Foto: Pepe J. Galanes (fragmento) |
domingo, 28 de noviembre de 2021
Un poema: Carretera en desuso (versión)
Este es el territorio que temías
lunes, 22 de noviembre de 2021
Carta pública a y dos poemas de: RAFAEL ESCOBAR
Rafael, ese niño a destiempo que te vive debe haber intuido desde sus pocos años qué es la poesía. Y te araña y provoca. Dile que tú desde hace tiempo también sospechas. Dile que sabes que es un acto de lenguaje que necesita encarnarse, que necesita un cuerpo y su verdad para ser voz que diga. Y dile que Lover, lover, lover es un gesto de ternura, que el deseo es un chopo desnudo en busca de cielos, que un verso jamás puede ser simbología oscura sino trazo de silenciosa claridad. Porque así está escrito este poemario de título cohen, este tercero que levantas en Tigres de papel. Conozco tu decir y sus modos desde aquel Todo el mundo debería ser apedreado que me proporcionó Pedro A. Y tú, que nunca fuiste poeta oscuro, de abstracciones, estallas en poemas tan cuidados, tan abiertos, como devastadores en su armonía y su tensión. Por su intención. Hay además un aire nuevo en la arquitectura con que alzas: un gusto por los huecos, rincones en donde la elipsis halla refugios, asimetrías que orean, lugares ya no subordinados. Este lover, este amante, este tú que tanto te acompaña y te invita a introspecciones, este amado al que tanto cuestionas y te cuestiona, esta carne en la pureza del deseo y la entrega, este cuerpo que anhela algo más que lo deleble, vencido de tanto desistimiento, vencedor de la espera, esta mano transparente que te mira y escribe -todos- saben lo que quieren decirse. Sentados que parecen en la enea y al fresco de una noche de verano, hablan. Hablan del que busca el amor y el que teme perderlo incluso antes de encontrarlo, de la fugacidad hermosa del momento, de cómo vivir en lo amargo de las despedidas y su desequilibrio in/soportable, de lo que vuela y agoniza, de tanto aliguí con que la vida juega sin misericordia con nosotros. Hablan de poesía testimonial con displicencia, del poema como alivio, como cuarto del sirocco donde esperar el paso de la tormenta, de desórdenes frágiles y de horizontes que pueden ser habitados. Hablan de la contemplación serena del cuerpo amado, de la plenitud hallada, hollada: “lo abrazo y no pesa”. Y todos eres tú, primera o segunda persona, diciéndote, escuchándote, preguntando de vez en cuando al niño “que quería ser dolor y ser belleza” y hoy vive la dualidad de las esperanzas y las pérdidas, que viene a ser lo mismo, y se precipita en el recuerdo, y en el poema –Coney Islan baby, por ejemplo– tensa su paisaje emocional hasta la concentración de disparo de sus últimos versos. Saben todos que el amor será borrado, sea cual sea su belleza, que su épica es tan solo el instante, pero merece. Alguien pasa y les dice que han escrito un libro tierno, hermoso hasta los límites, denso de frutos, recogido y extenso, de palabras que campan entre el tiempo y la plegaria, palabras buscadoras de labios que saben de los escombros de la felicidad, pero que siguen dispuestas a internarse en los desiertos tártaros donde crece lo amado, ese estado de excepción. La lluvia como alegría. Los valientes sueños.
Señor
Señor,
vengo a pedir la mano de su hijo,
con mi hambre, con mi vergüenza,
con ese impudor
con que cree que la felicidad aún lo nombra
un corazón pobre,
lo quiero tanto
que siento que el amor se me hace genealogía,
que yo también lo hice hombre
con la valentía de mi sangre,
que me creció del pecho
como trigo de la flor de un milagro,
lo abrazo y no pesa,
aro de punta a punta su piel
y es como si me columpiara
en el reino más secreto del aire,
conozco su dolor,
su tristeza que le hizo sentir
que en el roce de dos cuya tierra es el extravío
se nos abre hoy
un aliento semejante a la esperanza,
deme su bendición, Señor,
con mi avidez, con mis ojos
de huérfano definitivo
vengo a pedir la mano de su hijo.
___________
Vergüenza
¿Vergüenza? Jamás.
Pero al menos suscita
cierto temor incómodo
que alguien tuviera tanto poder sobre ti,
que te rigiera
quien nunca probó tu abrazo,
que fuera dueño
quien llevando su deseo a otro labio
te estrechó
hasta sentirte tan débil
como quien confundió
su verdad con la belleza de otro.
Más sabes que no hay derecho a tu queja.
