lunes, 2 de diciembre de 2019

Consejo de Redacción de diciembre. Del clima y la flacidez




No estaba. Durante unos minutos dudó el Jefe si llevar a cabo o no el Consejo de Redacción de diciembre. No estaba la becaria, se había ido a las manifestaciones por el cambio climático. Nada más llegar dijo, como los famosos, que es hora de actuar. Recogido el pelo en dos trenzas, anunció sonoramente que se iba. Y vaya si se fue. No estaba. Sabe el jefe que nada es lo mismo sin ella, la única que le escucha con atención, casi arrobo, la única que le conlleva. Pero él traía sus notas encendidas y no quiso aplazar el acto. Le oímos decirse en voz baja: La temperatura del planeta subirá lo mismo diga yo algo sobre el mundillo o no lo diga, adelante pues. Y comenzó todo. Sepan que sé porque lo escuché de Pureza Canelo que los poetas de cierto nombre deben cuidarse mucho de publicar libros malos, pues siempre serán medidos por la calidad del peor de ellos. Y muy a mi pesar, porque no suelo, tuve que darle la razón en ese punto. Es preciso dejar de escribir, o cuando menos de publicar, si uno percibe cierto punto irreversible de deterioro. El papel es un animal voracísimo y muy atractivo, pero con la desnuda desfachatez de no tener marcha atrás. Lo impreso dicho está. Uno puede renegar de sus primeros libros (socorrido citar a JRJ), pero resulta patético ir recogiendo los últimos de las librerías o de las manos de los conocidos (nadie sabe si lo ha hecho ya Gimferrer), por lo tanto, adviertan a sus poetas más amigos que vigilen, se vigilen y se hagan vigilar. Vino el silencio. Tras él habló el de la barba cana: Nadie estamos a salvo de esa trampa, Jefe, los parámetros varían con el tiempo, la belleza es un asunto proteico. Sí –respondió ávido–, pero recuerden que para los poetas sigue funcionando la sentencia: una buena muerte honra toda una vida. Callar con dignidad, tarde o pronto, eso depende, es cuestión que importa. El novatillo, manchego de origen, resumió el tema a su manera: O sea, no estirar nunca más la manga que el brazo porque se vuelve flácida a la vista de todos. Entendido, cerró el Jefe.
Rematada la sesión y puestos todos en pie, rogamos con sencillez a la diosa del clima adolescente.

(Foto: Mercedes E. Victoria)


4 comentarios:

Mayusta dijo...

¡ GENIAL! Jajajajaja. Ya no escribo más, que lo impreso, dicho está...
🤔




fcaro dijo...

Haz lo que desees, Miguel Ángel, no fácil hacer lo que se debe.

LA VOZ QUE NADIE APAGA dijo...

¡GRANDE! Después de Homero y Virgilio, el diluvio.

fcaro dijo...

De acuerdo, Antonio. Acuérdate que Virgilio quiso quemar todo lo suyo. Y Homero no es seguro que existiera. Así está el patio. Llueve poco.