Decía Borges que la estética se impone al intelecto cuanto más nos acercamos a ese vértice, a ese cruce de caminos donde se deben encontrar poesía y poema. Digo con él. A la vez, creo que jamás lo pisaremos, que sólo sabemos de tal vértice por aproximación. Que para lograr su cercanía debemos construir senderos rectos, los del lenguaje, y hacerlo con la misma terca precisión con que los ingenieros construyen carreteras o vías del ave, claro que ellos saben el punto de llegada, el lugar a donde se dirigen, y nosotros no. Aunque pongamos cara de éxtasis trascendente, sobre todo en España. Siempre hice consideración de que el trazado debe ser económico y tierno, a la vez que tenso y vigilante. Sé que hay otros modos.
(Ilustración: Manuel Sánchez Galán)
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