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Julián Creis y José Luis Morales |
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Pleno |
De martes a martes, de 22 a 1 de marzo.
Julián Creis, el hombre bueno, presentó su libro
Semblanzas y homenajes en la Casa de Castilla-La Mancha. A salón lleno, gentes en pie. Lo importante no era el libro, que también, sino su persona. Tan es así que
José Luis Morales, que lo presentó, ciño sus palabras –ajustadas, precisas, cultas- en torno al perfil personal de Julián: discreto, educado, amable siempre, compañía, inteligente, tímido poeta. Y sobre todo amigo. Despistado también. Acunado por las manos de
Maruja, su mujer, su paisaje total. Todo lo que dijo José Luis era sabido ¡pero lo dijo tan bien! El libro es una recopilación necesaria de artículos periodísticos. Semblanzas de poetas, pintores y/o científicos que han alimentado la aventura valdepeñera de la Bodega A-7. Era la época en que la mano generosa de Paco Creis, el hermano de Julián, la mantenía. El libro viene introducido por un prólogo abrazo de
Pedro A. González Moreno. Hubo lecturas por parte de
Fernando y Cándido, sus sobrinos. Luego un vino valdepeñero. Un Ágora blanco fresquísimo.
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Pedidos a la web de Fundación Alambique.
9 euros. Portes gratuitos |
Agustín Porras es el hombre crespo. Dedica el Nº 2 de
El Alambique, revista de poesía que soporta
Jorge Dot, a la figura de
Ángel Crespo. Dice Agustín que pretenden acercarse con su revista a poetas sin escaparate. Con este número, a la discreción del manchego. Habló antes
Miguel Losada, habló después
Ángel Guinda para apuntar una aventura fronteroportuguesa, en tiempos pretéritos, con
Crespo, Pilar y Trinidad y su correspondiente pareja de la guardiacivil. Habló con exactitud pausada, para cerrar,
Amador Palacios sobre la gestión del especial que centra el Nº2 de
El Alambique. Dijo de la biografía, próxima aparición, que se ha atrevido a realizar sobre el poeta, dijo de los colaboradores, algunos presentes, dijo de la voluntad poética de Crespo. Como la revista admite poemas inéditos de actuales forzados, los allí presentes leyeron sus envíos. De ellos, recuerdo la pulcritud personal y lectora de
Javier Lostalé. Hubo luego vino en
El Alambique, taberna de la que la revista toma nombre. Conversación sin trabas. Y vinos finales, a altas horas, en el triángulo insospechado de
La Ochava.
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La mirada clara de Antonio Daganzo |
Es claro
Antonio Daganzo en su mirada. Hasta la transparencia. Estuvo leyendo, después de proclamar sus gratitudes, en la Tertulia Montesinos. Presentado por el poeta chileno
Sergio Macías, hizo un pausado recorrido por lo editado: del amor presentido de su primer libro, pasando por la motivación musical y escritora del segundo, hasta llegar a la crónica de la victoria sobre el dolor de su tercera entrega,
“Mientras viva el doliente”. Una voz pulcra, subrayadora de matices, dio muestra de cansancio al final. Así se creó el perfecto clima para unos cinco últimos poemas gozosos, hímnicos, de plenitud vital y amorosa, entre los que destacó
“El vino navegao”. Escuchando estaba
Carolina, surchilena, protagonista, y también enamorada. Como estaban
Justo Jorge Padrón, Jesús Riosalido, Morales Barba, Ángela Reyes, José Luis Morales, Rafa Soler, Paco Moral, López Azorín, Manolo Cortijo, Aarón, Juan Ruiz de Torres, Lola de la Serna, Pepe Elgarresta, otros, otras, familias, los habituales y
Carmina Casala, que animó el debate. Es ahí donde oímos que la poesía de Antonio Daganzo camina desde la erosión a la alegría. De acuerdo.
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