Viernes 21
Rafa Soler, Paola Fernández, Felipe Ortega, Helena Ortiz y Beatriz Roca. Foto de Lucia. |
Tres poetas de Sevilla, una madrileña, noveles, para la
primera salida de Mientras la luz. En Libertad 8. Venían de la mano y el ánimo
de Rafael Soler a una Libertad ya sin Ricardo y con Julián como responsable. Parecíamos
ser único testigo, porque toda la farándula estaba con los Conjurados en la
terraza de Princesa, mas nunca solos. Había público bastante para escuchar la
primera lectura de estos cuatro poetas. Agua fresca, aire claro. Sencillez,
limpieza. Felipe Ortega, transparentemente trémulo, dictó poemas nacidos de una
cotidianeidad mágica, con picos de rebeldía y aceptación. Hay en él ternura y
asombro. A Paola Fernández se le notaba el temblor. Titula acedías a sus
poemas. Acedías en donde busca y encuentra el corazón y las ingles. Sin
confundirlos. Leyó a impulsos, como escribe. Un gozo. Beatriz Boca, la
madrileña, aventó sus poemas con la cabeza alta. Segura de sus textos, no se
engaña, ni engaña. Poderosa en las imágenes de mujeres que sostienen y salvan
al mundo. Helena Ortiz insinuó más que
mostró. Hay en su rostro, en su voz, la luz y la angustia del mundo. Desdeñosa
con el micro, dictó el desamparo con la misma urgencia y contención de la
felicidad que presiente. Todo en Libertad 8. Creo que el año tendrá buena
cosecha.
Lunes 24
Dos poetas madrileños en Cultural Telefónica. Ángela Reyes y
Jaime Alejandre convocados por la sorpresa verbal y la agudeza pasiva de Julia
Gallo. Centró su lectura Ángela en poemas escogidos que giraban en torno al
hombre, anteponiéndoles anotaciones o
contextualizaciones. Me gusta su último libro, Fantasma de mi infancia, del que
no leyó sino el poema de su padre. Jaime estuvo escatológico sin poderlo remediar,
aún y cuando intentó disimilar con humor. Escribe desde la duda de sí mismo. O
sobre la duda. O eso parece. Termina de publicar con Huerga Lo que queda, y -a
pesar de que el otoño asomó ya su cara fría- se quedó en la terraza acompañando
las últimas cañas con que Carmina Casala y Jesús, Elvira Daudet, José Luis Morales
y Germán Gullón arroparon al blogero. Los demás, hasta llegar a 33, se fueron,
incluida la muleta de Alberto Infante.
Martes 25
Lo dijo Alberto Lauro, poeta, y otras cosas, cubano del
exilio: la ciudad se derrumba y yo cantando… recordando a Silvio Rodríguez. La
dignidad transitaba por Sol camino del Congreso y Lauro leía en la casa de
Castilla La Mancha. Alfredo Villaverde y Luis Moll iniciaban con él la andadura
del Aula Juan Alcaide. Escapé camino del Casino a tiempo de ver en la calle a jóvenes rodeados de azul y furgonetas. ¿Por qué y para qué la poesía de los
recintos, de las nobles paredes? Leía Jesús Riosalido con rumores de gentío rompiendo las
ventanas. (Lorca, ya sabéis). Leyó el poeta su dignidad mientras la calle buscaba la
salvación de todos. Hizo Jesús un recorrido sobre sus diversos estadios líricos, misticismo incluido, hasta llegar a un necesario coloquio final sobre su origen y condición de
arabista, de observador atento de la realidad del mundo árabe y el momento
español. Comedido y certero.
En el metro, mientras regresaba a la redacción, este blogero encontró en
su twitter: ¿Es posible
ser feliz rodeado de infelices? ¿Es posible disfrutar la riqueza cuando se
obtiene de empobrecer a los otros? ¿Se puede vivir con la conciencia tranquila
cuando la inconsciencia propia genera sufrimiento y dolor en los que nos
rodean? Opino que la respuesta es absolutamente no. En fin, que todo es poesía menos la poesía. Hubo
heridos.
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