jueves, 29 de septiembre de 2022
Soneto en 21
Tal vez sea, sospecho,
miércoles, 21 de septiembre de 2022
Fe de ausencia
Septiembre y su final. Viernes. Lunes. Miércoles. 23/26/28.
Tres poetas amigos hacen lectura y presentación de sus libros en Madrid. Miguel
Galanes. Manuel Juliá. Rafael Soler. (Tres mocitos sevillanos tituló
Díaz-Cañabate una crónica taurina en ABC por Puerta, Camino y Romero, allá en
los sesenta). No son mocitos ni sevillanos estos, sí tres poetas que me importan. Ida y vuelta entre Madrid y La Mancha. No estaré en ninguno de los tres actos. No es mi costumbre faltar de donde debo y quiero, y me duele, por eso
escribo. Se anuncian en Madrid y yo estaré lejos, físicamente. Pero animo a los
lectores de Mientras la luz que puedan asistir a que deseen asistir. Y
asistan. Yo iré con ellos.
A los tres poetas en trance les reitero desde aquí mi
no presencia. A los amigos que ignoren este texto, se extrañen de la situación
y pregunten -alguno habrá- por mí y las causas, aclárenles que no hubo falta de
voluntad, por favor, por favor, por favor. Y que me duele desde ya.
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Carta pública a y dos poemas de Francisco J. Martínez Morán
Querido tocayo, es difícil un título más corto que este No, que esta negación, un no que es una apuesta de afirmación ante el hecho de la vida como oportunidad. Desde aquella tarde en el Ateneo de Madrid en que M Losada llevó a 7 voces jóvenes, mana nuestro contacto, nuestro afecto, nuestras lecturas. Pocas maneras tan enjutas y esenciales a la hora de decir como la tuya. Es difícil encontrar en algún poema tuyo, tan cortos, tan claros, una palabra que no trabaje, una construcción que no esté empapada de significado y que, sin embargo, no busque renovarlo, trascenderlo. Por algún lugar del libro constatas y te (nos) adviertes que el poema es un imposible, un señuelo que nos obliga a escribirlo, un fósil sobre la mesa de lo que fue el instante en que lo soñamos. Y sin embargo seguimos, sigues, intentando cazar al unicornio que creímos ver. Rellenando papeles. Tu libro No, primer premio Francisco Brines, nos reafirma en la idea de que al buscar lo negado es posible crear y, a la vez, dejar un rastro de claridad, precisión, belleza. Escribes desde la contemplación, escribes desde lo maleable y roca del lenguaje, escribes buscando (logrando) la precisión, con la inteligencia de dejar abierto siempre el portillo de lo inexacto. Sabes que el poema no puede cerrar nada, que continúa tras el punto final. Divides el libro en cuatro partes, todas ellas transitadas por la mirada sobre las cosas y los montes del mundo, por la interrogación sobre tus modos de recorrerlas, por el apunte de aromas que permite el amor, por la tensión del diálogo con el río de los clásicos. Y en todo, la tentación de la agudeza aforística, que afortunadamente elevas hasta la altura de poema, hasta el andamio del asombro y la incerteza inquisitiva desde la que construyes. Sin que te enfades, debo decirte que, en esta época que premia el desaliño, he leído a pocos poetas con trazo tal de elegancia. Tu discurso es esa luz-túnel que intenta penetrar el corazón de la montaña. Lugar donde reside la guardada plenitud, la poesía. “La luz sigue avanzando y es tan pura/ como un ave entre el sueño y la vigilia” dices, y a veces pienso que son palabras que podría haber dicho un solitario de GD Fiedrich frente a los témpanos de hielo o los abismos de pinos. Un poeta es un hombre a quien la Naturaleza y la vida le sajan el pecho, le zarandean y discuten hasta hacerle decir, hasta hacerle escribir las palabras precisas que pudieran servirle de respuesta y salvación. Pero apenas si, para entonces, el poeta es capaz del balbuceo, porque es en lo impreciso de las brumas o las brasas en donde la verdad se esconde “como una lentísima cadencia de penumbra y rendición”, ese lugar en donde lo subjetivo es al mismo tiempo herramienta y obstáculo. Estás en el centro del conflicto, tocayo Francisco José Martínez Morán.
