miércoles, 9 de marzo de 2011

Ausente casi

.
¿El camino?
Una ausencia buscada y prolongada de la Villa, me ha permitido poner distancia con los rifirrafes poéticos habituales. No puedo dar fe personal del encuentro de maños y gatos en Los Diablos Azules ni de la lectura de María Antonia Ortega en Libertad 8. Mejor para ellos. Solamente y solo el viernes 4 pasado acudí a la lectura de los poemas de Alfredo Piquer en Trovador. Elegantemente clásico en verso riguroso, calmo, reflexivo y culto. Poesía homérica. Dórica que sueña con acantos. Leerá pronto en Montesinos. Estuvo genial en su decir, como siempre, Juan Ruiz de Torres: en esta ocasión dijo lamentar la pronta muerte del bilbaíno Marrodán, porque este hecho le impidió al pobre completar su obra. Chapeau. Muerte que lleva décadas voceando el segundo lector de la tarde, el bueno de JJ Aleixandre. Según dijo por su boca el 80 por ciento de sus libros publicados, que no son pocos, hablan de su presentimiento. (Sin que corra la voz, lleva 74 años sin dejar de escribir). Leyó alguno de sus poemas fúnebres a modo de apoteosis final. Este soneto también, como muestra. Que me apetece compartir.


Si apenas tengo nada que decir
¿por qué seguir diciéndolo? ¿Por qué
voy a seguir pensando en lo que fue
si lo que fue no puede subsistir?

Sé que ya no me puedo permitir
seguir, porque del todo vacié
verso a verso mi vida. Porque sé
que me faltan las ganas de seguir.

Sólo expresar deseo todavía
con mi último adiós la inmensa suerte
de haber llegado a tiempo de contar

el final de mi larga travesía,
cuando el total silencio de mi muerte
ya cualquier día me podrá llegar.
.

No hay comentarios: