Sin dejar jamás de ser canto, eco, arcilla, punzón o almádena, en nuestros tiempos la poesía precisa ser escrita para poder repartirse en vuelos. Y ya sabemos que escribir significa siempre intención de presencia, de permanencia. Es el caso que el poeta debe estar entonces prevenido, atento a que lo escrito contenga voz verdadera, algo reñido, desde que lo advirtiera Horacio, con la rutina, con la mediocridad. Solamente el hecho de intentar apresarla, retenerla en la celda del poema –los versos son barrotes, no lo olvidemos– convierte al poeta en cazador, en solitario explorador de territorios, en riesgo asumido. Y es noble su afán de lazo y unicornio, y es noble su voluntad de acecho. Pero afán y voluntad son cualidades que a veces nos resultan insuficientes en el empeño. Voz propia y mundo propio suelen ser necesarios. Alguien dijo (sé que fue Jovellanos): Quien desee pasar en los papeles por poeta, que lo sea.
(Ilustración: Pedro Castrortega)
6 comentarios:
Voz y mundo propio! Eso es!!! 👏👏👏
Qué menos, pienso.
La serie, por lo que ya ha dado, promete mucho. Ya espero impaciente cada escalón. ¿Adónde nos subirá la escalera? ¿O lo importante es subir?
Poeta de voz propia, mundo propio, de poesía de "versos barrotes" que, precisamente, la defienden de esa temida rutina y mediocridad. Poeta de largo recorrido y mano tendida a la belleza y a la permanencia. Afortunado tú qué lo eres.
Amigo Pedro, nadie sabe que hay en la cámara oculta, todo lo que digamos son sospechas, miserables aproximaciones. Seguimos subiendo sin saber a donde.
Defenderse de la rutina, de la mediocridad no es fácil, porque no la detectamos en nosotros mismos, la llevamos pegada a nuestra piel. Además no debemos confundirnos: vencer a la rutina no consiste en ser veleta, en escribir dando palos de ciego en cualquier dirección. Qué difícil es todo.
Publicar un comentario