Tiene la poesía de
Eugenio Arce Lérida una tentación moral. Un tono que la inclina hacia la
reflexión melancólica sobre actos y actitudes. En sus palabras habita
una confianza segura en que la poesía es utensilio de belleza tanto como de conciencia. De la conciencia que busca la
luminosidad en la virtud. Y en la crítica.. No hay pizca de amargura cuando el verso detecta la
feble voluntad de los humanos, sino que su respuesta lírica es persistir en voluntad. Cuidadoso hasta el extremo en la elaboración de sus
poemas, tiende hacia una poesía útil, de claridad.. Su buen hacer procura que ni
la elipsis excesiva, ni el fragor emotivo, ni el barro de la acumulación oculten
la eficiencia del lenguaje, su inmediatez y economía. Su sentido
musical.
Eugenio es manchego, poeta y narrador. También amigo. Vive
en Ciudad Real, donde es responsable actualmente del grupo Guadiana de poesía,
de sus actos y tertulias. Como poeta tiene publicados Yunque de luz herida (BAM
1996) e Interna geografía (GL Guadiana 2001). A los que durante el pasado año
se le ha añadido Siempre será mañana, editado en Campeche, México, por la Casa
Maya de la Poesía.
De esta última entrega, el poema que ofrecemos.
La hora
del cierre
El bar
está a apunto de cerrar.
Un
camarero barre
papeles
y fantasmas.
Son
restos de naufragios
y de
celebraciones.
El
impulso del tiempo
desaloja
el local.
Todos
corrieron hacia su destino
apartando
la niebla con sus manos.
Aquí
convivieron, por un momento,
las
simas de los sueños,
el halo
de las cúspides
y el
espacio desnudo
de la
resignación.
En esta
tibia atmósfera aún flotan
verdades
y mentiras
unidas
por los lazos no verbales
de toda
representación teatral.
Ya el
bar cerró sus puertas
y un
manto de silencio
nos va
borrando a todos.
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