Viajero
por caminos
extrañamente
extraños, sé
que
hay dolor o verdad, que hay dolor y verdad
acechando
en los viajes.
Bajo,
bajamos
el
puerto del Lanchar, hacia la Torre,
suena
el arroyo, me detengo junto
a su
canción de mares: sin embargo
un
silencio de verdes
crece
a su orilla:
la
hermosa y clara
desnudez
de unas lanzas, de unos juncos
en
manojo de suave desconsuelo, haz
por
donde el aire atreve
su
promesa de voz, su melodía,
con
un temor callado.
No
elijo, no elegimos. Nada obliga.
Voy
hacia el sur, vamos
la
vida y yo con la tristeza
del
aire por los juncos, con el agua que canta.
4 comentarios:
Leer. Cerrar los ojos y sentir el mismo aire que camina el viajero. Belleza. Broche de oro los últimos versos. Gracias Francisco Caro.
Isabel F. Bernaldo de Quirós
Belleza...
Isabel, es un puerto pequeño, delicado, delicioso. Imprescindible visitarlo en época húmeda.
Mayusta, andar tiene estos resultados.
Andandico andandico
se encuentran cosas.
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