Lo requerido, la hoz del viento.

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Señor
 
Señor,
vengo a pedir la mano de su hijo,
con mi hambre, con mi vergüenza,
con ese impudor
con que cree que la felicidad aún lo nombra
un corazón pobre,
lo quiero tanto
que siento que el amor se me hace genealogía,
que yo también lo hice hombre
con la valentía de mi sangre,
que me creció del pecho
como trigo de la flor de un milagro,
lo abrazo y no pesa,
aro de punta a punta su piel
y es como si me columpiara
en el reino más secreto del aire,
conozco su dolor,
su tristeza que le hizo sentir
que en el roce de dos cuya tierra es el extravío
se nos abre hoy
un aliento semejante a la esperanza,
deme su bendición, Señor,
con mi avidez, con mis ojos
de huérfano definitivo
vengo a pedir la mano de su hijo.
___________
 
Vergüenza
 
¿Vergüenza? Jamás.


Pero al menos suscita
cierto temor incómodo
que alguien tuviera tanto poder sobre ti,
que te rigiera
quien nunca probó tu abrazo,
que fuera dueño
quien llevando su deseo a otro labio
te estrechó
hasta sentirte tan débil
como quien confundió
su verdad con la belleza de otro.
 
Más sabes que no hay derecho a tu queja.
 
Finaliza de nuevo el amor
y deja intacta tu soledad,
pero también la gracia mejor de tu suerte:
enamorarte de quien pudiendo
ser el vértigo y la ruina
te deja partir de su vida sin daño.

 

jueves, 18 de noviembre de 2021

Licencia Poética: una revista

 



    He recibido, sin solicitarla, Licencia Poética, una revista de y sobre poesía que edita, al parecer sin precio de solapa, la editorial Ars Poética, la empresa asturiana que hace tiempo pisa fuerte en el panorama poético español. Es el nº 12. Se dedica monográficamente a poetas españoles que residen en el extranjero a los que aplica un cuestionario común.
También recoge alguna muestra de su producción actual y un texto de su autoría. Parece que es la segunda entrega con este empeño. Está bien. Firma el editorial José Manuel Suárez, poeta y director de la editorial. Los auscultados y consultados son: Carlos Ortega (desde Hamburgo), Marta López-Luaces (Nueva York), Luis Muñoz (En Iowa), Ana Merino (también Iowa). Todos dicen seguir, más o menos, la actualidad poética en España y señalan la imposibilidad de ocupar, desde tan lejos, un puesto de actualidad en los escaparates.  Marta, que ya estuvo en No Madrileños, suele mezclar inglés y español en lo social y surreal de sus poemas, gestiona recitales bilingües en NY. Carlos denuncia la mirada al ombligo de los poetas que defiende el hacer poético como un hacer imprescindible y "sublime para todos"; en esto me recuerda el escepticismo de Gloria Fuertes al respecto, que solía señalar cómo muchas mujeres se casan sin saber ortografía y son felices. Ana Merino agradece los libros que su padre, José María, tenía para ella dispuestos en la casa y su voluntad de escribir para los pequeños. El granadino Luis Muñoz reclama la tensión del extrañamiento para el germen de un poema y por tanto lo fructífero de su situación.

    En el territorio asignado a cada poeta se incorpora un texto (ya editado por lo general) de algún observador sobre la obra del convocado. Sorprende la calidad del papel -satén- empleado, su esmeradísima composición. Bella, clasicámente moderna. Para mí, que la desconocía, ha sido una agradable sorpresa. Que agradezco y digo.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Un poema: Porque es densa la vida y es extraña








Para Ana Montojo 


No me interrogues más, vida, pasado,

cuando busques adentro, con la sangre,

la razón porque abrazo la costumbre

de vivir como excusa, de escribir como excusa:

nunca hallaste respuesta.

 

Cuando se ve asediado

mi corazón se eclipsa, busca el rapto,

se confunde en los bosques, en lo denso,

hasta hallar en Pessoa o en lo oscuro

de la emoción refugio, celda.

 

Escucha entonces, habla

con la erosión de cuanto me circunda,

con la luz que claudica

al lado de mi piel, en mis alrededores,

la luz versal que con orfebre cuido

señala mi contorno con teselas.

 

Aprende ahí

por la forma del hueco mi extensión,

conoce así qué líneas me limitan,

dónde resisto, qué

claridades, qué brumas o qué anhelos

conforman mis fronteras.

 

Que allí, en la visión del trazo,

en el débil perfil que los versos declaran,

tal vez conozcas

que es sólo el titubeo, lo indeciso

de no poder saberme ni ignorarme

lo que acude a mi voz

 

y la pereza.


                                                     (Ilustración: Pedro Castrortega)

 


lunes, 1 de noviembre de 2021

Náufragos es un encuentro. Cuenca.

 


Rafael Soler
         

  

       Ahora sé que el agua puede ser un incendio. Un alto fuego en donde la palabra atiza su vigor sin descanso. Que el agua puede ser calor, que acude y se concentra. Que la lluvia no es disimulo de emociones, y que su caer difuminado las abona y germina. Bien lo mostró sábado 30 y domingo 31. Lo supe en Cuenca. Lo supo Cuenca. Lo supo el Huécar y su caudal crecido. Desde 2012 celebra el otoño su Poesía para Náufragos en la ciudad de las hoces y los pinos. Nadie se salva solo de este temporal que vuelca naves lejanas y nos reúne. Sé que hay otros sitios y fechas a los que suelen nombrarse encuentros poéticos, pero este es. Sorprendió Rafael Soler, en su decir esencial de apertura, con la advertencia de que los novelistas no suelen abrazarse, pero los poetas sí. Él sabe de abrazos. En Cuenca es posible verlo, practicarlo. Casi cien cuerpos, algunos de los cuales decidieron acercarse para la foto de familia. Subidos a escena.

Fedrico Gallego Ripoll
 

 

        Felices de estar en el sitio que quieren. Ana Ares, Javi Gil, Víktor Gómez, Francisco Caro, Magda Mayordomo, Juan Gaytán, Pilar Martín Gila, Paz López, Santiago Gómez Valverde, Oscar Ayala, Arturo Tendero, Luisa Antolín, Raúl Nieto, Federico Gallego Ripoll, José Luis Nieto, Julio Más y Pablo Guerrero (que cerró) unieron su voz a sus poemas. En los andamiajes que sostienen: MA Curiel, Teresa Pacheco, María Alcocer, Paco Mora, Miguel Mula, Enrique Trogal, AL Luján y Rafa Escobar. En amago, pero siempre atlante, anoten a J. Ángel García.

Pablo Guerrero


      Sé que hubo
momentos estelares, sé que los guardo, sé que la tensión no decayó en las horas de lecturas y conversaciones, sé que las pausas (las trastiendas) son tan provechosas para los afectos como los instantes de escucha. Y sé que hay conjura para volver. Como sé del tráfico denso de material escrito, de Paco Moral al servicio de todos. O de Amador Palacios trayendo al ausente Arcadio Pardo. Y de tantos poetas asistentes, fieles. Llevo años asistiendo: mientras haya amistad, mientras haya poesía, habrá lluvia y calor, habrá Náufragos y otoños, nos juntará Cuenca.


MC Barri hizo estas fotos.