jueves, 6 de marzo de 2014

Un poema de Carmina Casala: Casida de la vaca manifiesta

Carmina Casala, nocturna y lectora
Carmina Casala es un alma manchega que vive en Madrid. Es poeta que conoce la relación amor-odio que mantienen la palabra y el silencio. Y es alma amiga como pocas. Ahora está apresuradamente intensa. La vida le prepara novedades de diverso tipo. Una de ellas es la necesidad de elegir entre sus versos, de seleccionar, de decirles: tú vienes, tú esperas. Una pujante y limpia editorial prepara la edición antológica y amplia de su obra. Y está atareada. Carmina Casala necesita el tiempo que le aguarda tras la esquina. Ya. Suele decir que últimamente escribe poco, pero ante los ruegos de Mientras la luz, ha tenido la tierna generosidad de darnos un poema singular. Algo distinto, muy distinto, a los engolamientos de corcho, a las turbias abstracciones, a las denuncias callejeras. Hay en él toda la mirada compasiva y serena del mundo como territorio común, como paisaje a salvar. Mientras la luz entiende que hay en este poema pedazos de la herencia del poeta talaverano Rafael Morales. Todo lo vivo, todo lo humilde, todo lo que no grita, merece ser poesía. Carmina lo sabe. Disfruten.   


Son tus ojos planetas de la luna.
Portales que nos abren la vida al infinito.

No es por azar ignoto
que el Libro te nombrara
en la sura más larga y más intensa.

Bien mereces la música que ronda
tu silencio de siglos.
Gigantes, como tú, son las palabras
que en tu nombre pronuncian
los sedientos.

Vino el Cosmos despertando en tu sueño
y haciendo de tus ubres
el esperma del mundo.

Todos lo hemos probado en la mañana grácil,
en tardes temblorosas,
en los prados azules llenos de manchas negras
y de nieve ambulante.

Eres la madre, pues,
del hombre y la materia,
del animal y el árbol,
que se vierte gozosa
lo mismo que las olas cuando quiebran su espuma
herida entre las rocas.

Tú no quieres ahogarnos,
sólo darnos cobijo,
ofrecernos tesoros nacidos de sonatas
que proyectan tu sombra
humilde y manifiesta.
Pues no hay mejores sones
que los que puso Mozart
cerca de tu prudencia.

Hoy creo que has llorado
sobre tierra cuadrada.
¡Y aún gotean tus ojos!


                                                          (Tras observar que en la granja de Priégola 
                                                           las vacas oyen música de Mozart)

5 comentarios:

Enrique Gracia Trinidad dijo...

Bien por Carmina Casala, tan poeta y tan querida, pero que conste que lo de alma manchega no está tan claro en esta mujer de Atienza (Guadalajara) y de enraizamiento en Madrid y Sigüenza ¿no?

fcaro dijo...

Lo importante es su poesía Enrique. Mientras la luz siempre barre para adentro. Basta con que se encuentre en ella una pizca de juventud manchega para que nos la apropiemos. pero ojo, sin quitársela a nadie. Bien madrileña y buena alcarreña es.

Ana Montojo dijo...

Carmina es una de las -y los- más grandes poetas vivas/os que tenemos. Sin embargo es también un ejemplo de sencillez, humanidad y cercanía.

De acuerdo con Enrique, es más bien alcarreña que manchega.

Besos a los tres.

fcaro dijo...

Por eso está aquí, Ana. Por poeta y por saber estar, siempre.
Del otro tema, tenéis razón Enrique y tú, pero es que cuando hablamos ella ejerce de manchega.

Nines Díaz Molinero dijo...


Que alegría traernos a "Mientras la luz" este espléndido poema y semblanza de Carmina Casala: una de las mayores poetas de referencia (además de entrañable persona) de una sensibilidad poética y un lirismo especial admirables como muestra su obra premiada y reconocida que, para gloria nuestra, va a ser antologada próximamente.