(Fragmento de un tapiz en las Galerías de las Colecciones Reales)
Hay instantes en
los que
el pan rebelde —que
fuera juventud— acude hasta el
cobijo que ofrecen las palabras instantes en los
cuales el viento necesita
saber que hay una casa, una ternura, donde poder parar
y conocerse instantes en la
piel donde leemos que las huidas,
que las heridas, son tinta que
contempla… y en tinta se resuelven instantes en los
cuales es preciso —mientras la luz
resista— escribir con un rictus de los labios: de
nada somos dueños instantes bajo el
cielo en donde pedir al dios de
todos que dos hijas, dos aves, recuerden nuestro
paso y sepan que no borren ni
lluvias ni solsticios la belleza que
tuvo aquello que quisimos.
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