sábado, 11 de diciembre de 2021

Las cosas de Face: Los premios literarios

María Antonia Ortega en la imagen de su perfil de Facebook
 









Le pregunta Face a M Antonia Ortega -madrileña, abogada, poeta, buena polemista y amiga- ¿qué estás pensando?, y ella escribe

Nunca me he presentado a premios de poesía, excepto con mi primer libro que fue finalista en el Adonais, porque me parece antipoético competir con otros poetas, aunque sí hace unos años me presentaron al Nacional. Siento como verdaderas recompensas la generosidad de mis editores, la lealtad de algunos lectores y el criterio y cuidado con el que se han ocupado de la obra de la que soy autora, y que quiero que sea tan mía como vuestra, algunos responsables de antologías y estudiosos de la literatura.

Después de algunas intervenciones de contertulios que coinciden en su apreciación, ejemplifica con

Un caballo de pura sangre no admite ni una caricia en el lomo, y menos adornos y condecoraciones, ni medallas. Los burros de feria sí. ¿Con qué identificaremos mejor la poesía? Seguramente algunos con el segundo, vistoso, paciente, llevando sobre sí la carga de todos esos reconocimientos, manso, sufrido. Pero yo identifico más la poesía, y el oficio del poeta, con el caballo 🐎. En todo caso repito que nada hay tan antipoético como competir con otros poetas. El poeta sólo deberá competir consigo mismo en la presencia de sus lectores, como en la presencia de Dios.

Sigue diálogo con otros intervinientes, que suelen apoyar sus afirmaciones, y M Antonia busca nuevos argumentos, de autoridad en este caso,

Evoco, como paradigmas que nos han precedido, a Emily Dickinson, a Edith Sodergran, a Baudelaire, sobre todo en su poema Bendición, de Las Flores del Mal, en donde se refiere a qué es ser poeta; a Emmy Hennings, a Carlos Oroza; y a Todos vosotros.

Y añado un pequeñito e inofensivo "picotazo" de cerbatana: Se me ocurre que la mayor parte de los premios de poesía en España los gana Chus Visor.

Me parece que no le faltan razones para mantener una posición tan compartida como respetable. La de semejanza con los burros es la que me inquieta. No hago sino mirarme. Y además de feria. Si yo hubiera sabido esto antes. 

10 comentarios:

Pedro Torres dijo...

Cosas que pasan: tendría un mal día. Y la distinción entre purasangres y "burros de feria" no sé si es pertinente: los purasangres son un invento del ser humano hecho exclusivamente para competir en las carreras; no solo aceptan palmaditas, sino que, dada su condición de animales domésticos de nacimiento que nunca se asilvestrarán, soportan los fustazos del yóquey con la resignación esperable. En cambio hay (o había, quién sabe) borricos enteros que se soliviantan por cualquier nimiedad y cocean y muerden con verdadera fiereza. Quizá pudiera haber echado mano de la distinción, clásica ya, entre toros y bueyes.

fcaro dijo...

Y terrones de azúcar y calefacción en las cuadras. Los purasangre, digo. Y escarapelas. La buena poeta María Antonia Ortega, a quien tanto considero y de la que tanto alabo su fuersa escribidora y fiereza declamadora, hace bien, muy bien, en defender su ausencia de los certámenes, su rechazo a la competencia. No está sola en ello y me parece estupendo. Mas, ¿es seguro que escriben buena poesía los que no se presentan a premios? ¿son mejores poetas? ¿mejores personas? Jamás he acusado a nadie de pureza mal entendida y de exquisitez soberbia por no concurrir, hacen bien si es eso lo que desean o prefieren, o se ven obligados a preferir. No son burros de feria, pero es posible que tampoco purasangres en presencia de Dios como se insinúa. Yo voy a ratos. Tengo días. Buenos y malos, como ella.
Simplemente, si viene el asunto al blog es porque el texto me ha sorprendido por el verbigracia. Los demás argumentos, los lamentos y quejas, las componendas visoras, están demasiado sobados, aburren.
Ay, habla usted, don Pedro, de borricos enteros. Qué tiempos.

Santos Domínguez dijo...

Digámoslo ya, Paco, que va siendo hora y algunos se empinan por encima de las bardas de sus limitaciones como si fueran una virtud: descontando los de ámbito parroquial en todas sus variantes, hay premios literarios que no están al alcance de cualquiera. Ni siquiera de esos que no se presentan -dicen ellos- a premios que por otro lado nunca les darían.

Y hacen bien en no hacerlo. Es una manera de evitarse frustraciones que añadir a las muchas que ya llevan en la mochila. Pero conviene aclarárselo al desprevenido lector, que puede inferir de esa inverosímil renuncia que, si se presentaran los impresentados, los premios -si fueran limpios, claro, si fueran justos- se los darían a ellos. Que parece que es lo que quieren decir entre líneas en un ejercicio que parece de humildad y es de pura soberbia, de indisimulada jactancia.

Nada más incierto. Y ellos sí que saben, por experiencia más que nada, que esos premios -no por sucios, sino por limpios- no se los darían.

