La verdad es que me distraje, jefe. Queda lejos lo de Alma Pagés, martes6 y Tertulia Montesinos; apenas si recuerdo. No quedó satisfecho. La verdad -defendí-, es que Miguel Losada en su introito habló de multitudes de poetas que lo creen y no lo son, y de alguno que hace centro en mundos cotidianos y sus poemas nunca trascienden. Me distraje pensando tales novedades, jefe, hablaba de poetas perroflautas. Pero al jefe, nada le convencía. Ni la postertulia. Tenía delante un tique de cuatro botellas de blancosrueda. Sospecha siempre de gastosdieta que yo creo obligados y él prescindibles. Lo cierto es que nada tuvo que ver el vallisoletano con mi falta de fijación en la lectura. ¿Dónde las rosas?
Davina Pazos |
Ya estoy acostumbrado a las dobles sesiones, y era viernes9 y Ateneo. En la tarde, Ramón Hernández, el gran novelista, presentaba el tomo grande, negro, que de sus poesías ocultas y completas le ha editado Vitruvio. Se vendía y se vendía bien. Habló Alejandro Sanz. Habló Pablo Méndez, qué buen editor. Habló Rafael Soler, amigo siempre de sus amigos y más en ese instante. Habló Caballero Bonald, tan débil como esperado, y habló del libro, Acuario en Capri, de la bondad equilibrada de sus poemas. Habló Ramón desde donde hay que hablar, desde el centro del corazón humilde –en estas ocasiones dejo de ser cronista-, después leyó nueve poemas escritos desde nueve momentos y provocaciones diferentes. Nicolás del Hierro, paisano, poeta, amigo, compró un libro, jefe, que le firmó Ramón. José Luis Fernández "Capi", Eduardo Merino y Antonio Daganzo me aliviaron de soledad en horas de blancosrueda. Juana Vázquez vino, me amonestó y se fue, jefe. Tomé nota. Carmina Casala, en cambio, se añadió. Gané. Todos esperábamos, sabíamos que esperábamos. Comenzaban las rosas a abrirse.
Rafael Soler |
Como días antes en Guadalajara, hizo Rafael una lectura modélica. A mí me pareció reflexionada, sobria, medida, transitiva y sabia. Potenciadora de toda la emoción de los poemas. Es Rafael, por encima de sus personalísimos infinitivos y gerundios con los que intenta explicarse y explicarnos, un hombre que escribe con la otra mano sobre la piel, suya o ajena. El tan estudiado proceso de la rehumanización en la poesía tiene en él un punto de llegada. Como sabe leer y sabe de lo que escribe, nada perturbó la densa claridad de los poemas, la acidez y lo tierno de cada una de sus sugerencias. De sus descripciones de tipos y oportunidades. Me agradó la elección de los poemas de su primer libro, envolventes. Y me agradó sobremanera su manera de terminar. Las rosas estallaban en aromas, jefe.
Yo no traje los acantilados
a este páramo de sangre
ni forjé las noches de tormentas que me dices
ni puse viento
en la acerada mies de tus entrañas
yo no elegí ser el primero en navegarte
y surcar tu cuerpo cada noche como un río
bebiendo amaneceres que no me pertenecen
yo no subí las cimas coronadas de tu cuerpo
ni bajé a sus profundidades
yo no busqué la deriva de tu sueño
ni tengo cien años para darte
yo estaba en mi camino sentado con la tarde
y tu pasaste.
Rafael Soler
Rafael Soler
2 comentarios:
Esto ritmo tiene que ser agotador, y hoy lo digo sin ninguna ironía.
Y el caso es que todo lo que refieres tiene su aquél.
Fue un lujazo el recital de Rafael.
Abrazos
Publicar un comentario