Es algo convenido que la edición de obra lírica ha
sufrido un considerable acelerón en estos tiempos de pandemia. Tanto en el
extraño 2020 como en este 2021 que ya se escapa. El que nos abrió la posibilidad de
volver a encontrarnos. Si esto ha sido así en todo el país, en la provincia de
Ciudad Real, la mía, ha tenido la peculiaridad de mostrar un acusado protagonismo de la
mujer. A ello me quiero referir. Escribo esta simple nota en el blog para dejar
(para dejarme) constancia de tan abundante cosecha, sabiendo además que
solamente cito a las autoras de las que suelo tener noticia, seguramente cualquiera pueda
avisarme de ausencias inadvertidas por mí. Que agradecería. Escribo para decir de lo que el título proclama. Es su tiempo.
Si en 2019, antes de que todo se cerrara, Elisabeth
Porrero pudo adelantarse y editar con Huerga&Fierro su Tratado de
ciencias inexactas, al igual que hizo la torralbeña María Alcocer
con Alexanderplatz ha olvidado
sus trenes en Ars Poética,
fue ya en pleno 2020 cuando Juana Pinés reunió en Es tuya la palabra, acogido por Lastura, una serie de poemas encabezados por las citas que los
habían provocado. También aprovecharon el año terrible Cristina Galán Rubio
para editar una recopilación de su obra bajo el título Territorio de la
huida. Poesía reunida 1968-2019, textos que, por dispersos, hicieron bien en buscarse y reunirse,
y María Antonia García de León con Soy tú. Poesía 2010-2020, en
donde organiza obra seleccionada de su abundante producción. Ambas difundidas desde la madrileña Sial. Lo hizo, así mismo, Natividad Cepeda con Abrazando
el paisaje, esa prolongada queja-lamento por la situación de la tierra,
conjunto que publicó Llanura. Elisa Toledo imprimió bajo el sello
Letrame sus ensueños de amor en Buscando sueños.
Con la llegada de 2021 y la esperanza de nuevos aires,
las contenidas decisiones de edición que aún quedaban fueron tomando cuerpo.
Todo ello ha provocado un verano-otoño movido por las sucesivas presentaciones
y/o encuentros en donde las autoras han seguido siendo protagonistas. Hay que
señalar el cada vez más extendido gusto por las lecturas colectivas, tan frecuentes y que
tanto ayudan a mantener los lazos creativos y afectivos entre las autoras (y
autores, claro, pero ahora se trata de ellas). Diana Rodrigo, bajo el
sello Indie, ha dado al público Devorador de almas, crónica de un
asedio psicológico padecido, crónica que va por la 2ª edición. Presentación Pérez
González editó su Con nombre propio en la reciente y
ciudadrealeña Mahalta, un texto de temblor social que inaugura la presencia de
mujeres en el sello. Desde Puertollano, la dinámica Ediciones C&G se
convierte en casa de dos títulos; uno: Desde este silencio que habito,
de Teresa Sánchez Laguna, en donde el amor se impone sobre las circunstancias
que intentan domarlo, y el de Isabel Villalta, el cual tiene como destino
especial una ciudad que la fascinó, Ceuta bella. En esta extensa y necesaria relación, es preciso dejar otra doble noticia de apariciones: la que firma Antonia Piqueras bajo el titulo Pinceladas en
ExLibric, que reúne sensaciones en donde la mujer es en gran parte protagonista;
y el de Eloísa Pardo Castro, con la valenciana Olé Libros, que titula Los
pecios del naufragio. Y para finalizar, de momento, la muy reciente de Juana Marín, a quien no conozco y que a finales de noviembre sé que presentó en su pueblo, Valdepeñas, Yo, tú, ello, bajo el marbete de Lastura.
Puede que haya más, por supuesto, pero lo dicho no es poco. Parece que la mujer de Ciudad Real ha dicho ahora.
2 comentarios:
No está mal la abundancia.
Tanto en tan poco tiempo es digno de anotar y dejar constancia.
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