Con Luz Pichel,
tras su lectura de
Cativa en su lughar/Casa pechada
esa forma
raíz, que ya es palabra,
a ese cabo y le pones
en su final
rizados colores de papel,
el azar de
algún naipe.
Coges fuerte
el extremo
de la cuerda,
del cáñamo y rodeas
tu mano y
haces
que voltee,
voltee, vigoroso,
y voltee,
tenaz su giro, el verso,
el aire
alrededor de tu cabeza, gozas
de su vuelo
sujeto, gozas, zzsum, zzsum…
ahora su
vibrar, oyes, pronuncias
la fricción y su
hueco
zoas, cativa, su dormido volar,
escribes, buscas
escribes, buscas
que rumie el
aire,
alzas
alzas
tu temblor
renovado, revelado,
y le añades el grito de tu victoria alegre,
todo
huye y queda, tu monólogo zumba, zumbas,
rozas, rizas, lees, lees, zzsum, zzsum… guardas
huye y queda, tu monólogo zumba, zumbas,
rozas, rizas, lees, lees, zzsum, zzsum… guardas
todavía niñez, su planetario acorde,
todavía su
brama, su zoar,
sus
invencidos círculos, tu asombro,
por los
deshabitados
lughares y la fábula de casa mal cerrada,
pechada dices,
mal.
pechada dices,
mal.
2 comentarios:
Qué bien que verses a mi paisana Luz y que te atrevas con los vocablos gallegos. Suenan genial dentro de tu poema. Defines excepcionalmente la sensibilidad en la expresión de la autora. Enhorabuena!
Gracias, Paco. Es muy reconfortante sentirse leída así,
ese poema, así,
un abrazo.
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