En el reposo
lánguido y
vegetal (como el que viven
los guerreros
después de los combates)
que habitaba
en nosotros
tendidos y en lo exhausto
del calor y
las once,
en la noche de
junio te rogué
la verdad de
quién eres
tan entregada,
pero
tan escondida
siempre tras paredes
de cristales,
desganas o tornados
que avivan mi
sospecha
tras la
melancolía
del pintado
antifaz,
tibio de azul,
con que dispones
tu cuerpo abierto
tras la
palabra
que quiero
sola,
única y tuya,
que intento y
nunca
logro
arrancarte.
Te vestías
despacio,
respondiste
sin inquietud
ni dudas, sin mirarme:
No diré mi canción sino a quien quiera
saber de mí, huir, volver conmigo…
conmigo para amar
y no tenerme.
(De Plural de sed)
1 comentario:
Qué bien suena, no como música de fondo para distare de otra cosa, sino como punteo, canción única, himno; credo de uno mismo.
Me gusta mucho el poema,el ritmo. Da gusto leerlo y leerlo y leerlo..
Un abrazo
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