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jueves, 10 de abril de 2014

Testimonio de regreso. Tres notas

   El jefe estuvo de acuerdo. Merecéis unas vacaciones en esto de las crónicas. No se debe acumular dinero por encima de las necesidades. Ese es el inicio del toda corrupción. Dicho y hecho. La redacción, jubilosa y viajera, ha dejado -en qué pocos días- la caja a cero. Es preciso volver a la tarea. Generar pecunio. La becaria advierte: Puesto que la recuperación es evidente, lo dice La Razón, qué hay de lo mío. No se atreve a decir salario todavía. El jefe está en ello, le decimos. Hemos vuelto a la faena. Tres notas.  

 1

Elia, Ana, Luz y David
Foto: con poca luz
Hay un nuevo lugar para la poesía. Subterráneo. Se llega a él tras bajar una pina y estrecha escalera. Junto a la mole de Telefónica, en Reina, 1. Los miércoles, casi a las nueve. Es un lugar pequeño, media luz, amueblado con palets. Sugerente. Regido para la palabra por David Morello. Anden atentos. El miércoles 2 acudieron tres polluelos de Luz Pichel y Luz Pichel. De esa feliz conjunción de euracas y castrapos inasequibles, habladores. Elia Maqueda dio la impresión de saber construir el poema. Y tener discurso. Ana Cibeira, alumna y tanteadora, dejose ver atraída por las lenguas de frontera y las maneras conversacionales. David Haller pareció enamorado de lo que escribe, tan sorprendido como feliz, sin duda le gusta el oficio que está aprendiendo. De Luz, protectora, qué decir sino que leyó tan renovada como sorprendida de nuestra asiduidad a su causa. En el piso de arriba, a nivel de la calle, vinos y tapas. Nombre La Tapa de Era.

 2

La sala de La Central
Foto La Central
   El jueves 3 ocurrió la presentación de Alacena Roja en Madrid. Sepan que Alacena Roja es una biblioteca virtual, una editorial, y una librería que imprime bajo demanda. Los tiempos corren y Luisa Navarrete, lista y ágil, con ellos. El deslumbrante impacto que produjo la edición virtual de la obra de Elvira Daudet (mas de 40.000 lecturas) se confirmó con ediciones de José Elgarresta y Manuel Lacarta. Madrileños. La editorial tiene su sede en Ceutí, un pueblecito de Murcia. Vino a Madrid. A la Central del Reina Sofía.  
Óscar, Isla y Carlos
Foto: Alacena Roja
Y vino para presentar la obra, en papel, de Óscar Ayala y la de Isla Correyero.  Carlos Morales, el editor, en pasado, de la recordada Toro de Barro, hizo de presentador. Con látigo hacia tendencias pasadas.   Oscar Ayala es el autor de Parajes de lo incierto, del que leyó algunos poemas. Casi todos atravesados por la sorpresa de lo poético y la palabra como posibilidad, como tanteo, como lazo que aprese la realidad. Poesía que intenta explicarse a sí misma: verso, acento, nombre, palabra, poema lenguaje… son los términos más usados. Cerró con un poema de amor, inédito. Isla es otra cosa. Parece repuesta o no repuesta de su Diario de una enfermera. Lo ha recuperado para, unido a una nueva obra, Occidente, formar una entrega a la que llama Género humano. Son poemas de la carne, del amor y del desaliento. Pero queda en ellos patente que la corrupción de la carne no puede ni debe ser la de la vida. Me pareció que los poemas crecían al ser dichos, sobre todo en credibilidad, en tensión dramática. Un poema es un shock individual que tiende a convertirse en un shock de dolor en todos. Es posible que el impacto de Diario de una enfermera no sea fácil de mantener tantos años después, pero aquella desolación sigue estando inestable y presente. Recordé aquello de Vallejo “tanto amor y no poder contra la muerte”.

 3

   Esto de los intercambios poéticos Murcia-Madrid tiene su aquel. El de miércoles 9, bajo la iniciativa de Rosa Jimena, fue presentado por el ingenio de Enrique Gracia como un combate de boxeo. Guantes sobre la mesa incluidos. Y pajarita de árbitro. Qué hábil EGT, hombre siempre diestro entre las cuerdas. Las púgiles fueron Inma Pelegrín y Katy Parra. Katy, con más historial, levantó al final la mano de su oponente. Nada que objetar en el ring de Libertad 8.

Inma Pelegrín y Katy Parra
Foto: EGT
Porque es el caso que la poesía de Inma Pelegrín sabe acomodarse tanto a la cotidianeidad del vivir como consigue adivinar sus contraluces. Las paradojas de lo evidente.  Y todo ello es sabiamente administrado en beneficio de la sorpresa final, sin la cual el poema no se concibe. Hay un modelo repetido: son lecciones de cosas que, a modo de parábolas, logran explicar sensaciones, emociones. Limpio, sencillo. Como beber agua. Leyó con la misma suavidad con que discurre su escritura, apenas sin subrayar, sin imponer. Su oponente, la vascomurciana, Katy Parra, amiga, según dijeron de los gatos, bebe desde antes de parecidas fuentes. A lo que añade toques autobiográficos. Que desprecia los oropeles retóricos, los engolamientos y las impostadas trascendencias parece obvio. Lo dijo explícitamente en un poema, dijo que prefería la palabra abrelatas a la palabra ternura, sin duda porque sabe de la falsedad con que esta última puede usarse en el oficio. Buen dúo, con buen humor en escena. Aire fresco en abril. El público de su parte.

Aquí el video del acto producido por Enrique Gracia Trinidad.