Y ya está bien de cuento y de imposturas. Que hay purezas que apestan, Paco.

fcaro dijo...

Mi pregunta es ¿por qué hay que proclamar con tanto énfasis la no concurrencia a premios? Qué importancia tiene esa afirmación, gratuita porque nadie la pide ni espera? ¿Contiene, como sospechas, Santos, cierto aroma a exhibir una superioridad moral (y/o poética) sobre los que concurren (o concurrimos)? No sé. Lo cierto es que no he leído a nadie que haya obtenido un premio declarar su superioridad poética (y/o moral) sobre aquellos que no lo han logrado. Pareciera que los burros respetan (en su bajeza) más a los purasangre que viceversa. Si es que hubiera poetas ante un jurado, de una parte, y poetas en presencia de Dios por otra. Que lo dudo.
Tú sabes algo de eso.

JOSÉ LUIS MORANTE dijo...

La sandez, querido Paco Huelva, venga de donde venga -incluso de genealogías tan prestigiosas como la estela Ortega y Gasset- es solo un balido de oveja con un poco de alfalfa en las encías. Los premios literarios son un elemento más del paisaje creativo que no obligan a nadie y que además conforman una selecta línea de autores: nunca dejo de comprar libros de los poetas premiados por el Nobel, el Reina Sofía, el Federico García Lorca, el Cervantes o el Nacional de Poesía y además muchos premios convocados por Visor, Hiperión, Pre-Textos, Rialp y otras cincuenta editoriales españolas. En los premiados de Adonais está un enorme legado de nombres que deja las opiniones de María Antonia Ortega en pura ocurrencia nominal. Gracias Claudio Rodríguez por presentarte al Adonais, gracias Paco Caro por presentarte al Ciudad de Valencia. La razón y la inteligencia son esos lugares "En donde resistimos". Y dejamos aderezos, majaderías y perlas verbales para otras; les quedan de cine.

JOSÉ LUIS MORANTE dijo...

Mis disculpas, querido Paco Caro, saltó el corrector, o sencillamente me dejé llevar por la inercia del nombre amistoso, y puso el nombre de uno de mis amigos al que escribo y comento con frecuencia; no sé corregir el error al editar comentario, pero dejo aquí mis disculpas y naturalmente es Francisco Caro el depositario directo de mi reflexión.

fcaro dijo...

Parece sin discusión que uno es libre de errar presentándose a un premio o de equivocarse no presentándose. Y que ganar en un certamen no es signo de excelencia poética. El libro valdrá lo que valga en sí. Significa que un jurado ha preferido ese texto a otro. Pero, digamos rápidamente, que publicar "a pelo" tampoco es signo de nada. Lo sorprendente, cada vez más habitual, es anunciar la no presentación como signo de delicada exquisitez, de cierta superioridad, llámese intelectual o moral. Todos buscamos el premio de los lectores como el más apreciado, en ello coincidimos, faltaría más, pero si algunos ven (vemos) la posibilidad de edición sin compromisos, como sendero de independencia, en los certámenes -o bien para liberar a tantos pequeños editores del riesgo-, merecen (merecemos) cierto respeto. La antinomia burro de feria v. purasangre parece algo extrema en este asunto.

JOSÉ LUIS MORANTE dijo...

Qué sutilidad en tu respuesta, Francisco Caro, y qué sabia equidistancia entre premios y no premios. Solo subrayar dos impresiones: el dislate es un dislate, lo diga Maria Antonia o su sombra en las antípodas. Y claro que la presentación o no presentación no es altura moral ni exquisitez, es sencillamente un ejercicio de libertad. Añado otra contingencia que todos los años me provoca una sonrisa triste. Como seleccionador y prejurado de algunos premios compruebo a menudo que los que dicen no presentarse sí lo hacen. Y eso ya es cine de pantalla grande y cinismo en tricolor. Bueno, que ,sin más, enhorabuena por tan jugosa entrada y larga vida al blog. Está fenomenal.

miguel ángel dijo...

Desde la humilde periferia poética y geográfica muestro mi admiración por vuestros comentarios llenos de delicadeza ante una afirmación que parece, cuando menos, Inapropiada trasnochada y elitista... La libertad de decisión es sagrada y tampoco hace falta publicar la afección o desafección por los concursos y los premios. Que cada cual obre según crea oportuno. En fin, ha sido curioso leer y asombrarse. Mi AMIGO Caro, como tantas personas cabales, jamás será un borrico, y eso molesta a los ruines que a veces palmean por delante, maldicen por detrás y se visten de tartufos. Mi abrazo.

fcaro dijo...

Desde un centro también periférico, agradecer que una reflexión sobre un tema tan viejo y manido, todavía admita matices. Repito que sin el simil animal, sin esa imagen poderosa, no me hubiera interesado el hecho de que alguien publicite su posición sobre los premios. Y que necesite denigrar a los quienes no siguen su camino para afirmar su postura.Suele suceder. En fin, Miguel Ángel, el mundo es redondo y esto es un pequeño entretenimiento. Mañana será otro día.