(Medinaceli)
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En esta isla
de sombras que
descienden
a buscar su
raíz y sinuosas cubren
de sigilo el
rigor del empedrado
en la
costumbre
de estos olmos
sin fiebre
que un romano
plantara,
sin otro
asunto
previsto ni
cautela ni más provocación
que volver a
escuchar
a una mitad de
mí,
espero los
instantes que traen el mediodía.
Y es que aquí,
descuidada en
la luz
que las hojas
desprecian,
la parte
izquierda de mi cuerpo busca
su alivio y
habla
furiosa y
contra mí
sin dar
otra razón
sino decir que
piensa abandonarme
si yo abandono
el don de la
extrañeza y su memoria,
desnudas rebeldías
y yo, sentado
aquí,
en esta plaza
sola,
en estas
piedras, banco
que discute su
edad con el sur de la iglesia,
llevo horas
sin poderla
callar ni responderle.
4 comentarios:
Horas de soledad, pero en compañía siempre, querido Paco, del poema habitable. Hermosa reflexión junto a las piedras milenarias. Un abrazo.
Gracias, José Luis, bien sabes que hay momentos en que el poema te asalta. Plaza de Medinaceli al sur de la Iglesia.
Es comprensible. En medinaceli, las partes izquierdas de los cuerpos prefieren buscar alivio en Ezra Pound.
Abrazos, siempre
No seas malo Amando. ¿Tú crees que Ezra tenía parte izquierda?b Seguro que sí, pero muy callada.
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