Digo que No ha sido editado por Pre-Textos
dentro de su colección Poesía, lo que añade respeto por el autor y el premio, y
digo que viene a conversar con Los cuadernos del frío que editó la
jugosa editorial gijonesa de Pascual Ortiz, esa Bajamar de la que tanto nos
llega y tanto esperamos.
____________
En San Nicolás el Real, sobre
la piedra, luz
Parece provenir de alguna altura
que ni siquiera intuyes y, al rozarte,
deja un rasgo de fría incandescencia:
algo hay desconocido en esa luz,
una breve porción
del misterio sin fin que te han vedado.
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Afueras
Saldrás a la mañana
y ya no habrá mañana que cantar.
Todo habrá sucedido de otra forma
con la pálida pátina del tedio,
a fuerza de cansancio sin retorno.
Querrías haber sido
otra versión de ti.
sábado, 10 de septiembre de 2022
Un poema: Insectos, palabras
En
primavera, me dijiste,
brotan
insectos
de
la palabra infancia,
y mientras crecen ponen
huevos
en el panal de la memoria
que
en los veranos zumban, me dijiste,
hasta
volverse adultos
(no
sé por qué
preferiste
adultos
a emplear la palabra derrotados),
hasta
volverse ruido entre lo inútil,
hasta
volverse nadie en el sofoco
de
un tiempo sometido
y
que luego,
cuando
duele el otoño,
regresan
a ovillarse
en
la palabra nido, en la palabra ayer,
cada
vez más infancia no resuelta,
cada
vez más perdidos en su suerte.
(septiembre y 10 de 2022)
miércoles, 7 de septiembre de 2022
¿Es un milagro VOIX VIVES?
Para todo hace falta plata y yo ignoro con qué dinero cuenta Alicia Es. Martínez para organizar su Voix Vives. Supongo que no mucho. Pero lo multiplica. El festival, nacido a impulso de su homónimo de Sète (en los primeros años existían hamacas blancas para los escuchantes) es un éxito. Entre otras cosas por la cercanía de Madrid, que le suministra ríos de asistentes activos y pasivos. Y algunas muy animadas editoriales. El ambiente es fantástico y tiene un aire innegable de rentrée, de inicio, de salvación. El hecho de que alguien situase Toledo en el camino de Piedrabuena a Madrid facilita mi paso por él. A veces mi permanencia, en otras mi asistencia. Sin grandes figuras de allende o mediáticas interiores, el Festival basa su hacer en multitud de lecturas –al aire libre o en locales– organizadas por para asociaciones o tertulias poéticas. También para y por autores de las editoriales con caseta. Porque hay casetas con libros a la venta, algo que se recuerda con frecuencia por los editores, casetas que vocean y que a veces consiguen colocar material entre los adictos. Pretenden que los que leen compren. Sepan también aquellos que ya leyeron pasan a ser pronto escuchantes y de esa manera se consigue una asistencia pasable a las siguientes lecturas. Por qué llaman a esto endogamia como si fuera algo perverso. Ouróboros ¿y qué? ¿no dicen que somos una secta? Anoto en este punto la no presencia formal, ni editorial ni lectora, del mundillo poético castellano-manchego, que apenas aparece de forma tangente. Sí ya sé que es un encuentro abierto al mundo y no onfálico, pero. Tampoco creo que la ciudad, digo sus habitantes, responda al esfuerzo ilusionante y multiplicador de una organización entusiasta y eficaz. Van por nueve festejos. Escuché, oí con atención a numerosos amigos. Permítanme que entre todos ellos señale a Julio Mas Alcaraz, que leyó de su magnífico Ritual del laberinto textos que tuvieron origen dramático, año 1936, a 150 metros de donde leía y que afectaron gravemente a quienes fueron sangre manantial. Fue, para mí, el momento de temblor. Sé que se hizo homenaje final a Ángel Guinda, alrededor de cuya imagen se ofreció el Festival y que la gran Mª Ángeles Pérez López estuvo en muchos de sus rincones. Un lujo.
Sirva esta pequeña nota (a vuelapluma se decía) para animar a Alicia, para pedirle que no ceje, que nos ampare y que logre para
los próximos años lo que logró para este: una temperatura amable y una brisa,
por suave y fresca, amparadora. Estuvimos bien. Queda decir que no estuvo Lastura, como
editorial, y que me sorprendió.
domingo, 4 de septiembre de 2022
Un poema: Romancillo (en dos) de septiembre
(uno)
Logró su fin agosto
–cuanto nace, fenece–
y su sol de aluminio,
el del calor que muerde.
