La recta es la belleza. La limpia tensión. Ayer, miércoles 4, fue trazada por voces prevenidas. Un acto puro de elevada emoción. Más de 15 poetas en pulsión contenida supieron unir dos exactitudes de la vida de la vida de Carmen Jodra: su amor por la belleza y la alegría de su existir. Hay poetas que no necesitan sino ser poetas para tener habitación propia en nuestra casa. No es preciso escribir más de lo que debe ser escrito. Sino ser. Carmen, tan pronto ida, era humilde verdad continuada, era ella para sí y para tantos. Corazón azul. Tan difícil. La recuerdo, lo tengo dicho, con Diego Román, que tanto tiempo fue con ella, y fue compañía. Yo sé que la memoria es indeleble cuando ella lo desea. Ayer. Líbranos de la pena porque ella/ destroza
el corazón larvadamente/ y trae sombra a los ojos de los niños. Ayer la recordaron
con la palabra justa en el Ateneo de Madrid cuantos hablaron. Tanto como el
silencio duro de los que los escuchaban. En pie la mayoría, en la verticalidad
del recuerdo. Dijeron de ella Gracia Trinidad, José Cereijo, Ana Rossetti, Miguel
Losada, González Iglesias, Mª Antonia Ortega, L Alberto de Cuenca, Javier
Lostalé, Elena Medel, María J Fuentes, Ignacio Vleming, J Ramón Trujillo, Jesús Munárriz… otros
y Diego Román, abrazo y lágrima. Habló Aarón G Peña en nombre de Ateneo. El
padre de Carmen pidió decir. Un hombre herido quiso sellar el acto extendiendo los
aromas de la hija que fue, de su gusto por la bello, ese asidero desde su
adolescencia. Carmen descansa de lo intenso bajo la sombra de un olmo
castellano. Todo acabó en julio. Pero el acto de ayer, pero el acto de ayer.
Acciones tan puras, tan justas y limpias, tienen el fuegolacre de las cosas
sencillas, las que ahondan y buscan. Pocos de los asistentes podrán olvidarlo.
Podrán olvidarla. Líbranos del placer que nos obliga/ a creer que este mundo
es dulce y bueno/ justo hasta que salimos del encanto. Carmen.
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