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Antonio del Camino |
En
mi juventud se hablaba de la crisis del teatro. Como lugar común. Luego llegaron la de las salas de cine, la del papel impreso, la de los toros. En oleadas. Los quioscos están cerrando. Y
las modistas. Del clima ni te digo, todos a por él. Con el soneto no hay quien
pueda. Le han hecho toda clase de perrerías, ninguneos,
mamarrachadas. Él resiste. De madera o de pleita, endecas o
polimétricos, asonantes, retorcidos, enmascarados, repudiados o fritos con
tomate y ajo. El soneto aguanta ciento y una embestidas. Sin inmutarse. Sale y entra en su
tumba como juan (con nietos) por su casa. Le han vestido con sayas y puesto
antifaces. Sigue en pie. Solo admito sonetos que se burlen de sí mismos, dice
el snob. Sabe a rancio, el gourmet. Les tengo mucho respeto, confiesa el
incompetente. Yo escribo dos o tres al día, repetía el Alcalá-Zamora de
Sial. El soneto es piedra berroqueña y su edificio resiste desaforados ataques,
incluso los que tienen razón, ácido y bala. Los dos anchos ataúdes de cuartetos y otros dos más
delgados de tercetos, que decía Fonollosa, se siguen ofreciendo para los pocos
poetas que tienen algo que decir, para los que lo toman medio en serio, medio
en broma. Incluso para aquellos que los rellenan de sabor acre y olor a berza. Asombrados, los físicos cuánticos estudian su estructura.
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Alfredo J. Ramos |
Sabiendo como saben todo
lo anterior, y muchas cosas más, los talaveranos Alfredo J. Ramos y Antonio
del Camino se han internado en un duelo a sonetos. Puestos de espaldas, han contado los 14 pasos reglamentarios, se han vuelto sobre el papel y han disparado (16 veces sin intención de herirse). Todo bajo la tutelar y padrina atención del toledano de Brooklyn Hilario Barrero, que los ha publicado en Cuaderno de Humo 26, ese tesón editorial con el que Hilario nos alienta. Paginados uno frente a otro, discurren los 32 sonetos, 16x2, claro. Cada pareja llega iniciada por
un lema-yugo que los une. Hay que tener atrevimiento y destreza, pensé al recibir el ejemplar. Con los tiempos que corren. La tienen. Se titula Mudanza y vuelo. No busquen ejemplares en papel, no se venden, pero pueden recibirlos en PDF. ¿Para cuándo la
crisis del PDF? Mientras la luz, buen amigo y seguidor de ambos, se hace
eco de este nacer y escoge para sus lectores una de sus dobles entregas. La IV. San Garcilaso
y el Tajo, tan con Talavera, los vigilan y protegen. Y se nota.
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IV. LA VIDA BREVE
(Vida en el aire)
Móvil fugaz, la vida. La
mirada
que descubre el lugar
más apacible,
un minuto después ve la
terrible
necedad de su asombro,
sin coartada.
Un péndulo nos mueve en
su infalible
noria de sol y niebla,
mientras cada
frontera de la dicha
está marcada
por un río de hielo
indestructible.
El corazón del péndulo,
que late
con vibración dispar y
esparce olvido
al ritmo apresurado de
las horas,
revela la verdad de este
combate
repetido de noches y de
auroras:
la leve brevedad de lo
vivido.
(AjR)
(La única heredad)
La vida, igual que
empieza, se termina
y no tiene valor la
eternidad.
El olvido se aposta en
cada esquina
y es, a la larga, la
única heredad.
La muerte llega firme y a
destiempo
e irrumpe en nuestros
signos cotidianos.
Se queda todo atrás,
fuera del tiempo.
Y no existen inviernos
ni veranos.
La vida nos aleja de la
vida
hasta dar, sin remedio,
en el vacío.
Los que nos aman
sufrirán la herida
que abre la ausencia y
el final sombrío.
Pero vamos viviendo y,
mientras tanto,
nos salvan amistad, amor
y canto.
(AdelC)