Una alacena tibia
es el tiempo, septiembre.
Tendido el mediodía,
soy sueño que no duerme,
ando luego en la tarde
un dudar que oscurece,
campesinos rastrojos
donde la luz no agrede,
la canción de las sombras,
este adiós que me envuelve.
(dos)
Y si espero a los ángeles
de las horas inciertas,
en el patio sin dueño
donde vivo quisiera
no el dondiego ni el
hambre
que el ocaso me oferta,
no la mano en lo oscuro,
ni compasión ni yedra,
sino ser esta brisa
que espabila a la higuera,
la desnudez que el agua
ha esparcido en la hierba.
Va cerrando la noche…
soy un hombre que espera.
jueves, 1 de septiembre de 2022
Carta pública a Fernando J. Carretero y fragmentos del poema
(Escribo
desde un patio en sombra). Son 107 dardos como versos. Y un cofre que los guarda. Amigo Fernando
José Carretero, has escrito a Teresa de Jesús en su agonía y has querido
guardarlo íntima y severamente. E íntima y severamente repartirlo. Para lo
primero has confiado, elegido, el taller conquense de La Zúa Ediciones y a Teo
Serna. Has querido una edición en carpeta y papel selecto para un texto
manantial y una imagen digital de clara fortaleza mística. Y has acertado. Dices que
son 75 ejemplares numerados en junio de 2022, algunos de los cuales, como autor, has querido que
conozcan tus lectores más cercanos. Y yo agradezco. Hay objetos materiales
capaces de transportarnos hasta el lugar en donde la emoción alcanza el sosiego de
la belleza. Esta edición es ejemplo. (Bien se ha resarcido el poeta de las
limitaciones gráficas a la edición de aquel magnífico “El cuaderno iluminado).
En su
interior, guardados por multiplicadas solapas de elegante verjurado, impresos en
papel Conqueror, los versos con que ofreces tu poema, un poema que habita donde el aliento penúltimo
de Teresa recorre los posos y los vilanos del vivir. El momento es conocido:
Alba de Tormes, consumida por los afanes y las horas, Teresa de Ahumada acude
al tránsito; no desea ni tiene más ayuda ni confidente que sor Ana de san Bartolomé. Desde esa estancia secreta, tú, Fernando J. Carretero, escuchas las palabras
de la fundadora, las palabras que hablan de su ligazón con la tierra y las
gentes, con los ardores y los caminos, con aquello que la vida terrena y sus
territorios le han mostrado, le han permitido; con los logros y la ilusiones
que han ido llenando sus manos, confortando el espíritu. “La vida es un empeño
violento y luminoso”, escucha de su boca el poeta que eres. Y tras ello la
alegría de lo humilde, de lo dulce, el rigor de las penalidades, de las
incomprensiones, la voz y el compás del frailecillo a quien los ángeles
confiaban sus versos (porque los escribiera). Todo el poema, que como autor
titulas “La agonía de Teresa de Ávila”, se arma con una tensión tierna y
sostenida del lenguaje, con una templanza que consigues mantener a lo largo de
todo su recorrido, y que, sin desmayo, nos presenta a una mujer más cerca de lo humano que de lo celestial, a una mujer conforme con su compromiso de vida en el momento de entregarla. Una mujer que, desde el hoyo de un cuerpo
débil por disciplinas, ayunos y buscados trajines, conserva en sus ojos la belleza sorprendida
de los amaneceres en otoño, “los púrpuras del espliego”, “el vasto vacío de las
constelaciones”, el vibro en armonía de la luz y el horizonte. Una mujer que en
la finitud armónica de la Naturaleza recorrida ve el anticipo de esa serena
eternidad en la cual espera el Amado. Ves a una mujer, ya tildada de santa antes
de este trance, que necesita, como cualquier nacida, la brida de una mano a
la que asirse, la de sor Ana, para ese momento que ve pronto y que ella espera
como enigma aceptado, como lugar sin tiempo, como liberación.
Fernando, la
poesía precisa residir en estos pequeños y altos refugios, tan necesarios al lado
de las tradicionales ediciones, también tan necesarias. Te digo que es menester, y conforta, una cierta complicidad en lo reservado. La poesía es un don que brilla por y en
sí misma, a la que tú has sabido darle un arca y un camino. Gracias.
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(cuatro fragmentos)