Para Eloisa Pardo Castro
(uno)
Logró su fin agosto
–cuanto nace, fenece–
y su sol de aluminio,
el del calor que muerde.
Una alacena tibia
es el tiempo, septiembre.
Tendido el mediodía,
soy sueño que no duerme,
ando luego en la tarde
un dudar que oscurece,
campesinos rastrojos
donde la luz no agrede,
la canción de las sombras,
este adiós que me envuelve.
(dos)
Y si espero a los ángeles
de las horas inciertas,
en el patio sin dueño
donde vivo quisiera
no el dondiego ni el
hambre
que el ocaso me oferta,
no la mano en lo oscuro,
ni compasión ni yedra,
sino ser esta brisa
que espabila a la higuera,
la desnudez que el agua
ha esparcido en la hierba.
Va cerrando la noche…
soy un hombre que espera.
2 comentarios:
Leer tus poemas es adentrarte en tu alma.
Natividad, procuro que los paisajes interiores cuando menos se transparenten.
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