Nadie que no
conozca la exacta geometría de la red puede ser tenido por cazador, por poeta,
ni ser admitido en la Academia. Somos multitud –la importuna infantería, que
diría Lope– los que vivimos extramuros de la ciudadela, muchos los sin cobijo,
los que escribimos en eriales, errantes y a la intemperie. Claro que saberse
náufrago, ser en tal conciencia, abre vías de redención y/o de consuelo. Sólo el
vero poeta es consciente del daño o el bien provocado, del bien o el daño recibido,
como sólo él puede atravesar el vientre embarazado de la verdad y no romperlo,
y no mancharlo. La poesía y el poema: dos convergencias, dos rectas que anhelan
vértice. Lugar donde la espera y el encuentro, que diría Federico. Y no llamen,
por favor, a ese vértice literatura. Dicen que dijo Wittgenstein. Que lo que
existe exista es asombroso. Y con él os pregunto: ¿la poesía es un asombro?
¿convenimos que existe?
(Fotografía: McBarri)
2 comentarios:
La poesía es un asombro, y más cosas. Y existe, por supuesto: no hay más que leerte, leeros a tantos.
Pedro, siempre la entiendo ( o la siento) como búsqueda de algo que al final se escapa. Cierro los poemas con insatisfacción.
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