Jueves 22
Desde la escalera, el recinto de la Alberti mientras hablaba Álvaro (Foto: Libreria Alberti) |
Desde Plasencia, desde Tánger, vino Álvaro Valverde al exquisito trato de Lola Larumbe, a la librería Alberti. Vino con Pepa Fernández, la estrella radiofónica, como entrevistadora. Se conocieron
durante un programa en el Valle del Jerte. Ella quedó encantada y él la reclamó
para la jornada del jueves 22. Suele Álvaro publicar con Tusquets desde hace 20
años. No ha perdido por ello su caridad elegante de hombre calmoso, sin
aspavientos, de tierra sin alardes. Pepa, tras hablar de la brevedad y
concisión de su lenguaje, se limitó -sabe su oficio- a inquirir sus provocaciones y a subrayar sus
respuestas. Todo en torno a su último Más allá, Tánger. (No son pocas
tildes para un título tan corto.) Insistió el poeta en su apuesta por la claridad,
por una aparente sencillez que no significa superficialidad, dijo. Dijo que la
claridad de agua puede hacernos creer que las piedras del cauce están cercanas
pero es al intentar atraparlas cuando nos damos cuenta de la profundidad del río, de la
hondura de las intenciones del poeta. Es hombre de palabra ágil y cordial. Con
ella describió la anécdota que trama el libro: la vuelta a la ciudad añorada,
al Tánger que Yolanda, su mujer, hubo de abandonar al quebrarse el estatus
internacional. La vuelta del matrimonio al lugar de la adolescencia feliz es la
vuelta al desconsuelo, al desánimo de lo que no existe. Y es la provocación de un
libro que escribió durante un solo septiembre. Los poemas emplean
aleatoriamente la primera y segunda personas de Álvaro, de Yolanda, de los dos, de los
otros. Estrategia que trasmite ligereza y busca complicidades. Por lo oído, hay
gusto por la paradoja. También por la instantánea que conduce a la emoción. Y la potente suavidad de un discurso que resalta la nitidez de los contrates.
Acordada música y serena. Pepa Fernández reclamaba lecturas de diversos poemas.
Todos le habían gustado. Y mucho. Este entre ellos: De los barcos envidio/ la promesa latente/ de una vida distinta./ Los
observo a distancia,/ con vagos sentimientos encontrados:/ el de huir a lugares
donde nunca se escapa,/ el de tornar de sitios de donde no se vuelve. Y el
poeta leía. Rodeado y feliz, tranquilo como su verso. Y comentaba: la desmemoria, el
olvido, la intemporalidad, la intimidad, los poetas como mirada y memoria, la
ambigüedad, las historias familiares… (Aquí cuenta su impresión del acto)
Observé a Jordi Doce, Alfredo J. Ramos, Javier Lostalé, Pureza Canelo, José Ramón Ripoll, Andrés Catalán, Marta Agudo y Adolfo Cueto escuchar con atención. Más allá, Tánger: 12 euros de impecable edición.
Observé a Jordi Doce, Alfredo J. Ramos, Javier Lostalé, Pureza Canelo, José Ramón Ripoll, Andrés Catalán, Marta Agudo y Adolfo Cueto escuchar con atención. Más allá, Tánger: 12 euros de impecable edición.
