Con Verónica Aranda,
poeta Ribera del Alberche, ¿recuerdas cómo era el sol muy débil, casi enfermo? ¿que para ser con su crepúsculo sobre la cerca de apilados fragmentos de granito quisimos apoyarnos? Paralelas, oestes, nuestras respiraciones prolongaban la tarde en dudas, un sosiego imposible, valle abajo la queja de mi voz en extravío, de mi voz sin asuntos. Atiende, atiéndelos, pon –dijiste– en ello tu cuidado, están aquí, ahí, sobre la hierba, cómplices y amagados nos persiguen, son los instantes que buscas, los que
esperan nuestro deseo y miran.
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