viernes, 26 de febrero de 2021

Un poema: Piedra miliaria

 










Hacia lo alto 
y sigilosos vemos 
cómo escapan los ciervos,
los años jóvenes
 
dices: el tiempo sopla fuerte,
huracanea
 
dices;
está el valle batido por dos ráfagas,
de soles 
escritos una,
la otra recuerda errores
 
caminamos, 
la vida no da tregua
 
ocultos tras los fresnos, 
dos pares
de ojos herméticos, de cifras,
–1 y 9 la una, 4 y 7 la otra–
vigilan que no huyamos
 
un vendaval de gestos 
y un reloj
que calla y cunde vienen
al paso con nosotros:
enhiesta nos detiene una piedra miliaria
 
dime qué hicieron
–pregunto al hito– los hombres que por ti
antes pasaron,
que tú supiste
 
qué hicieron cuando
las sombras acudían con sus hambres,
con sus vientos,
a este bosque que somos.

 

10 comentarios:

Pedro Torres dijo...

Sé que es un buen poema, un excelente poema; pero todavía no sé por qué. Lo leeré mañana despacio.

fcaro dijo...

No tiene por qué, Pedro. Su primer título fue "Atravesando el bosque del tiempo". Pero el verso de la piedra miliaria como tetigo de cargo, me tentó demasiado. El poema, si lo fuere, pertenecería a lo que Morales Barba tilda de "Poesía de la edad".

a dijo...

A mi me gusta lo que dice esta "Poesía de la edad" y lo que guarda. Gracias por compartirla. Un gran abrazo.
Isabel

fcaro dijo...

No podemos dejar de caminarpor el bosque del tiempo, Isabel. Un lugar de donde los jóvenes huyen, todavía no sienten su peso. Pero...

Mayusta dijo...

Emoción, belleza, ritmo, palabras que renombran, luz, viento... Poesía.

fcaro dijo...

Gracias, amigo, pero reconozco su cripticismo. Es mi otro yo. Con el que hablo.

Pedro Torres dijo...

Me extraviaron anoche estos tres versos: «dos ojos herméticos, de cifras, / —1 y 9 la una, 4 y 7 la otra— / vigilan que no huyamos». Ahora está claro: ahora sé por qué es un gran poema.

fcaro dijo...

Pedro, 1947 es una cifra que nunca he ocultado, figura en la solapa de todos mis libros. Impide que me aleje del presente que me toca.
De día o de noche, sé que es un texto poco transitivo, pero tampoco hay que nagarlos.

Federico Gallego Ripoll dijo...

Nadie busque el porqué de lo que, aun teniéndolo, no precisa ser desvelado o reconocido por el propio autor. Hay quien escribe porque no tiene más remedio que escribir, y no lo hace (inexcusablemente) para ser comprendido (sólo, siempre: loable razón, pero no imprescindible, ni única). Hay quien escribe... y (pero, acaso) quien se comprende a sí mismo, tras la lectura, es el lector.

Un texto. El poeta precisó escribirlo, el poema fue escrito, el hombre decidió compartirlo y lo compartió: el poema, en su paisaje. Fin de trayecto. Un sorbo de agua en medio de la sed. ¿Que hay quien se desasosiega?: cierto; ¿quien se sorprende?: cierto; ¿quien intenta justificarse o justificarlo?: cierto; ¿quien se desconcierta?: cierto. La piedra miliaria escucha (o escribe); ¿escribe o escucha el poeta?, ¿quién a quién?

El tiempo transcurre sobre nosotros como un tomógrafo, milímetro a milímetro: nos disecciona el miedo, la perseverancia, la intemperie. Este es un poema clarísimo, pero yo no busco en la poesía claridad. Hundí en sus palabras mis manos buscando... ¿qué? Tras sacarlas, el frío era otro frío. (Me había despertado a las cuatro de la madrugada del lunes, primero de marzo, y estaba escribiendo esto).

fcaro dijo...

Cada lector es un universo. Cada uno que escribe es un universo. Existe Newton, que habló de atracciones y rechazos. A veces escribir es una necesidad, una aventura que otros pueden compartir o no. Ya lo hemos debatido un poco en face y aquí, Federico. Como casi todos, cuando escribo no logro explicarme a mí mismo sino interrogarme y escuchar las respuestas. Las más de las veces contradicorias con las de cualquier otro día. Tengo tendencia a contemplarme paseando, caminando paisajes. Podría hacer ya un libro recurrente. Si hay un próximo, estos escenarios serán predominantes.
Los poemas, ciertamente, no se explican, pero conversando sobre sus alrededores a veces se deslizan algunas claves.
Todo poema busca ser un arroyo de agua clara, aunque su origen, curso y destino no se muestren a primera vista.
Otro si: Buena ocupación le das a los desvelos