Día uno de junio (de 2019, el último año entero que vivimos) feliz como siempre Jesús Hilario recibió el homenaje de un buen grupo de amigos. A la puerta de El Alambique recibimos la foto. Aún estaba Maxi Rey. La vida y la muerte son implacables. Cuando le dije que era manchego me recordaba sus tiempos en La Mancha, en Puertollano, con el vino como única diversión. Y la poesía. No le gustaba mucho su labor. Solía hablar de su exilio laboral forzoso en un pueblecito de Salamanca con una araña como única compaña, que cada tarde descendía hasta el escueto escritorio de la mesa. Decía que dejó de verla cuando llegó el amor que esperaba. (Y todos sospechábamos por qué). Le recuerdo bailando juntos una jotilla en La Alameda de Soría cuando el Expoesía de 2015. Le gustaba hacerse fotos tanto como saludar con un gesto del tirolés al terminar las lecturas. Y sus ojos, tan cuidados, tan descuidados. Un día le pregunté cuántas veces había recitado Mara Belén. Que no le cansaba, respondió. Un zamorano, un poeta, un hombre. Quiso y se hizo querer. Larga vida y buena obra. Jesús Hilario y Tundidor. Y amigo.
martes, 4 de mayo de 2021
Jesús Hilario y Tundidor. Y amigo.
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