El jefe estuvo de acuerdo. Merecéis
unas vacaciones en esto de las crónicas. No se debe acumular dinero por encima
de las necesidades. Ese es el inicio del toda corrupción. Dicho y hecho. La
redacción, jubilosa y viajera, ha dejado -en qué pocos días- la caja a cero. Es preciso volver a la
tarea. Generar pecunio. La becaria advierte: Puesto que la recuperación es evidente, lo dice La Razón, qué hay
de lo mío. No se atreve a decir salario todavía. El jefe está en ello, le
decimos. Hemos vuelto a la faena. Tres notas.
1
Elia, Ana, Luz y David Foto: con poca luz |
2
La sala de La Central Foto La Central |
Óscar, Isla y Carlos Foto: Alacena Roja |
Y vino para presentar la obra, en papel, de Óscar Ayala y la de Isla Correyero. Carlos
Morales, el editor, en pasado, de la recordada Toro de Barro, hizo de
presentador. Con látigo hacia tendencias pasadas. Oscar Ayala es el autor de Parajes de lo incierto, del que leyó algunos poemas. Casi todos atravesados por la sorpresa
de lo poético y la palabra como posibilidad, como tanteo, como lazo que aprese la
realidad. Poesía que intenta explicarse a sí misma: verso, acento, nombre, palabra, poema lenguaje… son los términos más usados. Cerró con un poema de
amor, inédito. Isla es otra cosa. Parece repuesta o no repuesta de su Diario de
una enfermera. Lo ha recuperado para, unido a una nueva obra, Occidente,
formar una entrega a la que llama Género humano. Son poemas de la carne, del
amor y del desaliento. Pero queda en ellos patente que la corrupción de la carne no puede ni debe ser la
de la vida. Me pareció que los poemas crecían al ser dichos, sobre todo en credibilidad,
en tensión dramática. Un poema es un shock individual que tiende a convertirse en un shock
de dolor en todos. Es posible que el impacto de Diario de una enfermera no sea fácil
de mantener tantos años después, pero aquella desolación sigue estando inestable y presente.
Recordé aquello de Vallejo “tanto amor y no poder contra la muerte”.
3
Esto de los intercambios poéticos
Murcia-Madrid tiene su aquel. El de miércoles 9, bajo la iniciativa de Rosa
Jimena, fue presentado por el ingenio de Enrique Gracia como un combate de
boxeo. Guantes sobre la mesa incluidos. Y pajarita de árbitro. Qué hábil EGT, hombre
siempre diestro entre las cuerdas. Las púgiles fueron Inma Pelegrín y Katy Parra.
Katy, con más historial, levantó al final la mano de su oponente. Nada que
objetar en el ring de Libertad 8.
Inma Pelegrín y Katy Parra Foto: EGT |
Porque es el caso que la poesía
de Inma Pelegrín sabe acomodarse tanto a la cotidianeidad del vivir como consigue adivinar sus contraluces. Las paradojas de lo evidente. Y todo ello es sabiamente administrado en
beneficio de la sorpresa final, sin la cual el poema no se concibe. Hay un
modelo repetido: son lecciones de cosas que, a modo de parábolas, logran explicar
sensaciones, emociones. Limpio, sencillo. Como beber agua. Leyó con la misma
suavidad con que discurre su escritura, apenas sin subrayar, sin imponer. Su
oponente, la vascomurciana, Katy Parra, amiga, según dijeron de los gatos, bebe
desde antes de parecidas fuentes. A lo que añade toques autobiográficos. Que
desprecia los oropeles retóricos, los engolamientos y las impostadas trascendencias
parece obvio. Lo dijo explícitamente en un poema, dijo que prefería la palabra
abrelatas a la palabra ternura, sin duda porque sabe de la falsedad con que
esta última puede usarse en el oficio. Buen dúo, con buen humor en escena. Aire
fresco en abril. El público de su parte.
Aquí el video del acto producido por Enrique Gracia Trinidad.
Aquí el video del acto producido por Enrique Gracia Trinidad.