El roce frágil, el invisible ruido del grafito y la arcilla
sobre el alba de una página muda, el deleble proyecto de un
poema, lo inocente a punto de escaparse por
mis dedos, este afán a las seis treinta y seis
de la mañana, mientras comienza el
mundo a vestirse de calles y una parte de mí que a nadie importa pretende ser escrita para
saber que es
este paisaje, esta
obsesión, esta luz diminuta que jamás convencerá a lo oscuro, esta derrota íntima de querer escribir, de
hallar el adjetivo donde calladas viven las sílabas que ocultan mis
inviernos.
6 comentarios:
Anónimo
dijo...
Bendito insomnio el tuyo desde el egoísmo de quien se deleita con tu poesía. Gracias por compartirlo. Isabel F. Bernaldo de Quirós
Hacía algo de tiempo que no leía tus poemas. Este me ha gustado mucho. La escritura como derrota íntima al final, la conciencia de que apenas importa lo que escribimos, aunque también importe... Y, pese a esto, o por ello, levantarse y ponerse a escribir, a seguir viviendo.
Esa pequeña cerilla, dicen, que no sirve para romper la oscuridad, pero que permite vernos, buscarnos a nosotros mismos. Si logramos encontrar el adjetivo que nos distingue, Sergio, no es poco. Tal vez por eso.
6 comentarios:
Bendito insomnio el tuyo desde el egoísmo de quien se deleita con tu poesía. Gracias por compartirlo.
Isabel F. Bernaldo de Quirós
Un placer tu poema a las 6.36am... al alba ...
Bendita inspiración cuando la luz nos despierta!!
Un abrazo y que descanses
Isabel, también hay que dormir. Escribir es algo contingente, dormir es necesario, pero a veces...
En enero las 6:36 es todavía noche, pero con anuncio de auroras...
Hacía algo de tiempo que no leía tus poemas. Este me ha gustado mucho. La escritura como derrota íntima al final, la conciencia de que apenas importa lo que escribimos, aunque también importe... Y, pese a esto, o por ello, levantarse y ponerse a escribir, a seguir viviendo.
Esa pequeña cerilla, dicen, que no sirve para romper la oscuridad, pero que permite vernos, buscarnos a nosotros mismos. Si logramos encontrar el adjetivo que nos distingue, Sergio, no es poco. Tal vez por eso.
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