viernes, 19 de febrero de 2021

Carta pública a y dos poemas de Luisa Antolín





       Luisa, ¿recuerdas cómo al regresar de Alcalá hablamos de una posible edición tuya en Tigres de Papel? Después de algunas semanas he vuelto a releer Ramas para un nido, que así titulas, y el amoroso crujir de las hojas al sur de tus pisadas ha vuelto a sonar en cercanía. Has escrito un poemario de una emocionada sensibilidad, ese bosque que te puebla –y no al revés, como pudiera parecer a vista primera–, esa suave naturaleza amiga que te pide silencio a veces, y en ocasiones conversación, esa nieve que juega con la mañana y esa cierva que duerme a tu lado están ahí porque saben que las necesitas para el poema, para que las palabras y los torrentes suenen en los alrededores. Ramas para un nido no es un libro en, por, con la Naturaleza, sino la misma Naturaleza. El bosque y su caminar como voluntad primera y sentimiento. Hay un mundo exterior y una cabaña. Y entre los dos una puerta que jamás se cierra. Abierta siempre para la íntima fecundidad. La tierra, el vientre. Los poemas vienen tranquilos, sin puntuación que estorbe el ulular de la lechuza ni la lumbre de las hojas del helecho. Los barros respiran, oyen. El amor llega y cubre, y es un difuso roce de lavanda. Todo vive, todo crece desde la necesidad de los otros, con todo y con todos se crea el mundo. Incluso con ese bellísimo poema en que un cuerpo mater consiente y muere para convertirse en tierra. Bellísimo. La hierba sabe amarga a las orillas del mar, dirás luego, en la segunda parte, pero el lector no puede ya dejar de leerla. Ese lector que camina despacio por las sílabas de cada poema mientras el horizonte aguarda tu llegada y tu canto. Y en la alberca la luz conoce la atadura indecisa de las ondulaciones. Has escrito, has sentido, un libro humus donde es posible ver y oír respirar la tierra. Lástima de un tiempo tan severo que no nos haya permitido disfrutarlo en tu voz, compartirlo con la dulzura de tu gesto, con el gesto poético de tus dos herencias. Qué bien ha hecho Tigres de Papel con dar luz amarilla a estas ramas nido. Y cómo animo a que los verdaderos lectores de poesía puedan compartirlas.

 

Permíteme estos dos poemas

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Cae la tarde en el lago

las nubes han disuelto

hebras rosadas sobre el agua

 

una mujer se sienta

acaricia la tierra

la tibieza de los granos

la rugosidad de las piedras

la leve punzada de las ramas secas

 

todo se deshace entre sus dedos

cae

        despacio

                           como la tarde

 

la cierva duerme a su lado

 

el sonido de los grillos

las copas de los pinos meciéndose

 

una mujer espera

mientras los contornos desparecen

los olores se hacen más intensos

la savia de las hojas

el humus de las raíces

el dulzor de la noche

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Lanzar el cubo al pozo

para saber

si aún queda algo de agua 

 

agua    esperando

                                      ser bebida

 

al sacarla

no pierde el azul

                                   el destello

de la vida 

                      que atesora

 

2 comentarios:

Luisa Antolín dijo...

Querido Paco, cómo agradecerte esta preciosa carta, este regalo, esta lectura entregada, abierta a la brisa, al río, al caminar, al bosque, al umbral... GRACIAS de corazón Paco, corazón despierto, dices "libro humus", "libro Naturaleza", ¡qué alegría! No hay mayor halago para estas Ramas, para este nido. Sí, recuerdo en Alcalá, en La Oveja Negra, invitados por Cristina Penalva, allí me atreví a leer por primera vez ese poema, alma mater, dedicado a mi tía, y como me animaste luego a tocar a la puerta de Tigres de Papel, fuiste visionario... Me hace muy feliz que hayas sentido el libro, que los poemas te hayan hablado, es importante para mí, que aprecio tanto tu voz y tu poesía. Gracias por tu generosidad Paco.
Y sí, pronto, en cuanto los días sean más cálidos y las tardes de luz se alarguen, espero poder hacer esa lectura presentación en vivo, ¡te aviso! Un fuerte abrazo Paco, y muchas gracias de nuevo. Sigamos conversando a través de los poemas. Cuídate y mucha salud, con cariño, Luisa

fcaro dijo...

El libro es transparente, Luisa. ese temblor de tu mirar las cosas se muestra a cada instante. Hicieste muy bien en incluir el poema que citas, humaniza todo el texto y le da sentido. Esa vuelta a la tierra, ese saber que nacemos y llegamos con sosiego. Y mientras tanto el amor. Una belleza. Mi abrazo y volveremos a tener la ocasión de escuharlo.