Finaliza de nuevo el amor
y deja intacta tu soledad,
pero también la gracia mejor de tu suerte:
enamorarte de quien pudiendo
ser el vértigo y la ruina
te deja partir de su vida sin daño.
jueves, 18 de noviembre de 2021
Licencia Poética: una revista
También recoge alguna muestra de su producción actual y un texto de su autoría. Parece que es la segunda entrega con este empeño. Está bien. Firma el editorial José Manuel Suárez, poeta y director de la editorial. Los auscultados y consultados son: Carlos Ortega (desde Hamburgo), Marta López-Luaces (Nueva York), Luis Muñoz (En Iowa), Ana Merino (también Iowa). Todos dicen seguir, más o menos, la actualidad poética en España y señalan la imposibilidad de ocupar, desde tan lejos, un puesto de actualidad en los escaparates. Marta, que ya estuvo en No Madrileños, suele mezclar inglés y español en lo social y surreal de sus poemas, gestiona recitales bilingües en NY. Carlos denuncia la mirada al ombligo de los poetas que defiende el hacer poético como un hacer imprescindible y "sublime para todos"; en esto me recuerda el escepticismo de Gloria Fuertes al respecto, que solía señalar cómo muchas mujeres se casan sin saber ortografía y son felices. Ana Merino agradece los libros que su padre, José María, tenía para ella dispuestos en la casa y su voluntad de escribir para los pequeños. El granadino Luis Muñoz reclama la tensión del extrañamiento para el germen de un poema y por tanto lo fructífero de su situación.
En el territorio
asignado a cada poeta se incorpora un texto (ya editado por lo general) de algún
observador sobre la obra del convocado. Sorprende la calidad del papel -satén- empleado, su esmeradísima
composición. Bella, clasicámente moderna. Para mí, que la desconocía, ha sido una agradable
sorpresa. Que agradezco y digo.
sábado, 13 de noviembre de 2021
Un poema: Porque es densa la vida y es extraña
Para Ana Montojo
No me interrogues más, vida, pasado,
cuando busques
adentro, con la sangre,
la razón porque
abrazo la costumbre
de vivir como
excusa, de escribir como excusa:
nunca hallaste
respuesta.
Cuando se ve
asediado
mi corazón se
eclipsa, busca el rapto,
se confunde en
los bosques, en lo denso,
hasta hallar en
Pessoa o en lo oscuro
de la emoción
refugio, celda.
Escucha
entonces, habla
con la erosión
de cuanto me circunda,
con la luz que
claudica
al lado de mi
piel, en mis alrededores,
la luz versal
que con orfebre cuido
señala mi contorno
con teselas.
Aprende ahí
por la forma del
hueco mi extensión,
conoce así qué
líneas me limitan,
dónde resisto,
qué
claridades, qué
brumas o qué anhelos
conforman mis
fronteras.
Que allí, en la
visión del trazo,
en el débil
perfil que los versos declaran,
tal vez conozcas
que es sólo el
titubeo, lo indeciso
de no poder
saberme ni ignorarme
lo que acude a
mi voz
y la pereza.
(Ilustración: Pedro Castrortega)
lunes, 1 de noviembre de 2021
Náufragos es un encuentro. Cuenca.
Rafael Soler
Ahora sé que el agua puede ser un incendio. Un alto fuego en donde la palabra atiza su vigor sin descanso. Que el agua puede ser calor, que acude y se concentra. Que la lluvia no es disimulo de emociones, y que su caer difuminado las abona y germina. Bien lo mostró sábado 30 y domingo 31. Lo supe en Cuenca. Lo supo Cuenca. Lo supo el Huécar y su caudal crecido. Desde 2012 celebra el otoño su Poesía para Náufragos en la ciudad de las hoces y los pinos. Nadie se salva solo de este temporal que vuelca naves lejanas y nos reúne. Sé que hay otros sitios y fechas a los que suelen nombrarse encuentros poéticos, pero este es. Sorprendió Rafael Soler, en su decir esencial de apertura, con la advertencia de que los novelistas no suelen abrazarse, pero los poetas sí. Él sabe de abrazos. En Cuenca es posible verlo, practicarlo. Casi cien cuerpos, algunos de los cuales decidieron acercarse para la foto de familia. Subidos a escena.
Fedrico Gallego Ripoll |
Felices de estar en el sitio que quieren. Ana Ares, Javi Gil, Víktor Gómez, Francisco Caro, Magda Mayordomo, Juan Gaytán, Pilar Martín Gila, Paz López, Santiago Gómez Valverde, Oscar Ayala, Arturo Tendero, Luisa Antolín, Raúl Nieto, Federico Gallego Ripoll, José Luis Nieto, Julio Más y Pablo Guerrero (que cerró) unieron su voz a sus poemas. En los andamiajes que sostienen: MA Curiel, Teresa Pacheco, María Alcocer, Paco Mora, Miguel Mula, Enrique Trogal, AL Luján y Rafa Escobar. En amago, pero siempre atlante, anoten a J. Ángel García.
Pablo Guerrero |
MC Barri hizo estas fotos.