Por eso –respondió Margarit a la argentina Marisa M. Pérsico, reciente antologadora– un poeta debe leer poco el diccionario, debe llevar, ya, dentro, el suyo propio. Contestaba así a su pregunta de si era más certero emplear en un poema duermevela o entresueño. Estoy con el catalán. Las palabras del poeta, sobre todo las hastiales, deben ofrecerse a nuevos y múltiples significados. Deben permitirle caminar por senderos más allá de los que dibujan el lápiz del diccionario. No se trata de escogerlas cotidianas o exquisitas, se trata de que, al igual que las mujeres de Girondo, puedan y sepan volar.
viernes, 4 de diciembre de 2020
En 100 palabras / 8 / Margarit a Marisa
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5 comentarios:
De acuerdo. Pero que no se lo tomen al pie de la letra los que empiezan, no sea que pase como con eso que dicen que dijo Borges de que si un libro no te gusta que lo dejes. Si se aplica uno la sentencia desde el principio no leerá nada nunca; como el que desiste al primer trago de cerveza o de vino: abstemio toda la vida.
Por supuesto, Pedro, a esa capacidad que sugiero se llega tras un duro camino de ensayos y aprendizaje. No es un cosejo para escolares y cursillistas. En un poema debe haber palabras que anclen los significados y palabrar que deseen escapar de ellos, solo así es posible crear la tensión precisa. Añadele el temblor de los silencios. Y por supuesto no hay consejos exactos, todo son aproximaciones, lo de Margarit también. Porque así es el territorio. Una vez escuhé a Margarit recomendar a los que empiezan que tomen un lápiz y un cuaderno y copien lentamente grandes poemas de grandes poetas, y no uno solo. Y que lo hagan sosegadamente. tal vez de esa manera. La libertad vendrá sola, cuando el arca se llene. También existe Rimbaud, se puede argumentar en contra. y llevarán razón. La vida, la poesía.
Hola, buscando información sobre la editorial Vitruvio he llegado aquí. Y me gustaría preguntarle si en su opinión es buen sitio para mandar un primer poemario de corte clásico, o si quiere puede usted decirme dónde lo mandaría de estar en mi lugar. Disculpe el atraco pues no nos conocemos personalmente, de modo que si no me contesta lo entenderé perfectamente. Un saludo.
Pues yo que usted llamría al teléfono de la editorial y hablaría con su responsable, que me consta se llama Pablo Méndez. Sin más vueltas.
Muchas, gracias, le agradezco su atención para conmigo. Un saludo.
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