viernes, 18 de diciembre de 2020

En 100 palabras / 10 / Los reseñistas



      Reseñar es dar cuenta de un libro, subrayar estilemas, gracias. Cuenta Álvaro Valverde que se descubrió reseñista de oficio cuando alguien le escribió: Puesto que te dedicas a las reseñas, te enviaré mi libro, pero sólo si prometes comentarlo. Y que se removió incómodo. Con distinta frecuencia, libertad y/o sabiduría, en muchos blogs se practica. Valverde, Morante, Domínguez, Blesa, Alcorta, Martín… Algunos las reproducen luego en diarios de papel. La amistad o el interés sano suelen ser sus motores. Ahora las preguntas: ¿Es reseñar melancólica o alegre ocupación? ¿Aceptaría ser llamado reseñista? ¿Y solapista? ¿Y prologuista? ¿Preferiría critico como eufemismo?

8 comentarios:

Pedro Torres dijo...

En la entrada de Valverde sobraba, creo yo, el regodeo. Al fin y al cabo el poeta (que no es tan malo, ahora lo sigo en el Facebook y hasta me estoy acercando al esperanto) hizo lo que hacen muchos: tratar de buscar el reconocimiento de alguien a quien supone autorizado. Me parece que las reseñas (o lo que sean), salvo las que se cobran (y hay muchas maneras de cobrar), tienen ese objetivo: que el autor sepa que hay quien lo lee. No es poco. ¿Que es trabajo melancólico? Cuando uno se acostumbra a que ni se lea al reseñado ni al reseñador, no: un pasatiempo como hacer crucigramas.

fcaro dijo...

Yo sigo, Pedro, a menor ritmo que antes, pero sigo. De una u otra manera, sigo. Dar noticia de libros que te interesan y/o han escrito amigos a los que respetas y/o quieres no tiene nada de malo. Más bien al contrario. Si que a veces te acerca a la melancolía, como todos los esfuerzos inútiles, pero en otras ocasiones te sirve para encontrar confianzas y amistades sinceras. Me extrañó algo del tono de Valverde, como si le hubiera molestado que le llamaran reseñista -lo de " de oficio" lo ponía él- por eso hago preguntas.Creo que se me olvidó preguntar por lo presentadores de oficio. La verdad es que caigo en todos los vicios públicas. (Las virtudes, secretas).

Pedro Torres dijo...

Debes seguir. Nadie sabe la repercusión que tiene lo que uno hace (quienes nos hemos dedicado a la enseñanza estamos al cabo de la calle), pero a mí me has descubierto buenos poetas y me has dado buenas lecturas. Y no seré el único. Así que adelante, que algo quedará.

Mayusta dijo...

En estos "oficios",jardines peligrosos...

fcaro dijo...

Seguiremos, Pedro, sobre todo porque sigo leyendo y en ocasiones tengo la decisión de escribir la emoción provocada. No de pende de la calidad del libro, siempre variable, como es de suponer, sino de miestado de ánimo.

fcaro dijo...

Y que lodigas, Mayusta, bien haces en no entrar.

Laura Gómez Recas dijo...

Mi opinión sobre la anécdota que relata Valverde es más sencilla de la que aquí atisbáis. Creo que su perplejidad reside en el hecho de que un autor le pide una reseña (y por ser autor se le presupone cierto conocimiento del medio) y, además, como algo añadido a la reseña, que le comente el libro. Y, ¿qué es una reseña sino un comentario? De ahí la "incómoda alteración" de Valverde. Creo que yo también me hubiera incomodado ante esa acotación.
Cada uno reseña lo que quiere, lo que puede o lo que le pagan. En mi caso, no me paga nadie. De modo que he de confesar que escribo al respecto por placer, por amistad y por entrega. Empecé a hacerlo por placer, por lo que dices de "escribir la emoción provocada". Cuando se lee un libro, uno se sabe saturado de sensaciones y percepciones que forman una opinión sobre él. La forma, el contenido, la intención del autor, la alteridad del mensaje. Todo ello ejerce una presión que provoca la intención de trasladarlo. Es un simple acto de comunicación. Sin más. Luego, están los pagos, los halagos, los prestigios, los compromisos y el resto de cosas que no importan.

fcaro dijo...

No estas tan alejada, amiga Laura, yo creo que solamente en matices. Acordamos que la provocación tras la lectura debe ser de cierta intensidad y que el hecho o no de reseñar algún texto depende también del momento subjetivo del "reseñista". Y más si no le pagan. En fin, lo cierto es que a todos gusta que nos reseñen o comenten, pero es algo que no puede ni pedirse ni imponerse. Eso lo tengo claro.