lunes, 26 de noviembre de 2012

Arroyo




Palabras, tantas
palabras que se ofrecen

qué son sino amenaza
de tempestad, temor
de aguas copiosas,
ocasión de caudales que traicionen

palabras tantas (que me ofreces)

ramblas que abruman
al poema que quiso
ser arroyo

que confía
encontrar su virtud en lo delgado.

8 comentarios:

Ricardo Lamelas Frías dijo...

Me ha gustado fcaro, gracias. También la crónica del día 19, aunque no estuve en ninguno de los actos mencionados, pena. A Mestre, creo, lo has descrito muy bien. Un abrazo

Anónimo dijo...

Así que era eso, Paco, esa era la clave, adelgazarlo todo. Habrá que ponerse a dieta.

Un abrazo de víspera.

Ana Garrido

fcaro dijo...

Gracias Ricardo. No es demasiado difícil, Juan Carlos es transparente.

fcaro dijo...

Adelgazar, adelgazar, Ana. Se pagan enormes cantidades por ello, se hacen sacrificios. La línea siempre delgada. Buen viaje a las Afortunadas.

La Solateras dijo...

Muchas veces las palabras delgadas son las que mejor penetran.

Un beso, Paco

fcaro dijo...

Ana, alejarse del exceso y huir de la contundencia estéril.Entiendo que pueden ser camino para acercarse a la poesía.

Amando Carabias dijo...

Buscar la esencia es la esencia de la poesía, adelgazar el verso para que entre en cualquier parte, incluso sin permiso, para que de perfil ni se le note... Pero algunas veces uno se queda con algo de sed...

fcaro dijo...

Gracias, Amando. Es cierto que si la sed es mucha el arroyo-poema no la calmaría. Pero yo no hablo de escasez en en el número de versos sino de no enturbiar con avalanchas el discurso delgado -inequívoco y claro - del poema.
Gracias por tu lectura, siempre sabia.