Viernes 23
Pudo ser el viernes 23 unos de los días con más
convocatorias en el Madrid poético. Sigan a Ángel Guinda, nos dijo el jefe, y comiencen por lo más cercano Geográficamente se entiende. En Casa del Lector casi se solapan dos de ellas. 30 minutos y un tabique las separaban. En el aula de la izquierda Jesús Malía presentaba Deriva, nuevo amarillo de Tigres de papel. Muchos poetas en la
sala. Ángel Guinda y Bolo entre ellos. En la impecable
presentación, José Cereijo atendió a
la intención del poeta de adentrase en el alma de la Naturaleza hasta la
identificación, de ahí su apuesta decidida por los haikus. Aquí pueden leerla. Fue
un acto sencillo y rápido. Jesús prefirió leer de pie. Avisó que ya no es el
poeta matemático con el que se le apellida en el mundillo, y que la obra de Bashô
le había llevado un año de estudio (con correcciones, matizó, a algunos de sus
traductores). Leyó con emoción indisimulada, aportando palpito –algo dificilísimo-
a poemas de tan corta extensión. Este por ejemplo: Miro la nieve./ Invierto mi energía/ en aclararme. Hay que advertir
que al apartado de los haikus le sigue otro con poemas de versos palabra sola. Mas cortos aún que
un haiku. Como este: Gota / entre/
las/ gotas/ del/ mar. El libro, recordó el editor Paco Moral al finalizar el
acto, termina con unas reflexiones en torno al hecho y la práctica del haiku. En
fin, un nuevo y distinto Jesús Malía. Sensible, humilde.
En el recinto de al lado se presentaba el décimo número de
la revista El Alambique. Revista siempre cuidada, modélica,, que
seguimos desde su inicio. Digamos pronto que mucho más cuidada y modélica que
el acto de esta presentación. Acto que trasmitió cierta apariencia de tensión
relajada. Hizo de mantenedor, como es costumbre, su director Agustín Porras, que pronto dio la
palabra a Ángel Guinda, quien leyó una de las dos anécdotas con Leopoldo M. Panero que incluye en su
colaboración. Amador Palacios, aún con aire tangerino, presentó
luego el núcleo central de la entrega que consiste en una mirada amplia sobre
la poesía española del segundo tercio del siglo XX, aprovechando, aclaró, el
material de dos pasadas conferencias. Desfilaron después algunos, pocos, de los
poetas colaboradores para leer su poema, antes de que José Luis de la Vega declamase, sin micro, sin atril, las
colaboraciones de dos argentinos. Al final se alzaron algunos lectores espontáneos.
Momento exacto que aprovechamos para dejar la sala, para desplazarnos al Ateneo.
Allí, el enjambre.
Una sala repleta acogía la presentación del libro del aragonés, poeta y cantor,
Ángel Petisme. Allí volvían a estar Ángel
Guinda y Bolo, no nos despistaron. Sobre un mar de cráneos, vimos la mesa. Hablaba sin parar, sin
parar, sin parar LA de Villena, esperaba turno LE Aute. Vimos a Maxi grabando.
Saludamos a MA Yusta y a LG Recas. No cabíamos, ni quisimos (por el calor). Llamamos al jefe.
Que sí nos dijo, que alguien contaría lo de Petisme mejor que nosotros (y acertó: vedlo aquí) (o acá), que nos podíamos ir a la calle León, al sitio donde los vinos, el queso y
la cecina que sabemos. Pero que le lleváramos la nota. Jesús del Real se sacrificó como testigo acompañándonos. Hay historias que terminan bien.
Apoteosis final con Ángel Petisme |
6 comentarios:
Intensa jornada querido Paco. Fui testigo de la presentación de Malia con las fantásticas y certeras palabras previas de Cereijo. Me hubiera gustado acudir a la presentación del Alambique y el Ateneo pero no me fue posible. Gracias por tu crónica, amigo. Siempre necesaria.
Contar los tiempos entre amigos es siempre un placer, Javier. Sentí yo no poder acompañarte en la calle Galileo. Otra vez será. Un abrazo.
Qué buena disección del libro de Valverde, Paco. Qué gran libro. Pero el autor ya nos tiene acostumbrados. Me hubiera gustado estar, ya sabes. Pero fue imposible:finalmente tampoco pude ir al otro sitio. Cuidado con la(o)s poetas airada(o)s. Mi abrazo.
Eduardo
Es la impresión que me dejó al escucharle y que luego confirmó la lectura sosegada del libro. Es algo que fluye con naturalidad.
Un abrazo.
Hice lo posible por ir, pero se me negó la oportunidad. Hubiera vuelto con tanto aprendido. Suerte a todos y mi enhorabuena. A todos.
Hubieras aprendido, Eloisa y hubieras andado, seguro.
Un abrazo.
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